Michelle Obama (58 años) se abre en cuerpo y alma en su nuevo libro, a la venta desde el 17 de noviembre, y que tiene visos de convertirse en todo un bestseller, como ya sucedió con sus memorias en 2018. La que fuera Primera Dama de Estados Unidos vuelve a hablar de su vida, sus sentimientos, sus miedos y sus frustraciones en Con luz propia. Se deja pocas cosas en el tintero, del pasado y del presente, poniendo especial énfasis en dar una serie de consejos para enfrentar las dificultades y conservar la esperanza y la estabilidad.
Así, convertida en una nueva gurú de la autoayuda, la esposa de Barack Obama (61) revela cuál ha sido su motivación para volver a meterse en esta aventura literaria: "Escribí este libro para cualquier persona que se sienta aislada, frustrada o abrumada por todas las crisis que estamos viendo en las noticias y en las redes sociales. No hay que negar que todos nos hemos sentido un poco perdidos o desatados. Todos nos hemos preguntado cómo podemos recobrar cierta estabilidad. Este libro es mi intento de compartir lo que a mí me ha brindado estabilidad durante los tiempos de cambio y dificultad a lo largo de mi vida".
Una de las cosas con las que Michelle ha tenido que lidiar desde que era pequeña es la permanente inseguridad que siente al mirarse al espejo y que, en sus propias palabras, a veces le hace tener ganas de apagar la luz cada mañana para no ver el reflejo. "Ya era alta cuando empecé el jardín de infancia y a partir de ahí seguí creciendo. La atención que se prestaba a mi estatura provocó en mí una nueva conciencia de mí misma, una ligera sensación de otredad", ha confesado.
Es precisamente la dictadura de la imagen que sufren especialmente las mujeres uno de los aspectos destacados de su libro. "Necesitamos aprender cómo querernos a nosotras mismas tal cual somos", asegura mientras hace una revelación con total sinceridad sobre los sentimientos negativos que le provoca su propio cuerpo: "Odio cómo me veo a todas horas, pase lo que pase".
Trabajar sobre la autoestima es uno de sus caballos de batalla y conocerse desde el interior, su secreto para encontrar cierta paz. "La experiencia me ha enseñado que esta clase de autoconocimiento refuerza la seguridad en uno mismo, lo que a su vez genera serenidad y la capacidad de mantener la perspectiva, lo que conduce, por último, a establecer conexiones significativas con los demás. Para mí, esto constituye el fundamento de todas las cosas. Una luz alimenta otras luces. Una familia fuerte infunde fuerzas a otras familias. Una comunidad comprometida puede iluminar las comunidades que la rodean. En eso radica el poder de la luz que irradiamos", escribe.
Precisamente de su familia, tanto de Barack Obama como de sus hijas, habla largo y tendido en Con luz propia. Lleva 30 años casada y confiesa que muchas personas le preguntan por el éxito de su matrimonio, que no ha estado exento de dificultades. Incluso han necesitado terapia de pareja para superar alguna crisis. "No tengo las respuestas, pero mi marido y yo nunca hemos tratado de ser el 'todo' el uno para el otro en la vida, para asumir por nosotros mismos toda la carga del cuidado que cada uno requiere".
Antes de conocer a esposo, esta abogada descendiente de esclavos africanos sufrió más de un desengaño amoroso por parte de "hombres que estaban menos seguros de sí mismos y de lo que querían. Eran agradables de ver y emocionantes, pero a menudo miraban por encima de mi hombro, tratando de ver quién más estaba en una habitación, qué otras conexiones se podían hacer". De pronto llegó Barack y ella agradeció que fuera "directo y claro sobre lo que quería".
Una de las personas más importantes de su vida y que más le enseñó fue su padre, enfermo de esclerosis múltiple que falleció cuando ella sólo tenía 27 años. Él le dio el mejor de los consejos para superar sus inseguridades. "Nadie puede hacerte sentir mal si te sientes bien contigo misma", le dijo cuando era pequeña. Su madre también le ha servido de ejemplo para el cuidado de sus hijas, Sasha (21) y Malia (24).
Esta es la manera en la que lo explica: "Algo que admiré de mi madre es que tenía una filosofía clara sobre la crianza de los hijos, lo cual es inusual para alguien de su generación. Mis padres nos alentaron a hablar a una edad temprana para encontrar nuestras voces. Se aseguró de que nos sintiéramos escuchados. Se aseguró de tomar en serio nuestras preocupaciones y problemas. Nunca nos trataron como los niños deben ser vistos y no escuchados. Yo he tratado de hacer eso con mis hijas".
Se siente orgullosa de verlas "prosperar de esa manera, siendo dueñas de todas sus opciones y triunfando y fracasando en sus propios términos y creciendo a partir de ese proceso. Es aterrador ver a tus hijos chocar contra una pared de ladrillos, pero eso es lo que es el crecimiento".