Aún está de duelo por la muerte de su hermano, Constantino de Grecia, hace dos meses, pero va retomando su actividad poco a poco. La reina emérita Sofía (84 años) ha sorprendido en su último acto público luciendo una joya que tiene un significado muy especial y que denota que, pese a las dificultades, sigue teniendo a su marido muy presente en el recuerdo.
Presidía la entrega de uno de sus galardones favoritos, a los que nunca falta, la 58ª edición del Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, y fue vitoreada y aplaudida a su llegada a Casa de Vacas del madrileño Parque del Retiro. Las personas que allí la esperaban no dudaron en mostrarle todo su apoyo, conscientes de que la madre de Felipe VI (55) aún está muy triste. Ella respondía sonriendo agradecida.
Sigue vistiendo de oscuro, aunque esta vez añadió un ligero toque de color con una americana de terciopelo burdeos, junto con pantalones y bufanda negros: un semiluto perfecto. Sin embargo, era en los accesorios donde se escondían los detalles más significativos. La Emérita llevaba prendido en la solapa de la chaqueta uno de sus broches favoritos, en forma de libélula, que ha lucido en otras ocasiones. Siempre procura añadir este tipo de piezas a su ropa para darles su sello personal.
Más importante era uno de los anillos que lucía y que curiosamente ha vuelto a recuperar. Se trata de la joya que Juan Carlos I (85) le regaló hace 60 años para pedirle matrimonio: una maravillosa pieza compuesta por un aro de oro y dos rubíes redondos, unidos por un diamante talla baguette. El hecho de que se hubiera puesto otros muchos en ambas manos no evitó que éste pasara inadvertido.
Con ella viaja directamente a aquel mes de septiembre de 1961 cuando el entonces príncipe le hizo entrega del anillo de compromiso de una manera original y muy poco protocolaria. Se lo tiró directamente al grito de: "¡Sofi, cógelo!" y prescindió de formalismos como ponerse de rodillas o besar su mano.
Era el comienzo de una historia de amor llena de altibajos y que actualmente está rota por la distancia física, aunque no tanto emocional según se puede intuir en este gesto de Sofía. No es la primera vez que se pone esta joya en los últimos años, aunque no está entre sus habituales.
Lo que parece claro es que la Emérita sigue teniendo muy presente a su marido, que se ha instalado definitivamente en Abu Dabi y no hay noticias de que tenga planeado visitar España recientemente. El acto de entrega de los premios transcurrió en un ambiente relajado y distendido y se puede ver a Sofía llevándose la mano constantemente al cuello para sujetar la pasmina, lo que hacía que el anillo fuera visible en la mayoría de los gestos.