Este sábado 9 de abril es un día triste para la Familia Real británica. Se cumple un año del fallecimiento del duque de Edimburgo, quien perdió la vida a causa de su avanzada edad -99 años-. Un primer aniversario marcado por el deterioro físico de la reina Isabel II (95 años) y el distanciamiento de los Windsor. 12 meses después de la muerte del príncipe Felipe, la salud de su mujer no es la misma y la separación entre sus descendientes parece ser mayor.
Aunque en sus 70 años de reinado la soberana no se ha permitido agachar la cabeza y aún en sus momentos más difíciles -como la muerte del duque de Edimburgo- ha dado la cara por la Corona, en los últimos meses no ha podido evitar los problemas de salud propios de la edad.
En octubre de 2021, Isabel II hizo saltar todas las alarmas tras aparecer con bastón en un acto religioso en la Abadía de Westminster. La preocupación por su salud aumentó en los días siguientes, cuando se llevaron a cabo una serie de medidas de la que no se desvelaron mayores detalles. Por recomendación médica, dejó de beber alcohol de forma diaria e hizo un alto en su agenda institucional. Así, canceló viajes programados, redujo sus compromisos y hasta pasó una noche en el hospital para someterse a "exámenes preliminares".
Este año la situación no parece mejorar. Isabel II enfermó de Covid y ha manifestado problemas de movilidad que han marcado el curso de su agenda. Además de no poder pasear a sus corgis por encontrase "demasiado frágil", la Reina se ha ausentado de importantes compromisos para la Corona, como el Día de la Commonwealth, celebrado el pasado 14 de marzo.
A raíz de aquella inesperada ausencia -anunciada pocos días antes del evento- se ponía en duda su asistencia al servicio religioso en memoria del duque de Edimburgo, el 29 de marzo. No fue hasta la mañana de ese misma jornada, cuando un portavoz de Buckingham confirmó su presencia en un emotivo acto en el que se rindió homenaje a quien fue su compañero de vida por 74 años.
La reina Isabel II, contra todo pronóstico, llegó a la Abadía de Westminster del brazo de su hijo Andrés de Inglaterra (62), quien ocupó, además, un lugar de honor en el centro religioso. Era la primera vez que el duque de York se dejaba ver públicamente desde que alcanzara el pasado febrero un acuerdo extrajudicial con la mujer que lo denunció por abuso sexual cuando ella era menor de edad.
Así, Isabel II impuso su voluntad frente a la de su hijo Carlos (73) y su nieto Guillermo (39), quienes en los últimos meses han intentado mantener al margen al duque de York por su controvertido comportamiento. Según la prensa británica, de hecho, fueron ellos quienes le recomendaron a la monarca que despojara al príncipe Andrés de todos sus títulos el pasado 13 de enero.
El único de los Windsor que no estuvo presente en el homenaje al duque de Edimburgo fue el príncipe Harry (37), residenciado en Estados Unidos y en 'guerra' con el Ministerio del Interior por su negativa a facilitarle protección personal cuando visite el Reino Unido, a pesar de que se ha ofrecido a pagarlo de su bolsillo. Este gesto lo ha distanciado aún más de su familia, también 'fracturada' por las polémicas del príncipe Andrés.
Aunque el cisma de los Windsor viene de antes, se ha intensificado tras el fallecimiento del duque de Edimburgo, hoy, más que nunca, presente en la memoria de Isabel II y de todos aquellos que formaron parte de su vida.
[Más información: Así ha sido el emotivo homenaje al duque de Edimburgo en la Abadía de Westminster]
Noticias relacionadas
- El príncipe Harry se distancia aún más de su familia: no asistirá al funeral en memoria de su abuelo
- El príncipe Guillermo y Kate Middleton planean su mudanza para estar más cerca de la reina Isabel II
- Craigowan Lodge, la histórica casa que reforma Isabel II para hacer frente a sus problemas de movilidad