Ferrari es más que un fabricante de coches. Detrás de sus automóviles de lujo se esconde una apasionante historia familiar que hoy vuelve a la actualidad de la mano de Adam Driver (40 años) y Penélope Cruz (49). El estadounidense y la madrileña dan vida a uno de los matrimonios más afamados y poderosos de Italia en una película que lleva el mismo nombre de la empresa y que se estrena en los cines de España este viernes, 9 de febrero.
Adam Driver se convierte en Enzo Ferrari, mientras que Penélope Cruz personifica la imagen de Laura Garello, mujer del empresario. La de ella es una historia mucho más desconocida, pero si cabe, tan o más fascinante que la de su marido. Eso sí, muy dura.
"Tuvo una vida triste que merece la pena contar. El espectador que espere carreras la va a encontrar, pero es mucho más que eso", comentó la propia Penélope en El Hormiguero, el pasado lunes, 5 de febrero. Muchos la veían como una "loca", una mujer "difícil" a la que temían porque era "complicada y oscura", insistió la actriz, quien viajó a Módena, ciudad de los Ferrari, para conocer la historia de Laura.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Penélope Cruz (@penelopecruzoficial)
Lo de Enzo Ferrari y Laura Garello fue amor a primera vista. Se conocieron cuando el empresario acababa de ser rechazado por Fiat y nada hacía presagiar que se convertiría en uno de los más poderosos del sector del motor. Su primer encuentro tuvo lugar en Turín, la ciudad de ella. Él atravesaba uno de sus momentos más amargos. Había perdido a su padre y a su hermano y estaba buscando trabajo lejos de casa.
Enzo quedó impresionado por su belleza. Laura, que trabajaba como costurera, nunca lo abandonó. Desafiando a su familia y a los cánones de la época, Garello se mudó con él a Módena antes de contraer matrimonio. La que se convirtió en la signora Ferrari siempre fue rechazada por su suegra, sufrió depresión y fue víctima de las ambiciones de su marido. También de la infidelidad.
Laura y Enzo contrajeron matrimonio en Turín, en 1923, cuando él ya había encontrado un hueco en la industria del motor, siendo piloto de carreras de Alfa Romeo. Años más tarde, la misma empresa le dio la oportunidad de crear su propia marca, que tiempo después se convirtió en la Scuderia Ferrari. Su primera sede fue en Módena, su ciudad, pero durante la Segunda Guerra Mundial, por orden del Gobierno, se trasladó a Maranello, donde Ferrari conoció a su amante.
Enzo mantuvo una doble vida. Por un lado, con Laura y su único hijo en común, Dino, nacido en 1932 y aquejado de una distrofia muscular. Por otro, junto a su secretaria y gran amor, Lina Linardi, madre de su segundo vástago, Piero, quien fue reconocido tras la muerte de Garello y que en la actualidad ejerce de vicepresidente de la marca. A su lista de amantes también se sumó Fiammetta Breschi, viuda de uno de los pilotos favoritos de su escudería, Luigi Musso.
Pese a las relaciones extramaritales de Enzo, Laura Garello nunca se separó de él. Fue su compañera sentimental, pero también una figura importante en su negocio. Tuvo un rol destacado en la compañía y así lo recordó Penélope en El Hormiguero: "Todos los hombres intentaban que Ferrari se la quitase de encima. No tenía un lugar creativo, que pudo haberlo tenido. Sé que podría haber tenido otro lugar, como tantas mujeres en la historia".
A pesar de las crisis, el momento más amargo para Enzo y Laura se produjo en 1956, cuando perdieron a su único con apenas 24 años. Desde ese día, el empresario no dejó de visitar la tumba del joven antes de ir a trabajar y siempre llevó gafas de sol. La tragedia también afectó profundamente a su mujer, que a la vez tenía que lidiar la relación exmarital de Ferrari y con los episodios depresivos que padecía.
Aunque siempre mantuvo una doble vida, Enzo nunca se divorció de Laura y esperó a que ella muriera para darse el sí quiero con Lina Linardi. La imagen de Garello, sin embargo, siempre estuvo muy presente. Tras su fallecimiento, en 1978, Ferrari reconoció: "Ahora que no está aquí, ya no tengo un punto de referencia".