Asturias es tierra de verdes paisajes, de montañas increíbles, pintorescos pueblos, de las mejores gentes, pero por supuesto de la gastronomía tradicional más deliciosa. Hablamos de platos tan conocidos como la típica fabada asturiana, del chorizo a la sidra, de los insuperables cachopos, pero también de sus dulces más clásicos.
Dulces entre los que no faltan las típicas casadiellas, frixuelos o el arroz con leche, pero entre los que también hay hueco para dulces únicos y quizás menos conocidos a los que los más golosos tampoco pueden resistirse. Esta vez queremos hablarte de un dulce en forma de galleta muy singular y con un aroma y sabor únicos, que encontrarás en dos conocidas villas marineras asturianas.
Para descubrirlo tendrás que acercarte al pueblo pesquero de Luanco y a Candás. Dos villas asturianas en las que el mar es el protagonista y que cada verano llenan sus numerosas terrazas, bares y restaurantes de asturianos y sobre todo turistas que no pueden contenerse a disfrutar de sus encantos, así como también de las típicas marañuelas.
Así es como se conoce a este dulce típico y con forma de galleta dulce, al que pocos pueden contenerse. Un postre muy identificado con estas dos conocidas y turísticas villas y concretamente a su pasado marinero.
Qué son las marañuelas y cuál es su origen
Como ya te hemos adelantado, las marañuelas son ese dulce típico asturiano y más concretamente de los pueblos marineros de Luanco y Candás. Unas pastas fáciles de reconocer por su forma de galleta enroscada y por ese aroma inconfundible a mantequilla, que los que ya las hayan probado reconocerán fácilmente.
[Las mejores rabas de calamar de Asturias están en este restaurante: sus raciones son exquisitas]
Luanco, junto con su vecina Candás, compite desde hace años por tener las mejores marañuelas de Asturias. Ambas villas, sin duda alguna, tienen las marañuelas más deliciosas y cada una de ellas con su toque personal diferenciador.
Y es que, mientras las de Luanco llevan solo ralladura de limón y son más duras y crujientes, las de Candás son más blandas y con un ligero sabor a anís. Aún así, no deja de ser cuestión de gustos y ambas merecen ser degustadas. Pero más allá de los matices, lo que más llama la atención de este dulce es su origen.
De hecho, es imposible concretar dónde empezaron a hacerse primero. Hay quien incluso cuenta que fueron los vikingos los que las trajeron para la Península al desembarcar en Antromero (punto que se encuentra entre ambas villas), pero la realidad sobre esto es que faltan datos precisos para poder asegurarlo.
Lo que sí se conoce, es que la marañuela fue elaborada primeramente para alimentar a los marineros. Evidencia de ello, es que en el Museo Marítimo de Luanco existen archivos que datan del siglo XVIII y que evidencian que estas famosas pastas ya existían.
Estas eran elaboradas antaño por las mujeres del pueblo, las cuales las hacían para que sus maridos y familiares las pudieran llevar cuando volvieran a la mar. Un alimento que debido a que tiene un alto valor calórico, podía alimentarles cuando estaban fuera.
Esto unido a que además son un tipo de pastas que, incluso no llevando conservantes, son capaces de permanecer perfectas durante días e incluso meses.
Diferencias entre las marañuelas de Luanco y Candás
Si hablamos de la marañuela de Candás, está hecha con mantequilla cocida, huevos enteros, azúcar, limón, un chorro de anís y harina. En lo que respecta a las de Luanco, estas utilizan la yema de los huevos y solo una clara, harina, también mantequilla cocida, azúcar y ralladura de limón.
En ambas, la clave de su sabor la encontramos en la mantequilla, la parte de aprovechamiento de los huevos y por supuesto, el toque de limón o el anís.
[Esta es la merienda asturiana más típica: deliciosa y fácil de hacer en casa]
En cuanto a la forma, podemos encontrarlas trenzadas y alargadas, en forma de bollos y más gruesas o redondas y con forma de espiral, siendo estas últimas las más comunes en ambas villas.
Las diferentes formas tienen que ver con que antiguamente los marineros podían identificar así cuáles eran las de cada uno cuando estaban en el barco.
Un dulce también muy asociado con la Semana Santa, debido a que esta era la época en la que los barcos regresaban al puerto y las mujeres preparaban más raciones de estas galletas para abastecer a los marineros antes de la partida. Aún así, actualmente este dulce ha pasado a convertirse en un producto que puede disfrutarse en cualquier época y día del año.