En el desolador año 2020 quisieron celebrar su 50 aniversario por todo lo alto, con un vino especial y una buena fiesta; pero no fue posible. Ahora buscan celebrar el 50+1, y de cualquier manera, el vino sí lo han sacado hace poco y es realmente bueno. Un homenaje de Cristina Forner a su padre Enrique, fundador de la bodega en 1970.
Casi todo el mundo se sorprende cuando se enteran que Marqués de Cáceres tiene tan sólo 51 años de vida, porque la hacen como una bodega centenaria de esas que están en el Barrio de la Estación de Haro. Y es que de alguna manera esta firma está en el subconsciente de los aficionados al vino como un clásico de calidad. Antes de los 70, si quitamos a las bodegas centenarias riojanas y algunas repartidas por aquí o allá, no embotellaba nadie, y lo que se vendía era más bien vino a granel que se compraba en la bodeguita de la esquina. Luego aparecieron las botellas de seis estrellas, de un litro, retornables, con un taponcito de plástico: las famosas, entonces, Savin o Casa.
Una trayectoria bordelesa
Pero fue a partir de los setenta en que ya empezaron a proliferar las botellas de Rioja embotellado, como Campo Viejo, Berberana, Paternina y muchas más; y entre ellas Marqués de Cáceres, que se distinguió inmediatamente por su estilo, más frutal, más color, más estructura en boca, mucho más bordelés. Y es que es de ahí, de Burdeos, de dónde venía, precisamente, Enrique Forner. Su padre, Felipe Forner, tenía en tierras de Valencia su negocio de vinos que se llamaba “Vinícola Forner”; pero tras la guerra civil tuvieron que abandonar todo y huir a Francia. Como lo que conocían era el mundo del vino siguieron en él, con tanto éxito que a finales de los sesenta Enrique Forner y su hermano pequeño Eliseo eran ya propietarios de Château Larose Trintaudon y de Château Comensac, este último un “premier cru clase” del Medoc, es decir, un vino con apellidos y reconocimiento. El negocio iba tan bien que decidió que su hermano y su hijo mayor se quedaran en Burdeos al frente de las operaciones; mientras Enrique iría a invertir en España, concretamente en Rioja.
Acompañado de Emyle Peynaud, uno de los grandes sabios históricos de la enología francesa y profesor muy reconocido, eligieron el pueblo de Cenicero, en Rioja Alta, para poner en marcha la firma. Se llamaría Marqués de Cáceres, porque en aquellas épocas sacar marqueses y castillos como marca era muy habitual. En su caso tenían amistad con Vicente Noguera, el marqués que encantado cogió una pequeña participación en la firma, y siempre ha apoyado en actos y presentaciones, lo mismo que ahora sigue haciendo su hijo Juan.
Comienzos duros
Lo curioso de su caso es que, como hacían las demás grandes bodegas en ese tiempo, no compraron ni una hectárea de viñedo, pero llegaron a un acuerdo con la cooperativa local y algunos viticultores que entraron en el accionariado de la bodega, que se llama Unión Vitivinícola. El primer vino lo ponen en el mercado en el año 1974. Es un crianza, con su correspondiente tiempo en barrica y botella. Los comienzos, cuentan, que fueron muy duros. Para la inversión que habían hecho aquello iba a ser ruinoso; así que Forner llamó a su hija Cristina para que le ayudara. “La única solución para mantenerse a flote era exportar” le explicó. Ella aceptó el reto. Lo sintió como una obligación familiar. Sabe inglés, francés y castellano, siempre con un ligero acento francés. Dejó Paris donde participaba en un negocio y se cambió a Logroño, un cambio que debió ser duro, porque Logroño por esos años, era una simpática capital de pequeña provincia. Aunque, la verdad, es que estaba poco porque se pasaba el día viajando.
Ya en los años ochenta Marqués de Cáceres estaba implantada en 130 países; y a la vez en España comenzó a conseguir un éxito rotundo, llegando a convertirse en una de las firmas más importantes de vinos de todo el país; posición que mantiene. En 2007 llaman urgentemente a Cristina para que regrese a casa. Enrique Forner está en el hospital. Se ha caído, se ha roto la cadera y hombre con carácter dice que hasta aquí hemos llegado, que presenta la dimisión. Reunido de urgencia el consejo de administración, nombran a Cristina, que ya era consejera delegada, presidenta. En 2011 muere Enrique Forner y ha dejado un gigante. No sólo su línea de los Marqués de Cáceres; sino sus vinos más modernos como Gaudium, Generación MC. La línea Excellent. Aguantan bien la crisis del 2008 y luego han cambiado de estrategia. En 2014 desembarcan en Rueda, y para celebrar casi su 50 aniversario lo hacen en Ribera de Duero con la bodega Finca La Capilla. Por otra parte, andan comprando viñedo en Rioja en una nueva filosofía de trabajo.
El vino
El vino 50 aniversario de Marqués de Cáceres Reserva 2016, un año muy bueno en Rioja, es una edición muy especial procedente de un viñedo de 70 años de antigüedad. Sólo se han hecho 1970 botellas. Presenta una nariz muy concentrada y llena de matices, donde aparece la fruta negra muy madura, cedro, recuerdos de chocolate. La boca es muy potente y estructurada. Tiene un tanino fuerte que se suavizará con los años. Yo lo guardaría un par de añitos; aunque eso sí es fresco y equilibrado. El precio del vino-homenaje, es de 200 euros.