Es una demostración de fuerza, porque si una bodega te convoca a una cata para celebrar su 20 aniversario, como hizo la ribereña Monteabellón hace pocas semanas, lo último que te esperas es encontrarte allí con seis bodegueros que también traen sus vinos a catar, y no firmas cualesquiera, sino de las más relevantes y prestigiosas de toda Ribera de Duero. Lo nunca visto, y hay que tener mucha confianza en uno mismo como para hacerlo.
Monteabellón la tiene y no se equivocó. Desde el impulso, desarrollo y triunfo de Ribera de Duero en los años 90, se han visto muchas cosas en la denominación a la hora de aparecer bodegas nuevas. Poderosas firmas riojanas que han invertido allí; empresarios de éxito, sobre todo de la construcción, acompañados por famosos y futbolistas, que montaron potentes bodegas, y que la mayoría de las cuales se fueron al garete con la crisis del 2008. También muchos viticultores, medianos y hasta pequeños, que prefirieron no vender su uva a terceros y poner en marcha sus propias bodegas que, en muchas ocasiones, han salido muy bien.
Y luego está el caso de Monteabellón. Ellos están en el grupo de empresarios potentes que invierten en bodega, pero su firma base se llama Castilla Servicios Agrarios, y son líderes en servicios agrícolas para viñedos. Trabajan para otras bodegas plantando vides, preparando terrenos, montando espalderas, muchas veces se encargan de hacer las podas y los tratamientos, hacen vendimias mecanizadas, en Ribera y, sobre todo, en Rueda. Entrarían, entonces, en el grupo de viticultores que quieren hacer su propio vino, pero a lo bestia.
La historia de Bodega Monteabellón
En el año 2000 empiezan a montar su bodega y sacan sus primeras elaboraciones a partir del 2002. Empiezan con 25 hectáreas propias y ahora ya tienen 175. El mantra, cierto, de que para hacer un buen vino es necesario tener una gran materia prima y luego no estropearla en la bodega, es su caso, por el hecho de ser unos especialistas precisamente en conseguir buena materia prima.
Además, su empresa de servicios agrarios va como un tiro y lo deben de hacer muy bien porque tienen muchos amigos. Por eso el día de la fiesta de su vigésimo aniversario se presentaron Alberto García de Mauro y Garmón, Francisco Barona, con la bodega del mismo nombre; Nacho Arzuaga, de Bodegas Arzuaga Navarro; Jesús Sastre de Bodegas Viña Sastre; Ismael Sanz de Dominio de Atauta; y Marta Maté de la bodega del mismo nombre. Todos con sus extraordinarios vinos debajo del brazo.
En la bodega ubicada en el pueblo de Nava de Roa les esperaban los anfitriones, la familia García o como les gusta llamarse, la familia Monteabellón. «Mi abuelo ya tenía viñedos, explica Juanma García, que ejerce de gerente de la compañía; pero fueron mi tío y mi padre los que desarrollaron la firma de servicios agrarios. Mi padre y mis dos hermanos se dedican a esa empresa; mi tío lleva la bodega, mi prima el marketing y yo gerencia y un poco de todo, comenta. Familia Monteabellón es una empresa familiar basada en tres sociedades, las viñas, los servicios agrícolas y la bodega, que nos agrupa a todos, y nos va bastante bien», concluye.
Entre unos vinos y otros, jóvenes, roble, rosados, blancos, hacen como un millón de botellas, pero su punta de lanza es su Monteabellón 14 meses. Es un vino interesante, muy frutal en nariz, con toques especiados, clavo, canela; y una boca sabrosa, potente, redonda y un precio más que accesible (P. V. P.: 12,10 €).
Y luego disponen de dos vinos de finca, Matambres, donde aparece la casta de la tempranillo de Ribera a través de fruta negra, monte bajo, regaliz y boca equilibrada y muy seria (P. V. P.: 22,30 €). Y por último la joya de la corona que cerró la cata de los grandes vinos de los bodegueros invitados, y que presentó el enólogo de la casa, Isaac Fernández.
Se trata de Finca La Blanquera, en este caso de 2017. Un vinazo dominado por la fruta negra madura, mucha ciruela negra, intenso, elegante, profundo, con recuerdos balsámicos de los que despejan la nariz, y tinta china. En boca muy moderno, potente pero fresco, sedoso, de muy buen paso y muy largo (P. V. P.: 43,40 €).
Una fiesta en la que se cataron ocho grandes vinos, de los cuales sólo dos de la casa. Una degustación sin complejos, porque esta casa ha demostrado que no tiene motivos para tenerlos.