Hace exactamente un año, la vida de los Grimaldi era, más o menos, como la del resto de personas del mundo. La segunda ola de la pandemia azotaba con fuerza, las vacunas no terminaban de llegar y la distancia social, la mascarilla y la higiene de manos eran clave para evitar la expasión del coronavirus.
Pese a ello, el 19 de noviembre de 2020, la primera familia del Principado se echaba a las calles con su sofisticación congénita para celebrar el Día Nacional de Mónaco. A la cabeza, el jefe de Estado, el príncipe Alberto II (63 años). Junto a él, cogida su brazo, su consorte, su esposa, su incansable compañera, la madre de sus dos hijos pequeños, la princesa Charlène (43). La realidad de los Grimaldi hoy es radicalmente diferente.
En la mañana de este viernes, Alberto de Mónaco, que quiso mantener el 19 de noviembre como el Día Nacional al tratarse de la fecha en la que su padre, Rainiero III, llegó al trono, presidirá los actos conmemorativos sin la compañía de Charlène. La princesa está enferma y su problema no es sólo una cuestión física. Según ha declarado Alberto II a Mónaco Matin, "necesita descanso y paz. Hay fatiga, no solo física, que sólo se puede tratar con un periodo de descanso y seguimiento".
La noticia de la ausencia de Charlène no sólo ha decepcionado, sino preocupado al pueblo monegasco. Según la tradición, el príncipe y su consorte saludan desde el balcón del palacio en tan señalada fecha. El momento de desconexión de Charlène de la vida pública lo hará, y ahí radica lo más llamativo de todo, fuera de las fronteras monegascas. El propio jefe del Estado ha informado de que la madre de Jàcques (6) y Gabriella (6) se encuentra lejos de Le Palais Princier. Charlène "no está en el Principado, pero podremos visitarla muy pronto. No puedo decir más por discreción", concluyó el soberano.
Estas palabras del príncipe Alberto no hacen más que alimentar las especulaciones y aumentar la desazón, no sólo en torno a la salud de la africana, sino a la salud de su propio matrimonio. Desde el pasado mes de mayo, momento en que la exnadadora viajó a Sudáfrica por motivos laborales y fue diagnosticada de una grave infección de oído, nariz y garganta que la llevaron varias veces al quirófano con anestesia general, los rumores en relación a una posible separación han estado encima de la mesa.
Tanto el mandatario como su esposa lo han desmentido en infinidad de ocasiones, no sólo mediante declaraciones públicas de amor y apoyo mutuo, sino también a través de imágenes que han difundido de manera oficial a los medios de comunicación y a través de sus propias redes sociales.
Lo cierto es que desde mayo hasta noviembre, el matrimonio tan sólo se ha visto en dos ocasiones: una en Sudáfrica, en el mes de agosto, y otra en el regreso a casa de Charlène. Ahora la princesa ha emprendido un descanso de "varias semanas" para recuperarse de de todas sus dolencias.
Engalanada al más puro estilo Grimaldi, con toda la pompa y el boato propio del Principado y de su familia más celebre, amanecerá este viernes la Catedral de Mónaco, uno de los escenarios del Día Nacional. Los actos conmemorativos comenzarán, como es tradición, en el citado templo, donde la familia de Alberto de Mónaco al completo, asistirá a la misa de acción de gracias. Todos, excepto ella, Charlène, cuya salud y paradero es el tema de debate más recurrente en la jornada más especial del glamouroso Principado y sus casi 40.000 habitantes.
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