Volvemos de las vacaciones de Semana Santa el mismo día que los escolares vuelven al colegio. Ya sabemos que esa es la costumbre de la Reina, tomarse los mismos días de descanso que los alumnos de cualquier centro. Los Reyes han comenzado la semana celebrando un aniversario, y no uno cualquiera, sino el segundo centenario del Ateneo de Madrid, un centro de referencia cultural en la capital española desde hace dos siglos.
Para esta ocasión Letizia (50 años) ha vuelto a sorprendernos, no con un vestido nuevo y espectacular, sino con esa extraña sensación que tenemos de que la Reina no tiene termostato o que con ella no van las estaciones del año: en otoño se viste de verano y en primavera de pleno invierno, y eso es lo que ha ocurrido esta mañana, con las altas temperaturas que hemos tenido y estamos teniendo, ella ha lucido un diseño de tejido gordo y manga larga.
El diseño en sí no es el problema. Se trata de un vestido muy bonito, lo que ocurre es que el tejido no es el apropiado para los 25 grados que se esperan esta mañana de 11 de abril en Madrid, ya que está hecho de punto. Para darle más detalle se trata de lana merina en color azul marino, de línea evasé y largo midi, con el escote en forma de caja y manga francesa. Un patrón que le encanta y del que tiene muchos ejemplos en su vestidor. Lo que marca la diferencia en este, y que hace que nos acordemos de él nada más verlo, es su estampado: dos flores resaltadas en blanco, dos enormes claveles.
Nadie puede decir que la elección no es ideal y perfecta para el acto de esta mañana, de hecho, nos encantan como están tejidas las flores con la técnica de intarsia-jacquard, que sirve para tejer dibujos y no tener que estamparlos. Lo firma Galcon Studio, una marca española, que lo tenía a la venta el invierno del año pasado por 229 euros.
Para completar el look y no perder la costumbre, la Reina ha acoplado un cinturón fino de piel negro, para que le marque bien la cintura, como a ella le gusta. El original de la firma no lo lleva.
La primera vez que le vimos este conjunto fue en invierno del año pasado, el 7 de marzo de 2022 durante una visita a Málaga.
En cuanto a los complementos, ha elegido unos salones de ante negro de la línea CH de Carolina Herrera que tiene en su zapatero desde hace años y el bolso de la firma española Mauska. Bautizado con el nombre de Rosario, es un bolso de color negro, con cierre de cremallera que recuerda a los que se llevaban durante los años 40 y 50 en toda Europa. Lo tienes en distintos tamaños, el que lleva ella es el mediano, cuyo precio es de 335 euros y lo puedes comprar en la web.
Lo mejor del look han sido unos pendientes largos que hacía mucho que no veíamos, los que pertenecen a la colección Falling Jasmine. Están diseñados por Carolina Adriana Herrera, la hija de Carolina Herrera. Están realizados en plata bañada en oro y esmaltados en blanco. No faltaba el anillo de Coreterno.