Si hay algo que puede mejorar la experiencia de degustar un plato delicioso es hacerlo en una vajilla bonita y en una mesa bien puesta. De alguna manera, poner la mesa y servirnos en un plato es algo que nos hace humanos.
El cuidado y la limpieza de la vajilla y la cristalería destinadas a albergar los alimentos que ingerimos es también una labor imprescindible dentro de la cocina, más incluso que el propio acto de cocinar. Nadie querría comerse algo, por muy delicioso que esté, en un plato sucio o que parezca que lo está. O simplemente beber agua en un vaso opaco en el que da la sensación de que el agua está turbia.
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Pero es normal que, con el uso, platos y vasos vayan perdiendo brillo. Pequeños arañazos producidos por el uso continuado del estropajo y depósitos de cal en aquellas regiones de aguas más duras hacen que, con el tiempo, se vayan volviendo más opacos y resulten menos atractivos. Por supuesto, esto no influye en su funcionalidad, pero si queremos que luzcan como nuevos, se puede hacer algo para conseguirlo sin necesidad de renovarlos.
No hacen falta productos de limpieza especiales para devolver el brillo a la vajilla
Para que los vasos y las copas vuelvan a estar brillantes no hace falta usar ningún producto 'milagroso', solo se necesita algo que seguramente tienes ya en la alacena y, en caso de no ser así, será baratísimo si lo tienes que comprar.
Para dejar los vasos como nuevos sólo necesitas vinagre blanco, puede ser vinagre de limpieza o cualquier vinagre de vino blanco que encuentres en el supermercado. No te lo vas a beber, así que te recomiendo que compres el más barato de la tienda.
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Lo primero que haremos es dejar todos los vasos en remojo en una mezcla de agua y vinagre a partes iguales. Hay que dejarlos así durante tres o cuatro horas. Durante el remojo, el ácido del vinagre eliminará la cal responsable de gran parte de la opacidad.
A continuación, lo que haremos será sacar los vasos de esta mezcla -la reservamos, por si tenemos que volver a usarla- y lavarlos con el jabón que usemos habitualmente para retirar los restos de vinagre. Ya solo con este primer paso habremos eliminado parte de esa pátina opaca que tanto desluce.
Una vez lavados y aclarados los vasos -mejor si es con agua caliente-, tenemos que secarlos con algún trapo de algodón o de microfibra seco -es importante que el trapo no suelte pelusa-. Si los vasos siguen algo opacos, mojaremos ligeramente un trapo de algodón en la mezcla de agua y vinagre y frotaremos aquellas zonas que aún se vean opacas. Si solo hemos frotado por fuera, bastará con que volvamos a pasar un trapo seco para secarlo todo y dar brillo. Si hemos frotado también por dentro, será mejor volver a lavar el vaso o la copa con jabón, aclarar y secar completamente después.
Qué hacer si los vasos están muy rayados
Puede pasar que, una vez recuperada la transparencia, se sigan notando muchos arañazos sobre la superficie, un truquito para disimularlos o, incluso, hacer desaparecer los más leves, es utilizar pasta de dientes.
Ponemos un poquito de pasta de dientes en un trapo que no suelte pelusa y frotamos sobre los arañazos durante unos segundos. Después retiramos la pasta de dientes con un paño húmedo, aclaramos con agua caliente y secamos con un trapo que no suelte pelusa.
Para mantener el brillo de los vasos
Si queremos que el brillo se mantenga en el tiempo, es aconsejable secarlos a mano con un trapo, si no a diario, sí con bastante frecuencia. Los días que vayamos con prisa y no dé tiempo de sacarles brillo con el trapo, se pueden dejar secar bocabajo sobre un trapo absorbente.