Todavía recuerdo la noche del 3 de enero de 2015 en la que, fiesta gastronómica por medio, se cerraba la primera etapa de StreetXO en El Corte Inglés de Callao. La apertura de este restaurante por parte del chef Dabiz Muñoz unos años fue una de las grandes revoluciones de la cocina en España.

Con aquel pequeño local de la última planta del popular centro comercial Dabiz consiguió traer un pedazo de cada calle del mundo a un rincón de Madrid. Y con ello abrir el paladar a mucha gente hacia los sabores más atrevidos, picantes, ácidos y divertidos de la cocina internacional. StreetXO fue un soplo de aire fresco que marcó el camino a seguir para muchos cocineros que se han lanzado sobre la cocina callejera de todo el mundo.

Desde el primer día de vida de StreetXO en 2012 este local se ha mantenido fiel a su filosofía: una barra sin reservas, cocina fusionada de todos los rincones del mundo y música muy alta. Buen comer y diversión unidos en una experiencia única. Con la apertura del nuevo StreetXO se mantiene la misma filosofía y se siguen las mismas pautas, pero ahora todo es más grande.

Cocina callejera

StreetXO no deja de ser un restaurante, y por lo tanto lo más importante sigue siendo la comida. Es cierto que es un restaurante muy especial, donde la experiencia, la cola, la barra, los cócteles y la música tienen una importancia especial. Pero hablemos primero de qué se come en StreetXO.

Quizás no sea la forma más adecuada de referirse a este restaurante, pero StreetXO nace como una especie de hijo pequeño del DiverXO de Dabiz Muñoz. Un lugar más informal, donde dar rienda suelta a sus creaciones de forma más ágil y con precios más asequibles.

De mis primeras visitas recuerdo solo tres platos que todavía hoy siguen en la carta de StreetXO: el dumpling pekinés con oreja crujiente, salsa hoisin de fresas, alioli y pepinillo (15€ por tres unidades), el sandwich club al vapor con ricota, huevo frito de codorniz y sichimi togarashi (14€ por dos unidades) y el ssam de panceta a la brasa con mejillones escabechados, salsa sriracha y tártara (22€ por tres unidades).

Tras el cierre del local de Callao vino la mudanza a El Corte Inglés de Serrano, donde vimos nacer platos como el Ramen XO a base de un caldo de foie y jamón de Jabugo, con alitas de pollo asadas, barbacoa de chiles encurtidos, trompetas de la muerte y yema de huevo de corral (22€), el bacalao negro adobado en pimientas del mundo con una velouté espumosa de vino Shaoxing al jengibre, oreja de Judas, aceituna negra y mini berenjena de Almagro encurtida (32€) o las famosísimas croquetas "La Pedroche" con sashimi de atún, kimchi, leche de oveja y té Lapsang Souchoung (19€) que por cierto están espectaculares.

Con esta nueva mudanza de StreetXO a El Corte Inglés de Serrano 47 llegan nuevos platos a la carta, una gran noticia para los que hemos visitado tanto el restaurante y llegamos con ganas de cosas nuevas. Los nuevos platos de StreetXO son el txipirón al wok con arroz, calamansi, tinta al lemongrass, mermelada de chili tomato, arroz de sushi frito, caldillo de perro de calamansi y chile ancho tatemado (plato espectacular, 19€); el wonton frito de txistorra de Arbizu con una salsa sweet chili casera de ají limón y txakoli, torreznos de maiz, crema agria y piparras encurtidas (delicioso, 18€) y el Jarrete "recuerdos de Oaxaka" glaseado en su jugo, aliñado con limones verdes y chile morita, gnoccis de maíz, tamarindo, pico de gallo de maíz asado y acompañado con unas quesadillas de stracciatella de búfala (maravilloso plato, 22€).

Y esto es solo una muestra de toda la carta que ofrece StreetXO, donde todos los platos están de notable alto para arriba, ninguno falla. Algunos son para gustos más atrevidos, donde los sabores potentes, el picante y los ácidos se disparan, y otros para los que quieren asegurar y prefieren más equilibrio. El caso es que ofrece para todos los gustos.

Sin reservas

Una de las grandes novedades de StreetXO es su cóctel bar de la entrada, muy relacionado con el sistema de acceso, cola y espera que hay que hacer para entrar a comer en el nuevo restaurante de Dabiz Muñoz.

Para entrar a StreetXO hay que hacer cola, pero la novedad con el bar es que ahora los primeros en llegar a este serán también los primeros en entrar al restaurante. De este modo se forman dos colas: los primeros, que acceden al bar, y los segundos, que esperan en la parte exterior del restaurante cómodamente sentados en una "parada de metro".

El bar abre de 12 de la mañana a 12 de la noche de forma ininterrumpida, por lo que a las 11:30 de la mañana ya empiezan a llegar los primeros clientes para hacer cola en la parte exterior y de ese modo entrar los primeros al restaurante (ojo, esto lo vimos un lunes). Un plan muy interesante es ir a tomar el cóctel de después de comer al bar de StreetXO, sobre las 18:00, y así asegurarnos la entrada al turno de cena cuando llegue la hora.

El restaurante abre a las 13:00 por las mañanas y a las 20:00 por las tardes, por lo que tendremos que pasar una hora esperando en el bar si vamos al primer turno. Insisto aquí en el que el plan de tardeo con cócteles de StreetXO para luego cenar allí me parece maravilloso. 

Cocina, también líquida

El nuevo cóctel bar de StreetXO me ha parecido de tan alto nivel que creo que incluso lo veremos con vida propia. Gente que no quiere comer o cenar y va directamente a tomar unos cócteles, o aprovechar los horarios de servicio en los que actualmente el bar está vacío para ir a tomar unos cócteles.

Y esto lo digo por una sencilla razón: el gran ambiente acompañado de los espectaculares cócteles que se sirven en StreetXO. Un ejemplo clarísimo es el espectacular Japo-Jérez (13.50€), elaborado con soda de té ahumado Lapsang Souchoung, sisho, miso, yuzu, sake y palo cortado, acompañado con un sashimi de gamba blanca de Huelva a la llama.

O el increíble ramen convertido en cóctel (14€), hecho con sake de shiitake, cordial de cilantro, vermut picante y yuzu. Un trago espectacular, lleno de sabor, y donde realmente han conseguido llevarnos a los matices de un ramen pero en forma de cóctel.

StreetXO sigue siendo un lugar de buen comer y diversión, donde la música suena muy alta y la barra se enfrenta directamente al servicio. Aunque más grande que nunca, mantiene esa esencia callejera y desenfadada, en la que encontraremos combinaciones, fusión y todo tipo de sabores. Un restaurante para explorar y pasarlo bien, que por cierto y me repito, es claro merecedor de una estrella Michelin. Visita absolutamente recomendable.