Cinco visitas lleva el rey emérito Juan Carlos (85 años) a nuestro país en lo que llevamos de 2023. Una cifra llamativa teniendo en cuenta que desde que se fue a Abu Dabi en agosto de 2020 ha viajado a España un total de seis veces. No hay que ser un experto matemático para darse cuenta de que sus visitas son cada vez más constantes y seguidas en el tiempo: una en 2022; cinco, de momento, en 2023.
Juan Carlos I aterrizó este pasado lunes, 20 de noviembre, en el aeropuerto de Vigo tras hacer una parada técnica en Vitoria, donde visitó a uno de sus médicos, el doctor Eduardo Anitua. En todos estos viajes, excepto el penúltimo, con motivo del 18º cumpleaños de la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, el Emérito ha aterrizado en la ciudad gallega para, a continuación, alojarse en casa de su íntimo amigo, Pedro Campos (73).
A estas alturas existe, sin duda, una normalización de la presencia de Juan Carlos en determinados puntos de la geografía patria. No fue así cuando comunicó en mayo de 2022 que iba a realizar su primer periplo a España tras su inesperada marcha a los Emiratos Árabes Unidos, provocada por sus presuntos negocios opacos en el extranjero.
Imposible olvidar aquellas intensas jornadas previas a su aterrizaje en Galicia. El exmonarca había estado fuera de su hogar casi dos años, en concreto, 21 meses en los que incluso se llegó a informar de que está atravesando por un durísimo bache de salud. "Estoy perfectamente. Hago dos horas de gimnasia al día", declaró, apresurado.
Medios de comunicación de todo el mundo enviaron a sus mejores reporteros para que hicieran guardia en los puntos calientes: el aeropuerto de Vigo, la casa de Pedro Campos, en Nanín, en la que pernoctaría el Emérito, y el Real Club Náutico de Sanxenxo, donde se celebrarían las regatas en las que compitió.
"Las regatas", cuenta a EL ESPAÑOL una persona de su entorno, "no son más que una excusa para poder respirar el aire de su tierra, disfrutar de la gastronomía de su país y rodearse de sus íntimos amigos".
Aquel primer viaje, calificado de "incómodo para la Casa Real" por parte del anterior Gobierno de coalición, estuvo rodeado de una expectación que se descontroló sobremanera. Juan Carlos I fue recibido a pie de pista en el aeropuerto por su primogénita, la infanta Elena (59), que le hizo una reverencia en señal de máximo respeto a su histórica figura tras un cálido abrazo.
En la comitiva había miembros de la Guardia Civil, seguridad privada del que fuera jefe del Estado durante 39 años y escoltas de la Casa de su Majestad el Rey. En los 46 kilómetros que separan el aeropuerto vigués del chalé de Pedro Campos, miles de curiosos se agolpaban con banderas de España, cánticos de "viva el Rey" y pancartas dándole la bienvenida y las gracias al Emérito.
En un momento de este mediático viaje, una periodista le preguntó: "¿Va a dar explicaciones?". Él respondió rotundo: "¿Explicaciones de qué?". La entonces portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez (42), fue clara.
"[Juan Carlos I] ha perdido la oportunidad de dar explicaciones, de pedir perdón, que es lo que merece la sociedad española y también la democracia", afirmó, añadiendo que "debía haber aprovechado para dar cuenta de las acciones que hemos conocido estos años, que no son compatibles con la ejemplaridad y la transparencia".
El perfil bajo, la clave
Como guinda final al pastel de ese primer viaje, Juan Carlos agendó un almuerzo privado en el Palacio de la Zarzuela para reunirse con Felipe VI (55), Letizia (51), la infanta Sofía (17), -Leonor estaba estudiando en Gales-, así como la infanta Elena y sus hijos, Felipe (25) y Victoria (23), y la infanta Margarita (84) y Carlos Zurita (80). La emérita Sofía (85), recién llegada de Miami, dio positivo en Covid-19 y permaneció, detalló Casa Real, con mascarilla en el mismo salón.
Debido al huracán mediático, político e institucional, Juan Carlos tardó once meses en regresar a España. Ese segundo viaje fue en abril de este año, y el plan era claro: perfil bajo, sin visitas y cinco días sólo en Sanxenxo para entrenar y competir en las regatas.
Su estancia se desarrolló con discreción, aunque coincidió con la precampaña de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Juan Carlos ha seguido la tónica del silencio, y en julio realizó su tercer viaje; a finales de septiembre, el cuarto; en octubre el quinto y ahora, en esta semana de noviembre, disfruta del sexto desde que se trasladase a los Emiratos.
El rey Juan Carlos ya no tiene cuentas pendientes con la justicia, motivo por el que muchos españoles consideran que debería residir donde quisiera. Pese a ello, fijó su residencia fiscal en Abu Dabi. En marzo de 2022, la Fiscalía archivó las tres causas abiertas de Juan Carlos I. Lo hizo por insuficiencia de indicios, prescripción de delito, inviolabilidad y validación de las regularizaciones fiscales ante Hacienda.
La última de sus pesadillas legales llevaba la firma de Corinna Larsen (59), que lo demandó en Reino Unido por un presunto delito de acoso y le pedía 145 millones de euros. Hace un mes, la justicia dio la razón Juan Carlos I, que en un comunicado expresó estar "muy satisfecho".
Este fin de semana, el exsoberano competirá junto a su hija mayor, la infanta Elena, en la regata Desafío Barceló, almorzará en el Real Club Náutico un menú valorado en 35 euros, según La Voz de Galicia, y será el lunes, 27 de noviembre, cuando tome el jet privado de vuelta a Abu Dabi, quién sabe si para regresar a esta, su tierra, una sexta ocasión antes de que concluya el año. La séptima, en total.