El rey Carlos III de Inglaterra (74 años) y su hermano, el príncipe Andrés de York (63), han protagonizado una silenciada pero conocida lucha por la propiedad de Royal Lodge. Todo comenzó a principios de año, cuando el monarca obligó a su hijo, el príncipe Harry (39) y a su mujer, Meghan Markle (42), a abandonar Frogmore Cottage, residencia real de los duques de Sussex ubicada en Windsor.
La intención de Carlos III era que su polémico hermano se mudase a esa nueva residencia y liberase Royal Lodge. Por el momento, no será posible, ya que Andrés de York ha conseguido que el monarca ceda y no lleve a cabo el tan esperado desalojo. La mansión se encuentra en Windsor Great Park, a tan solo 5,1 kilómetros del Castillo de Windsor.
Han sido meses de conversaciones y duras negociaciones en los que Carlos se ha negado a que su hermano se quedará en la casa en la que ha estado viviendo desde 2004. Ahora, parece que las aguas se han calmado y han llegado a un acuerdo. Se le ha concedido "una suspensión de la ejecución" para que Andrés pueda encontrar fondos para llevar a cabo las obras necesarias en la propiedad, según han informado medios británicos.
En 2003, el Crown Estate, la colección de tierras y propiedades pertenecientes a la monarquía británica, le concedió un contrato de arrendamiento por 75 años. A cambio, las reformas de la mansión corrían a cargo del príncipe de York. Sin embargo, muchas cosas han cambiado desde hace 20 años. En 2015, Virginia Giuffre, víctima del pedófilo millonario Jeffrey Epstein, acusó al hijo de Isabel II de haber abusado sexualmente de ella. Tras el escándalo, el príncipe fue apartado de la agenda real y despojado de sus títulos militares y reales.
Aún así, durante ese tiempo Isabel II intentó protegerle, ya que Andrés fue siempre su hijo predilecto. Pero tras su fallecimiento, todo cambió. El duque de York, que durante este tiempo se había resistido a abandonar la escena pública a pesar de sus polémicas, se convirtió en un problema para el recién coronado rey.
Con la retirada de sus títulos y la llegada de Carlos III al trono, el duque de York dejó de recibir su asignación anual de 249.000 libras, lo que le incapacitaba para seguir pagando el mantenimiento de la residencial real y de ahí la intención de desalojarle de Royal Lodge.
Sin embargo, las cosas no han ido como al monarca le hubiese gustado. Este mismo verano, el duque de York comenzó unas reformas necesarias en la mansión. Según informan medios británicos, por miedo a ser desalojado si abandonaba la propiedad temporalmente, Andrés decidió quedarse en su casa por miedo a no poder volver a entrar. La condición de permitir que siga viviendo en Royal Lodge, tendrá que invertir más de dos millones de libras en las mejoras de la mansión.
20 años en Royal Lodge
Tras la muerte de la Reina Madre en 2002, la propiedad quedó vacía. Finalmente, en 2004, fue Andrés junto a sus hijas, Beatriz (35) y Eugenia (33), quienes se trasladaron a la residencia cercana al Castillo de Windsor. Cuatro años más tarde, Sarah Ferguson (63), exmujer del príncipe, se mudó también a la residencia.
Casi tres décadas después de su divorcio, la expareja continúa viviendo bajo el mismo techo. Según señalan fuentes de su entorno, mantienen una buena amistad basada en la confianza y el respeto mutuo. A pesar del divorcio, la relación de Sarah Ferguson con la reina Isabel II era magnífica. De hecho, tras su muerte fue ella quien se quedó a cargo de los dos corgis de la reina.