No es la mejor tarde para salir de paseo por Madrid. Llueve mucho en la capital española, hace frío y los atascos se cuentan en kilómetros. Sin embargo, el trabajo y el deber están por encima de todos esos impedimentos y Letizia (50 años) ha salido de Zarzuela para presidir un acto celebrado por el BBVA. Además, la cita ha tenido lugar en pleno centro de la ciudad, en la sede de la Fundación de este banco, en el Palacio del Marqués de Salamanca.
El caso es que la tarde estaba poco apetecible para lucirse y la Reina lo ha demostrado eligiendo para la ocasión un look de working girl aburrido y sin mucha novedad, ya que ha vuelto a tirar de fondo de armario.
Este acto ha celebrado el 15 aniversario de los microcréditos que concede esta Fundación y que ayudan a miles de mujeres en el mundo. Para acudir, Letizia ha elegido un vestido en color burdeos de Massimo Dutti que le hemos visto ya en varias ocasiones. Parece claro que la Reina quiere terminar el año sin grandes titulares en lo que a estrenos de vestuario se refiere.
Este diseño de la firma de Inditex está confeccionado en un tejido de algodón, en punto fino de poco peso, lo que le da un toque fluido muy original. Es de cuello alto, manga larga con hombreras, el cuerpo es overside y de falda de corte midi. La primera vez que lo llevó fue en febrero de 2021 durante la inauguración de una exposición y luego, pasado un mes, en el viaje a Andorra que realizó con su marido, Felipe VI (54). La tercera vez fue en marzo de este año en Palma de Mallorca y este martes 20 de diciembre ha sido la cuarta.
Lo más destacable del estilismo de esta tarde vuelve a ser el cinturón, que parece que protagoniza últimamente todas sus apariciones, ya que el otro día, con el vestido (de corte parecido) de color gris de Adolfo Domínguez también quiso llevarlo. Además, cuanto más apretado lo lleva, parece que le gusta más, aunque al resto de los mortales nos resultaría casi imposible respirar.
El resto de los complementos que ha elegido Letizia para esta tarde gris tampoco son nuevos. Se trata de unos salones en color burdeos, a juego con el tono del vestido, de la firma española Magrit y la cartera de mano de Nina Ricci que tanto le gustaba hace un par de años. Es el modelo Arch, está realizada en piel natural negra y tiene un precio de unos 1.000 euros.
En cuanto a las joyas, además del ya perpetuo anillo de Karen Hallam, la Reina ha lucido los pendientes Needle i Am de la marca española Gold&Roses, hechos en oro rosa, diamantes y rubíes que llevan varios meses en su joyero y que han pasado a ser de sus favoritos.