El 8 de septiembre es y siempre será una fecha marcada en rojo en el calendario de los Windsor. Un día como este, pero en 2022, falleció la reina Isabel II y, automáticamente, su hijo Carlos (75 años) se convirtió en el nuevo monarca británico. Una etapa de transición que este domingo llega a su segundo aniversario, marcado por una sucesión de desgracias y a su vez, un gran colapso en Buckingham.
Su primer año como monarca fue difícil. De sortear polémicas, ganarse el cariño de los británicos y replantearse una nueva monarquía. Pero este último ha sido amargo y especialmente convulso.
El pasado 17 de enero salió a la luz, con una hora y media de diferencia, que Kate Middleton (42 años) se recuperaba en el hospital de una cirugía abdominal y que la semana siguiente el rey Carlos se sometería a una intervención por un agrandamiento de próstata. El 5 de febrero, Buckingham comunicó que el soberano fue diagnosticado de cáncer y, a causa de ello, debía reestructurar su agenda y someterse a un tratamiento que sigue a día de hoy.
Las primeras semanas después del diagnóstico, el monarca se mantuvo apartado de cualquier compromiso público y apoyado en su séquito. No obstante, tanto la reestructuración de la agenda como la alternancia en las funciones, no ha sido fácil.
Normalmente, en una situación como esta, Guillermo (42), heredero a la Corona, asumiría el trabajo del Rey. Pero no ha podido ser, al menos al cien por cien, porque el Príncipe ha estado volcado en la salud de su mujer, también aquejada de cáncer. Si bien ha cumplido con parte de la agenda, sus compromisos, sobre todo en los primeros meses del año, se redujeron considerablemente.
En este último tiempo, Carlos III se ha apoyado en su mujer, Camila (76). No obstante, cabe recordar que la Reina también decidió pausar su agenda durante un periodo, por encontrarse agotada. Ocurrió el pasado marzo, después de que su cuñado Eduardo hiciera lo mismo. Un mes antes, en pleno colapso en Buckingham, el hermano menor del soberano anunció "un breve descanso en sus obligaciones".
Entonces, quien se convirtió en el gran bastón del Rey fue su hermana, la princesa Ana (74). Pero a finales de junio, en contra de su voluntad, ella también tuvo que hacer un parón en su agenda. La única hija mujer de la reina Isabel II estuvo ingresada tras sufrir un aparatoso accidente con un caballo que le produjo heridas leves y conmoción cerebral. Desde ese momento, y hasta el pasado 29 de agosto, cuando volvió a la vida pública, causó baja en la Corona.
Aunque todos han ido recuperando su agenda de compromisos con cierta regularidad, a excepción de Kate Middleton -a quien solo se ha visto en el Trooping The Colour y en la final masculina de Wimbledon-, ha sido una temporada marcada por la incertidumbre en el que Carlos III se ha quedado, durante un tiempo, sin sus 'pesos pesados'.
Un problema que ha puesto de manifiesto las consecuencias de una monarquía reducida, uno de los proyectos más polémicos de Carlos III tras convertirse en Rey y por el que fue cuestionado en el inicio de su era como monarca.
Muertes
Entre tanto caos y desastre, los Windsor también han tenido que lidiar con el dolor de dos muertes. En febrero, sólo 20 días después de conocerse el diagnóstico del Rey, falleció Thomas Kingston, el marido de Lady Gabriella Windsor, sobrina de la reina Isabel II. Perdió la vida a los 45 años, a causa de una "herida traumática en la cabeza".
Kingston fue encontrado muerto en la mansión del canto de su familia y, según informó el Daily Mail, se encontró un arma cerca de su cuerpo en una dependencia de la propiedad de sus padres en Cotswolds.
Semanas más tarde, el 6 de marzo, Carlos III recibió otra desgarradora noticia: el fallecimiento de su íntimo amigo Ian Farquhar, que durante años también sirvió a la Familia Real. Formó parte de uno de los regimientos de caballería del ejército británico y más tarde se convirtió en el escudero de Isabel II, con quien también tenía una relación muy cercana.
La evolución de Carlos
A lo largo de estos meses han sido pocos los datos que han trascendido sobre la enfermedad de Carlos III. De hecho, no se conoce el tipo de cáncer que padece. Pero esta misma semana, en un acto público, la reina Camila ha revelado que su marido progresa favorablemente.
El pasado martes, 3 de septiembre, en su visita al nuevo Dyson Cancer Centre, de la Sanidad Pública Británica (NHS), una trabajadora social le preguntó a la consorte por el progreso del Rey en su tratamiento contra el cáncer. A la pregunta "¿Él (Carlos III) está bien?", Camila respondió: "Sí, lo está llevando muy bien".