En España, el verano es la época propicia para coger color y disfrutar de las propiedades del sol. Pero ya se sabe que todo en exceso acaba resultando perjudicial. Y ya no hablamos únicamente de sufrir contratiempos graves como pueden ser las quemaduras, insolaciones o el cáncer de piel. Hay una serie de síntomas que pueden prevenirse y remediar con gestos muy sencillos.
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No hay que olvidar el papel que desempeña la piel. Hace la función de escudo protector recubriendo todo el cuerpo. Sin embargo, el sol puede causar importantes estragos en ella, sobre todo durante el periodo estival, cuando pasamos más tiempo al aire libre en la piscina, en la playa o en la montaña, y además lo hacemos con menos protección.
Es habitual que cuando nos quememos debido a una excesiva exposición solar la piel se acabe pelando. Resulta un tanto antiestético, pero también llega ser molesto al aparecer con picores. Es la manera que tiene la epidermis de rebelarse ante una quemadura solar. Los expertos señalan que esta descamación es un proceso fisiológico que se integra dentro de la fase madurativa de la piel, que con el paso del tiempo va cambiando y que es capaz de ir renovándose.
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Sin embargo, el gran problema es cuando este cambio tiene lugar de forma acelerada o en una cantidad más elevada de lo habitual, que es cuando pasa a considerarse una anomalía.
Remedios para evitar que se pele la piel
Para que la piel no se pele es preciso mantenerla correctamente hidratada y protegida de la radiación. Cuando nos veamos afectados por descamación a consecuencia del sol hay que tener en consideración una serie de detalles que contribuirán a reducir de manera importante este problema o incluso a prevenirlo en el futuro.
Enfriar la parte afectada
Si aprecias que tienes alguna parte del cuerpo excesivamente roja y te quema al entrar en contacto con alguna prenda, posiblemente tengas un problema y en muy poco tiempo empezarás a descamar. En primer lugar, lo aconsejable sería aplicar algo de frío en la zona, ya sea con una ducha o baño. Conseguirás calmarla durante un tiempo.
En lo que refiere al secado, también es importante que le prestemos una cierta relevancia. Nunca hay frotar con la toalla, sino que lo conveniente sería presionar para acabar con la humedad y conseguir que no se levante la piel.
Hidratación de la piel
Una vez aplicado el frío y secada bien la zona dañada será el momento de hidratarla. Lo adecuado sería recurrir a lociones ricas en aloe vera, aceite de rosa mosqueta, aceite de almendras o productos con almendras, que tienen la capacidad de aportarle a la piel los nutrientes adecuados para que se regenere.
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Tampoco sería una mala opción recurrir al aftersun. Al igual que antes de exponernos a la radiación del solar nos echamos cremas de protección, al término de la sesión de sol también deberíamos hacer lo propio con este tipo de cremas. Su objetivo es calmar la piel después del bronceado, además de evitar las quemaduras y el levantamiento de la piel por sus agentes hidratantes y calmantes.
La importancia de la bebida y la alimentación
La hidratación de la piel no se limita únicamente al cuidado desde el exterior, también desde el interior. Para ello hay que beber la suficiente agua. Los médicos aconsejan ingerir un par de litros al día, que puede ser más en función del calor y los esfuerzos realizados.
Los líquidos como el agua suponen el combustible necesario que precisa la piel para repararse. Pero también encontramos en la alimentación un perfecto aliado en este sentido. Las vitaminas C y E son antioxidantes y protegen la piel de los daños solares. También hay que prestarle atención a los ácidos grasos Omega-3, que tienen la capacidad de reparar, hidratar y aportarle un extra de elasticidad a la dermis.
No rascar la parte pelada
Es posible que cuando se pele la piel suframos molestias en forma de picores. Cuando ocurra esto debemos hacer todo lo posible para no rascarnos, ya que este gesto que consideramos a simple vista inocente puede dañar mucho más la piel.
Por lo tanto, cuando salgas de la ducha o del baño no te frotes con la toalla ni te rasques con las uñas. Los expertos aconsejan utilizar un gel ligero que proteja el pH natural, evitando los que contengan alcohol.
Otro error que cometemos con bastante frecuencia es tirar de la piel que se ha desprendido. Lo único que se consigue es arrancar parte de la epidermis sana, además de multiplicar las opciones de sufrir posibles infecciones.
La mejor protección para la piel
Aunque pueda parecer un tanto obvio, la mejor forma de proteger la piel es no exponiéndola a los rayos de sol. Para ello hay que emplear ropa, gorra y sombreros, además de la protección solar. Al contrario de lo que pensamos, no solo hay que aplicarla en los meses de verano, también durante el resto del año, sobre todo en aquellas zonas que están más expuestas como el cuello, cara o brazos.
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El levantamiento de la piel no requerirá visitar al médico. Sin embargo, cuando se traten de quemaduras con ampollas o un enrojecimiento demasiado intenso, en ese caso sí que sería aconsejable ponerse en manos de un especialista. De esta manera podrá valorar la situación y recetarnos algún tipo de medicamento tópico u oral.