El entorno del Duero en particular, y Castilla y León en general, son tierras eminentemente vinícolas. Todo el mundo conoce las grandes denominaciones de origen de Ribera del Duero, Toro, Rueda o Bierzo. Sin embargo, hay muchas más, pequeñas, interesantes, generalmente constituidas alrededor de pequeños ríos afluentes del Duero por ambas vertientes. Cómo curiosidad, en la gallega denominación de origen de Monterrei, en los alrededores de Verín, donde prospera la variedad blanca godello, es atravesada por el río Támega, que no va al Miño, sino que es el último afluente del Duero por la derecha.
Una denominación de origen poco conocida, pero muy interesante es Valtiendas. Está situada en la provincia de Segovia y tiene como eje central el río Duratón. Este sí es un río muy famoso por sus 'hoces' o recovecos por donde pasa encajonado entre montes y pequeñas presas, donde se practica el senderismo y sobre todo el piragüismo. Nace en Somosierra y termina en Peñafiel, ya en plena zona vinícola de Ribera del Duero.
Por el camino hace Valtiendas, denominación a la que pertenecen pueblos tan bonitos como Sacramenia, San Miguel de Bernuy, Fuentidueña y los pueblos colindantes, que la mayoría se apellidan de Fuentidueña; y por supuesto, Valtiendas. Es una zona que recomiendo conocer con la base gastronómica de los vinos de su D.O., y como plato típico principal, bien hecho, el lechazo asado, como no puede ser de otra manera.
Fundamentalmente elaboran tintos con la variedad tempranillo, aunque también están autorizadas la cabernet y la merlot; y la albillo como variedad blanca. Todo a imagen y semejanza de su hermana mayor, Ribera del Duero. Una de las firmas más señaladas y conocidas en la zona se llama Finca Cárdaba.
Dónde probar los vinos de D.O. Valtiendas
Particularmente ricos son los vinos de la marca Evolet, cuyos viñedos y bodega están en el pueblecito de Valles de Fuentidueña, que es de donde procede su propietario y elaborador, Óscar Hernando. Se pueden encontrar en muchos sitios, pero donde les recomiendo que los prueben es en el restaurante donde oficia Óscar, el Silvano Maracaibo, conocido simplemente como El Maracaibo, un restaurante de alta cocina, decididamente especial y distinto, ubicado en el centro de Segovia. (Paseo Ezequiel González, 25).
El restaurante lo montan sus padres en 1972, y él con 14 años ya empieza a trastear en la cocina. Le va enseñando su madre, y su historia recuerda a la de otros grandes cocineros del país que aprendieron de sus madres las bases, y luego explotaron ellos en un alarde de creatividad y originalidad. Estudia un módulo de cocina y otro de sala en El Espinar, pero es en casa donde aprende a hacer de todo: caracoles, lengua, guisos complejos. Entiende que la buena gastronomía tiene que estar ligada al vino y con 21 años hace su primer curso de sumiller. Luego con gente tan combativa de la zona como Pablo Martín, del restaurante Cándido, y durante muchos años presidente de los sumilleres de España y de Castilla y León, por supuesto; o Mazaca, de La Granja de San Ildefonso, y toda una generación de expertos segovianos mayores que él con los que aprende.
Desbordan su zona y en se vuelcan en la naciente Ribera del Duero, donde Óscar Hernando y muchos de sus colegas asesoran a bodegueros recientes en sus primeros pasos, y promocionan sus vinos en los restaurantes que regentan. El paso a bodeguero y elaborador de sus propios vinos lo da en 2007 con la recién montada D.O. Valtiendas, y se hace con cinco hectáreas propias en su pueblo, más uvas que compra en otras partes. Monta la marca Evolet y aparte de distribuidores y contactos tiene un sitio ideal para darlo a conocer, su propio restaurante Maracaibo.
Este es uno de los restaurantes distintos a lo habitual. La mayor parte de los turistas que acuden a comer a Segovia van a tiro hecho: judiones de La Granja y cochinillo. En Maracaibo también se puede comer cochinillo si se encarga, pero lo suyo es cocina con sólida base local, con una gran dosis de creatividad.
Comienza la cata del primer Evolet Roble 2020. Elaborado con tempranillo, se cría en barrica usada, de cuatro años, durante 10 meses, y luego seis meses más en tino de madera. Y claro, no parece un roble al uso, ya que se muestra contundente y expresivo en nariz, con mucha fruta negra que está en plena fase de madurez. En boca es potente, glicérico, con estructura. Tiene un precio de tan sólo 10 euros y es su vino de entrada de gama.
Óscar Hernando lo sirve en esta ocasión con un bonito del norte en semi salazón con encurtidos; un tartar de sardina con helado de albahaca, y una sinfonía de setas con foie gras.
El siguiente vino es el clave de la casa, y como el anterior una demostración de lo que puede dar de sí Valtiendas. Es el Evolet Vivencia 2019. Procede de unos viñedos muy viejos de 52 años y se cría en barricas de segundo y tercer año durante 20 meses. Es un vino que hay que dejar un rato abrirse o decantarlo porque viene con mucha concentración. Una vez abierto aparece perfumado, complejo, porque tiene muchos matices olfativos, empezando por lo típico de la tempranillo de esta tierra que es la fruta negra, junto con aromas de monte bajo y balsámicos. La boca con fuerza y cuerpo, carnosa, ligada a una buena acidez, lo que lo hace muy equilibrado. Su precio es de 17 euros.
En esta ocasión lo sirve con un pequeño plato de judiones con choricito y tocinillo; mero con su piel churruscada y una vizcaína con un puntito de chiles; arroz con paloma, y termina con una orejita de cochinillo crujiente sobre crema de puerro.
Desde luego es una ventaja ser a la vez bodeguero- elaborador y cocinero con arte, porque el cliente lo disfruta a fondo. Algo que se puede conseguir con Óscar Hernando, su restaurante Maracaibo y sus vinos de Valtiendas.