Esta es la pregunta de actualidad que genera tantas dudas y tan múltiples respuestas. La respuesta siempre ha sido instintiva y cultural. Hemos perdido el instinto y la cultura. Ese conjunto de hábitos, costumbres y enseñanzas acumuladas derivadas de la evolución humana. Un conjunto de prácticas del buen hacer y, en ocasiones, de fallos que llevaban a la muerte. Esta cultura pasaba de boca a boca. Seguro que las primeras fogatas de la humanidad dieron pie a ello.
La alquimia de los grandes manjares y productos de la naturaleza, la cual descendía de los cielos como un todo. “Lo de arriba es como lo que está abajo, y lo de abajo es como lo que está arriba”. La energía y evolución de un todo que alimenta al mismo.
Elementos que la naturaleza proveía y nos conectaba a ella. La imposibilidad en ocasiones y su búsqueda constante e incansable nos alejaba de la comodidad pero nos hacia fuertes y adaptativos. Empujó la evolución hasta llegar a dar forma a esta obra maravillosa que es el ser humano. El animal más evolucionado de la tierra.
El falso pensamiento de consumir energía en formato de kilocalorías, estresa más todavía el estresado y confuso mundo de la alimentación.
La revolución alimentaria, su tecnología e industria nos ha hecho creer que lo que ser humano produce industrial y químicamente es mejor que lo que la naturaleza pone a su disposición, y esto ha creado el camino que yo llamo la involución del ser humano.
El falso pensamiento de consumir energía en formato de kilocalorías, estresa más todavía el estresado y confuso mundo de la alimentación. Es decir, responder a la pregunta de que es comer, desde una visión únicamente energética es el desencadenante del problema, sobre todo cuando elegimos el modelo energético erróneo. En breve hablaremos sobre ello.
Si observamos nuestro cuerpo como una pequeña central nuclear y ponemos visión en que somos un pequeño astro generador de energía. Un transmisor de onda. La pregunta que debería preceder al pensamiento sería “ Entonces, ¿qué necesita el cuerpo para generar energía?
La respuesta está en las herramientas necesarias para construir la central que la produzca. Y esa es la respuesta a la primera pregunta de “qué es comer”. Es la acción responsable y consciente de darle al cuerpo en su total biodisponibildad los elementos necesarios, y en especial los que no puede producir, para ejecutar las acciones de su maquinaria, y que estos no den lugar, a fallos en el sistema. Dar la correcta información a los marcadores genéticos y que estos se transmitan mejorados a la siguiente generación.
El buen nutrimiento, hábitos y entorno adecuado otorgan la belleza y perfección matemática a la especie que da lugar a la simetría y su correcta funcionalidad. Estos sistemas perfectos basados en el Phi no están diseñados para fallar. En la naturaleza animal el sistema tiene previsto menos de un 10 % de fallo el cual en la gran mayoría de casos está preparado para abortar antes de su concepción.
El problema es que el sedentarismo industrial y la malnutrición está aportando al mundo individuos mal formados que se alejan de la perfección y su belleza simétrica y por tanto del buen funcionamiento, fertilidad y la consecuente evolución de la especie. Dan pie a una mayor disposición a la enfermedad epigenética. Adentrarme, disertar y argumentar este último párrafo nos da para los siguientes artículos. Lo haremos.
Para terminar, y ya respondida la pregunta de que es comer. La siguiente pregunta que acude a vuestro imaginario es: Y, ¿qué tengo que comer entonces? Desde que empecé mi cambio de vida esa pregunta cae casi a diario.
Mi cambio, como el de casi todo aquel que se lanza a ello, respondía a una necesidad de aceptación física, la mía y la de mi entorno. Pero la primera vez que sentí esa energía que me conectaba de una manera cuántica con el mundo decidí ir en su búsqueda. Encontrar el camino era la clave para liberarme y permanecer conectada. Iluminación. Fueron casi cuatro años donde probé todo tipo de filosofías, llevándolas todas al terreno personal y rescatando de cada una de ellas, aunque no de todas, su parte de verdad.
La respuesta es el mantra cuyos ingredientes esenciales lo componen la proteína, grasa y fibra. El próximo mes, hablamos sobre el porqué y el cómo