Astrid Gil-Casares (45 años) lleva 12 meses encerrada en casa. Ese es el tiempo que hace que se divorció de Rafael del Pino (59 años) y del que aún le quedan heridas por cerrar y batallas judiciales que combatir. Por este motivo, ha querido recordar su lucha y 'tapar sus cicatrices' insertando tinta en su piel.
La exmujer del presidente de Ferrovial ha llenado de tatuajes sus brazos y parte de su espalda. Lo primero que quiso sellar en su piel fueron los nombres de sus tres hijos, Tadea, Alec y Cleo. Los de sus vástagos son casi los únicos tatuajes con significado reconocible, ya que el motivo que rodea al resto de dibujos en su piel es, en la mayoría de ocasiones, indescifrable. Como el número cinco que tiene en la zona del codo del que nadie sabe la razón: "Ni siquiera mi hermana lo sabe y a ella se lo cuento todo", ha declarado a la revista Vanity Fair, donde ha hablado sin tapujos de su proceso de divorcio.
Aunque quizá la elección de ese número tenga algo que ver con lo que responde cuando se le pregunta por el motivo de tantos tatuajes:"Era eso o cinco años de terapia con medicación. Esto me parecía más rápido. Son las marcas del divorcio. Cada vez que Rafa me ataca me tengo que proteger. Son mis escudos". Y precisamente un escudo nórdico es lo que tiene dibujado en la piel en otra parte del brazo: "Porque soy normanda, vikinga, como mi madre", señala a la citada publicación.
También tiene orígenes extranjeros otro de los tatuajes que se pueden leer en su brazo, que corresponde a una frase del discurso que pronunció Winston Churchill en 1940 ante los fracasos de sus tropas contra los enemigos nazis: "I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat" ("No tengo nada que ofrecer sino sangre, trabajo, lágrimas y sudor"). Unas palabras muy intensas a la vez que trágicas que Gil-Casares ha querido impregnar por siempre en su piel. Aunque la cita escogida sea inglesa, Astrid compara a su exmarido con la gran potencia norteamericana: "Enfrentarse a Rafa no es fácil. Es como entrar en una guerra contra Estados Unidos. Por mucha artillería que tengas, él está acostumbrado a combatir".
De hecho, afirma que el empresario es "como James Bond. Inteligente, atractivo y sexy", un hombre que cada día tiene que lidiar con grandes asuntos y por eso, según Astrid, su separación sería un trámite más de su rutina: "La gente me pregunta: '¿Cómo se toma Rafa el divorcio?' Pues debe de estar en su orden del día: la autopista 407, la gestión del aeropuerto de Heathrow y el divorcio".
En palabras de Gil-Casares ser la mujer de Rafael del Pino significa simplemente eso, ser la que va a su lado, olvidando su nombre y apellido, únicamente pasar a convertirse en la que va al lado del gran empresario en las lujosas fiestas de la jet. En ese círculo tan glamuroso estaban también Isabel Sartorius (52), Carolina Herrera (47) o Paloma Segrelles (44), con las que Astrid sigue manteniendo relación y que son a día de hoy las únicas personas que le hacen salir de casa. Porque mientras hay personas que escogen como vía para dejar atrás el dolor escapar de las cuatro paredes del hogar, ella se ha refugiado precisamente en su vivienda de La Moraleja, donde aún no olvida los motivos de su divorcio: "Me ha hecho mucho daño, él sabe por qué me he ido".