Sólo lleva unos días como nuevo monarca británico, pero las polémicas se le acumulan. Además de los arranques de mal genio que Carlos III (73 años) ha tenido en dos de sus actos institucionales más importantes tras la muerte de su madre, ahora son los empleados de su antigua residencia, Clarence House, los que están en pie de guerra contra él.
Según informa el periódico The Guardian, el personal recibió un aviso de despido durante la celebración del servicio religioso en memoria de Isabel II que se celebró el martes 13 de septiembre en la catedral de Edimburgo. Un momento que no parece el más adecuado para anunciar algo así, aunque no sólo han sido las formas lo que ha enfadado a los receptores, sino el contenido.
Gran parte del personal que había trabajado hasta ahora para el expríncipe de Gales y su esposa estaba convencido de que entraría a formar parte de la nueva Casa del Rey al trasladarse las oficinas al palacio de Buckingham, nuevo hogar de los monarcas, pero no será así.
Hasta 100 empleados de Clarence House recibían este aviso de su posible despido, entre ellos, los secretarios privados del actual monarca, el departamento de finanzas, el equipo de comunicación y también el personal doméstico que atiende todas sus necesidades.
La información que maneja el citado medio británico apunta que se les hizo llegar una carta de sir Clive Alderton, principal ayudante del Rey, donde se les advertía de lo que podía pasar. "El cambio en el rol de nuestros directores también significará un cambio para nuestro hogar. La cartera de trabajo previamente realizada en este hogar apoyando los intereses personales, las actividades anteriores y el hogar del expríncipe de Gales ya no se llevarán a cabo, y el hogar en Clarence House se cerrará. Por lo tanto, se espera que ya no se necesiten los puestos basados principalmente en Clarence House, cuyo trabajo apoya estas áreas. Aprecio que esta sea una noticia inquietante y quería informarles sobre el apoyo que está disponible en este momento", reza la misiva.
Aún así, todavía hay un periodo de consultas para tomar una decisión definitiva, tal y como anunciaba Clarence House: "Después de la adhesión de la semana pasada, las operaciones de la casa del expríncipe de Gales y la duquesa de Cornualles han cesado y, como lo exige la ley, ha comenzado un proceso de consulta. Nuestro personal ha brindado un servicio prolongado y leal y, si bien algunos despidos serán inevitables, estamos trabajando con urgencia para identificar roles alternativos para la mayor cantidad de personal".
Son poco más de un centenar de empleados los que trabajaban en la antigua residencia de Carlos III: 31 en la oficina de secretarios privados, otros tantos en la parte de tesorería y 12 en su oficina de comunicaciones, además de 28 personas de servicio doméstico. De todos ellos, parece que habrá bastantes despidos, aunque se les brinda apoyo en la búsqueda de nuevas oportunidades.
[La gran tristeza de Camilla: riguroso luto y solemnidad en su primer acto como reina consorte]
A esta polémica se le suman los dos gestos que ha tenido Carlos III en sus primeras actuaciones como rey, primero al indicar de malas maneras que le retiraran un tintero durante el acto la proclamación y luego sus exabruptos al mancharse los dedos con la tinta de una pluma mientras firmaba un documento. "No soporto esta maldita cosa", se le escuchó decir.