Icono del hedonismo y refugio de celebrities en España, en este hotel que nació como Byblos durmieron famosos como Julio Iglesias, Lady Di o Joaquín Sabina en los 80 y 90. Años más tarde cerraría sus puertas hasta que el pasado lo adquirió Pablo Carrington, fundador del grupo hotelero Marugal, que contó con los arquitectos mallorquines Esteva i Esteva para convertir el hotel en un nuevo icono del lujo en Málaga.
De nombre flamenco -hace alusión al estilo que se baila descalzo-, La Zambra mantiene el espíritu de Byblos con su historia y arquitectura, pero mira al futuro de la hotelería moderna y exclusiva. Por eso, gran parte de su empeño por ofrecer al cliente la mejor de las estancias es ofreciéndole una amplia oferta gastronómica a la altura de su alojamiento. Con ello La Zambra cuenta con tres espacios: Bamboleo, Palmito y, su gran apuesta, Picador.
Lujo relajado en la Costa del Sol
La Zambra, con 240 personas a su servicio y 197 habitaciones - funcionales y luminosas, todas con terraza y decoradas con un interiorismo contemporáneo llamado al confort- se presenta como hotel destino con toda la esencia andaluza (sus azulejos, jardines moriscos, celosías y arte te acompañan por todo el complejo) enmarcado dentro de una postal malagueña que la forman las verdes colinas y los campos de golf de la urbanización Mijas Golf.
Todo está pensado para el disfrute exclusivo por lo que las instalaciones no escatiman en servicios y las componen: 3 piscinas, 2 pistas de tenis y 1 de pádel, un gimnasio, una sala para yoga y pilates, así como un spa de 2500 m2, el más grande de la Costa del Sol, que incluye zona de aguas y jacuzzi, sauna y baños turcos. Este espacio ocupa el mismo lugar que el anterior centro de talasoterapia con el que contaba el anterior hotel, conocido por sus tratamientos y utilizar agua de mar para ellos que obtenían con unas tuberías que llegaban hasta la costa.
Por descontado, otra de las actividades recreativas a las que se puede acceder desde el hotel es a dos de los mejores campos de golf de la xona, Los Olivos y Los Lagos, creados por Robert Trent Jones Sr., uno de los diseñadores de campos de golf más famosos de la historia.
Nuevo punto de encuentro para la gastronomía malagueña
En La Zambra tenían claro que había ir con todo y por tanto la propuesta gastronómica tenía que estar al nivel de la estancia y que conjugara con la esencia que se respira en ella. Con Iker González como asesor y chef ejecutivo de los tres espacios con los que cuenta el hotel, cubren diferentes tipos de oferta desde el desayuno hasta la cena.
Un gran cliente siempre se merece un buen homenaje en el hotel y por eso Julio Iglesia tiene el suyo con Bamboleo. Ubicado en una de las alas del hotel, presume de una luz maravillosa durante el día y unas puestas de sol de foto, es perfecto para picotear entre horas, disfrutar de un café pausado o atreverse con algún cóctel para cerrar la noche con toda la esencia de los dorados 90 como telón de fondo.
En la planta principal se encuentra Palmito, el más amplio de todos, que alberga los desayunos - los ofrecen a la carta, con varias opciones de huevos, benedictinos incluidos, claro, bien surtidos y con algún guiño a la despensa de la zona-, además de comidas y cenas. Por este también irrumpe la luz que llena la sala de una calidez especial y dificulta la tarea de marcharse.
Durante las comidas te espera una carta de cocina internacional y algunos platos tradicionales españoles, con el producto de calidad por bandera, como ocurre con el carpaccio de gamba roja con emulsión de mostaza y cúrcuma, cilantro y lima o la alcachofa confitada con yema curada y papada ibérica. Los vinos también miran a la zona y en la carta líquida encontramos referencias como el blanco de La Encina del Inglés, con D.O. Sierra de Málaga. Para las cenas, que pueden ser también recibidas desde la terraza, se da paso a una brasserie en la que la carta pasa por la parrilla.
Y llega el plato fuerte: Picador. La apuesta gastronómica del hotel por convertirse en un punto de encuentro donde disfrutar de la buena mesa en Mijas. Una neotaberna de original interiorismo firmado por Sandra Tarruella, cañí y divertido, con mucho acento andaluz en cada detalle -su barra central que preside la sala, los suelos, los revestimientos y la iluminación-, se presenta como caballo ganador para las comidas y cenas.
En ellas se podrá disfrutar de una carta que mira al corazón de Andalucía, con taperío rico y algo más refinado. Se divide en varias secciones que van escalando a medida que avanza, dependiendo el producto y la contundencia: 'Entre risas y charlas', 'Desde la Tierra', 'Desde el Mar' y 'Pequeños Delitos'. Muy ricas sus croquetas de choco con chipirones plancha, ali-oli negro y chimichurri andaluz y sabroso, además de originalmente presentado, su steak tartar; a sus cazuelitas hay que tenerlas en cuenta también -como ese guiso de garbanzo ecológico con bogavante y salsa holandesa.
Todo esto se baña con aceite Finca La Torre, la almazara malagueña que viene cosechando premios desde hace años y cuyo AOVE está presente en todo el hotel, otro acierto en su apuesta por lo local. Y con vino, también se baña con vino: la carta de Picador cuenta con una amplia selección de burbujas, generosos y otras sugerencias con las que pasarlo bien.