El seno de la familia Windsor se ha visto zarandeado nuevamente tras la publicación del libro Carlos III: nuevo rey, nueva corte, del autor y experto en casas reales, Robert Hardman (59 años). En la obra se revelan, además de los primeros pasos de Carlos III (75) como rey de Inglaterra, inéditos episodios de la Familia Real Británica, año y medio después del fallecimiento de la reina Isabel II.
Estos pasajes los está publicando, por entregas, el diario Daily Mail y están dando mucho de qué hablar. Ya en las primeras páginas del polémico volumen se descubre el tremendo enfado que protagonizó Isabel II con los duques de Sussex, Harry de Inglaterra (39) y Meghan Markle (42), con motivo del nombre que decidieron ponerle a su hija pequeña, Lilibet.
La pequeña, segunda hija de la pareja, nació en Estados Unidos el 4 de junio de 2021. Lo que, a priori, se enfocó como un bonito homenaje de los duques a la monarca -Lilibet es un derivado de Elizabeth, y también el apoyo que familiar con el que todos se referían, en la intimidad, a la Reina-, se tornó en una molestia manifiesta por parte de Isabel II. A ésta no le cayó nada bien que Harry y Meghan bautizaran a su hija con ese nombre.
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Isabel estaba "más enfadada que nunca", sostiene sobre el sentir de la Reina el que fue su biógrafo, Robert Hardman. Tal y como desliza este hombre, así se lo hizo saber un miembro del personal de Palacio. En esa línea, Hardman abunda en este mayúsculo enfado y añade que éste se produjo cuando Isabel escuchó a Harry decir de manera abierta que contaba con el beneplácito de su abuela para poner ese nombre a la niña.
Extremo que, según esta versión, no sería verdad. Cuando los duques decidieron ponerle Lilibet a su hija, Harry aseguró que era una forma de honrar a su abuela y que ésta estaba encantada. Pero la realidad es que esta decisión provocó todo un tsunami intramuros del Palacio, y son varias y contradictorias las versiones que existen sobre este extremo.
BBC, por ejemplo, arguye que Harry nunca pidió permiso a su abuela. Otros apuntan a que sí hubo una conversación telefónica entre abuela y nieto a ese respecto, pero que Isabel II no encontró el momento para negarse al nombre. Siguiendo este hilo argumental, se manifestó entonces que los duques jamás habrían bautizado a su hija con el nombre de Lilibet si Isabel II se hubiera opuesto.
"El duque habló con su familia antes del anuncio; de hecho, su abuela fue el primer miembro de la familia al que llamó. Durante esa conversación, él compartió su esperanza de llamar a su hija Lilibet en su honor. Si ella no les hubiera apoyado, no habrían utilizado el nombre", declaró un portavoz de Meghan Markle y el príncipe Harry en aquel momento.
No obstante, gracias al nuevo libro de Robert Hardman esa llamada y aprobación hoy se pone en entredicho. Según él, la monarca reaccionó de forma airada porque, siempre según este experto, la madre de Carlos III nunca fue siquiera consultada.
En su obra, además, Hardman indaga en otros asuntos de índole familiar, como las consecuencias de la decisión de los Sussex de renunciar a sus funciones reales. El autor da detalles sobre cómo el príncipe Guillermo (41) gestionó los ataques de su hermano a Kate Middleton (42), y cómo Carlos III quedó tocado por las acciones de su hijo.
Los últimos días de Isabel
Los últimos momentos de Isabel II en Balmoral -Escocia-, donde murió el 8 de septiembre de 2022, fueron "muy pacíficos" y sin dolor, según un documento de su secretario privado, Edward Young, del que han informado a los medios días atrás.
La reina "no se habría dado cuenta de nada" y estaba tranquila momentos antes de su fallecimiento, según el texto, contenido en la mencionada nueva biografía de Carlos III, escrita por Robert Hardman.
De acuerdo con ese libro, el ahora jefe de Estado británico estaba recogiendo setas cerca cuando murió su madre. "Muy tranquila. Mientras dormía. Se fue. Vejez. No se habría dado cuenta de nada. Sin dolor", escribió Young sobre el estado de Isabel II el día de su fallecimiento.
Según la biografía, en el lecho de muerte de Isabel II se encontró una caja roja cerrada que contenía dos cartas selladas, una para Carlos III y otra para Edward Young. El Rey y Camila (76) pasaron una hora con Isabel II en privado antes de su muerte, y Carlos había salido a recoger setas para despejarse un poco después de ver a su madre.