48 horas en Burdeos: qué comer y beber en la capital del vino
A la conocida como pequeña París le sobran motivos para fascinar. Sus cafés, mercados, bistros y châteus lo tienen son la combinación perfecta para pasar un fin de semana de escándalo.
18 octubre, 2023 02:00Burdeos, es un destino donde se dan la mano la cocina francesa que practican encantadores bistrós y cafés, la inspiradora luz que se cuela por sus calles, y, por descontado, el vino, mucho vino.
Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2007, es una puerta de entrada a la Aquitania francesa, a sus incontables viveros y granjas de ostras que salpican la costa Atlántica o simplemente la escapada perfecta de fin de semana con la que enriquecer la vista, el estómago y el corazón, porque, la conocida como la pequeña París, enamora tanto o más como su hermana mayor. Estas paradas son clave para llenar 48 horas con lo mejor de Burdeos.
Burdeos, Capital Mundial del Vino
Nada más poner un pie en territorio bordelés, uno se da cuenta de lo que le espera en su destino. El coqueto viñedo que te recibe a las puertas de su aeropuerto, es, sin duda, una absoluta declaración de intenciones, y la antesala a campos infinitos de viñedos y châteaux que los acogen. Muchos de ellos distan a poca distancia del centro de la ciudad y visitarlos es un pasaporte a sentirse uno más de la aristocracia por un día.
La Cité du Vin, un icono arquitectónico a orillas del Garona que abrió sus puertas el año 2016 y que convierte en inconfundible el skyline de Burdeos, por la forma de decantador que guarda el edificio. Se puede asistir a catas, ver exposiciones y conocer con audiovisuales la historia vinícola de la región y del mundo.
Además de proponer una experiencia enológica interactiva, el mirador de la octava planta permite disfrutar de una copa de vino con vistas al río.
Desde el desayuno, hasta la cena
Pasear por sus calles es de lo más estimulante, entre sus recovecos y edificios se cuela el olor a pan fresco, mantequilla y chocolate. Burdeos es una ciudad para desayunar, tanto como para comer y cenar, muy bien, y sus establecimientos dan buena cuenta de ello. Los días es mejor comenzarlos con la mesa puesta y si puede ser con buen café y pain au lait.
Es lo básico que encontrarás en la gran mayoría de sus cafés, -sin olvidarnos de sus famosos e inconfundibles canelés, - pero hay grandes sorpresas como las que proponen sitios como Homie's Kitchen con una carta que abarca lo dulce como apetecibles tartas como la Pavlova de la temporada o el cheesecake de limón y lo salado, con platos bien elaborados como sus huevos Benedict, la shakshouka o la tarta de otoño, con pesto blanco, champiñones con tomillo y ajo, kale, nueces y parmesano.
Ver esta publicación en Instagram
La hora del almuerzo se vive mejor desde la primera fila de la coqueta terraza de Chez Jean-Mi, uno de los bares que alberga el Marché des Capucins, la mejor dirección para llenar tu nevera de hortalizas frescas, un amplio surtido de quesos y embutidos de la región, y por supuesto, ostras. Aunque estas mejor disfrutarlas listas para tomar, con una botella de vino blanco desde la mencionada terraza, mientras ves la vida -francesa- pasar.
Entre paseo y visita al museo - el de arte contemporáneo es de lo más recomendable- si vuelve a apretar el hambre una dirección a tener en cuenta es el número 6 de Rue des Bahutiers, donde se encuentra Le Bouquet Saint-Pierre. Un recogido y agradable local, que funciona también en formato take away, donde preparan, como no es muy difícil deducir, bouquets.
Simulando un colorido ramo de flores, no son otra cosa que unos finos y ricos crepés enrollados que contienen ricas combinaciones de ingredientes como la burrata con tomate o el pastrami con mostaza, siempre con queso francés como base, y se coronan con una colorida variedad de flores comestibles.
Cuidado con despistarse con la hora de la cena, allí se empieza pronto y la esquina que ocupa este bistró en el corazón del encantador barrio de Saint-Pierre, no espera. Su terraza adoquinada colindante con la iglesia es perfecta para ver cómo la ciudad cambia de temperamento, la luz dorada abandona las calles y se encienden los bistrós.
Se trata de Echo Cave a Manger , el resultado del esfuerzo y un cambio de rumbo en la vida de Brunno Granner quien acabó cansándose del viñedo de Médoc y abandonó su oficio como enólogo para llevar todo su conocimiento sobre el vino a este comedor-bodega que abrió en 2016 y desde entonces no ha hecho más que ganarse el cariño y fidelidad de sus clientes, del barrio y más allá.
Ver esta publicación en Instagram
A su atractiva carta de vinos le acompañan también atractivos platos, fórmulas sencillas y frescas que solucionan tanto el almuerzo como la cena, porque es en la flexibilidad y versatilidad donde radica el éxito de este lugar al que apetece siempre volver. Burrata, bisque de cigalas, salsa verde, uvas, zumaque; calabaza, col rizada, ajo negro, pipas de calabaza; cigala, hinojo al limón, dashi y mora, son algunos de los platos, todos pensados para compartir, o no.
Le Quatrième Mur, ofrece una perspectiva distinta, concretamente desde dentro del mismísimo Gran teatro de Burdeos. Dirigido por el emblemático chef Philippe Etchebest este bistró sorprende por lo bien que mimetiza el mundo de la elegancia y ostentosidad con esa elegante sala de techos altos y grandes columnas que conducen hasta la imponente cúpula, con lustrosos espejos y mesas custodiadas por sillas aterciopeladas, en un ambiente desenfadado, informal y para todos los públicos. Cocina francesa a la vanguardia con guiños al clasicismo.
Su carta de vino impone, pero con el correcto asesoramiento servirá para conocer de cerca los vinos de la región. Presume de una agradable terraza bajo el soportal del teatro, desde la que disfrutar del tímido otoño que ha llegado a la ciudad.
La Rue Notre-Dame, en el barrio de Chartrons, es una de las calles más icónicas de la ciudad. En ella conviven tiendas vintage, como la que ocupa el local de una imprenta antigua, Village Notre Dame (61); boulangeries para todos los gustos; algún que otro wine bar y otras paradas que entretienen durante unas horas. Estrecha, con coloridas fachadas, algunas de piedra, y muchas cubiertas de enredaderas se ha convertido en objeto de muchas miradas y terreno para especulaciones. Es de esas que casi se mira, pero no se toca, lo justo y necesario para disfrutar de alguna de las tablas de charcutería y los quesos que sirven en el icónico Bar Notre Dame que toma el nombre del barrio y lo celebra con buen vino.
A orillas del Garona
Todo es cuestión de perspectivas, y la de Burdeos desde la ribera este de la ciudad no tiene desperdicio. Empezando por la panorámica que regala la ciudad, reflejada en El Espejo de Agua del Palacio de la Bolsa y ese donde sobre el casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, reinan la Puerta de Cailhau, una hermosa torre gótico-renacentista con origen en el siglo XV y la Catedral de San Andrés. Cruzar en bici por el Pont de Pierre que atraviesa las turbias aguas del Garona, para recorrerla y explorar otras tantas cosas que depara la ciudad es el mejor plan para pasar la tarde.
Allí, en el barrio de la Bastide se encuentra Darwin Ecosystem, un antiguo cuartel, ahora eco-renovado, convertido en un espacio multifacético, creativo e inspirador, que alberga varias cafeterías donde el producto fresco y ecológico es una filosofía a seguir. La economía verde por la que apuesta el lugar se aprecia en las terrazas equipadas, con mucho gusto, con muebles reciclados y rincones pensados para compartir y disfrutar de una cerveza Darwin, producida por los cerveceros Lalune en los Chantiers de la Garonne. Hay jardines y viveros, arte e incluso un skate park, además de una tienda de productos orgánicos.
De ruta por los châteaux de Burdeos
Otra forma de conocer el vino de la región, sino la mejor, es acercarse hasta algunos de los châteux próximos a la ciudad. Los viñedos donde se cultiva la uva, en su mayoría cabernet sauvignon y merlot, cubren la tierra salpicada por estas mansiones y palacetes vinícolas, que en sus bodegas, muchas de gran prestigio, elaboran vinos de fama mundial. Por su cercanía y lo interesante que resulta su visita, hay unas cuantas que no hay que perder de vista.
Château Les Carmes Haut-Brion y sus cuevas pintadas por artistas
Ubicación: Burdeos / Pessac
Chasse spleen y su centro de arte
Ubicación: Moulis en Médoc, en el Médoc, en el norte de Burdeos
Château d’Arsac, donde se expone una obra cada año en el parque o el viñedo y ha contado con la participación de artistas como Niki de Saint Phalle, Bernard Pagès, Bernar Venet, Jean-Pierre Raynaud, César, Susumu Shingu o Arne Quinze...)
Ubicación: Arsac, en el Médoc, en el norte de Burdeos
Château Toulouse Lautrec, con un centro de arte dedicado al pintor.
Ubicación: Saint André du bois, al sur de Burdeos
Dónde alojarse en Burdeos
Situado a pocos pasos del corazón de la ciudad portuaria, FirstName Bordeaux es un fiel reflejo de su barrio, dinámico, moderno, con una filosofía 'joie de vivre' propia de la marca JdV bvy Hyatt. Diseñado por el arquitecto Nicolas Adnet con espacios funcionales y abiertos al huésped y al público con su restaurante Le Bada, cuyo chef asesor Cédric Bechade apuesta por la cocina 'locavore', aquella que pone en valor el consumo de los productos locales, con la que aboga por la frescura de productos regionales y el desperdicio cero. Cuenta con una buena selección de vinos que también se pueden disfrutar en su bar.
Cuenta con 147 habitaciones y suites, divididas en siete categorías distintas, funcionales y confortables y comprometidas con la sostenibilidad, con madera procedente de bosques gestionados ecológicamente, alfombras de felpa fabricadas con redes de pesca desechadas y carbón vegetal en cada habitación para purificar la atmósfera.
Tras disfrutarlas en una placentera noche de descanso, el desayuno. Lo sirven en formato bufé, y ofrecen una gran variedad de repostería, embutidos y quesos, además de frutas y zumos.