Muchas personas desearían conocer la fórmula de la vida eterna, o al menos, tener el secreto para vivir el mayor número de años posibles. Aunque no existe una pócima milagrosa para lograrlo, sí podemos saber que mantener un estilo de vida saludable nos puede ayudar a tener una vida más longeva y en mejores condiciones.
Para conseguirlo es fundamental realizar ejercicio físico de forma regular, siempre acompañado de unos hábitos alimentarios apropiados y ricos en alimentos que aporten distintos beneficios para la salud. En este sentido, la Universidad de Harvard ha realizado un estudio que ha dado la clave a tener en cuenta para conseguir aumentar un 30% la esperanza de vida.
Las reglas de oro de Harvard
A lo largo de los años nos hemos encontrado con numerosos estudios que se han encargado de demostrar la importancia que tiene la actividad física para disfrutar de una buena salud. En 2018, en Estados Unidos se aseguraba en las denominadas "Guías de Actividad Física" que debían realizarse semanalmente entre 150 y 300 minutos de ejercicio moderado, o en su defecto, entre 75 y 150 minutos de ejercicio intenso semanal, o una combinación de ambos.
Tiempo más tarde, la American Heart Association fue más allá para recomendar un mínimo de 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado semanal o un mínimo de 75 de ejercicio aeróbico intenso semanal, o combinación de los dos. Más recientemente, en la revista Circulation se dio a publicar uno de los estudios más recientes, en el que se sugería que multiplicar por dos o por cuatro los niveles de actividad indicados permitiría reducir el riesgo de mortalidad en un 30%.
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Este trabajo estuvo encabezado por Dong Hoon Lee, investigador adscrito al Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard. Este indicó que el efecto potencial del ejercicio físico sobre la salud es muy grande. No obstante, en su caso quiso recalcar que no estaba claro si realizar una actividad física prolongada en grandes cantidades, con una intensidad vigorosa o moderada, sería beneficiosa a largo plazo o si, por el contrario, podría llegar a ser perjudicial.
Para llegar a esta conclusión fueron analizados datos de mortalidad y registros médicos de más de cien mil personas adultas. Así, se pudo llegar a la conclusión de que hacer el doble de la cantidad recomendada de ejercicio moderado o vigoroso de forma semanal es lo que más reduce la mortalidad.
No solo depende del ejercicio físico
Por otro lado, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia, llegó a la conclusión de que, aunque el ejercicio físico es necesario para poder vivir más tiempo y disfrutar de una mejor salud, disfrutar de una mayor esperanza de vida no solo depende de ello, sino que hay otros hábitos de vida saludables que pueden tener aún más impacto.
La autora principal de la investigación, Anna Kankaanpää ha explicado que estudios previos permiten conocer la relación que existe entre el ejercicio físico y un menor riesgo de la mortalidad, aunque en algunos trabajos se ha podido demostrar que no reduce la mortalidad por todas las causas, motivo por el que decidió iniciar su estudio.
Para ello, junto a un equipo de investigadores, usó datos de más de 11.000 conjuntos de gemelos adultos de la Cohorte Finlandesa de Gemelos, consiguiendo evaluar la cantidad de actividad física que realizaban a través de cuestionarios que databan de los años 1975, 1981 y 1990. En base a ellos, se les pudo clasificar en función de su nivel de actividad, y posteriormente se hizo un seguimiento de la mortalidad hasta el año 2020, en un periodo de 45 años.
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De esta manera, se pudo descubrir que casi el 40% de los sujetos pertenecientes al grupo sedentario habían fallecido, siendo este el que registraba un mayor porcentaje de los cuatro grupos, precisamente en el que se trataba de personas con una nula actividad física.
De igual modo, los investigadores descubrieron que los participantes pertenecientes a los grupos sedentarios y muy activos, es decir, los dos extremos, sufrían un envejecimiento biológico acelerado con respecto a los grupos de personas moderadamente activos y activos. Es por ello por lo que en su estudio se ha concluido que la asociación del ejercicio a largo plazo con la reducción del riesgo de muerte no solo tuvo que ver con el ejercicio físico, sino también con otros factores vinculados con la salud.
Así pues, este estudio indica que el hecho de ser una persona físicamente activa ayuda a poder disfrutar de una mayor salud en general, pero no significa que el ejercicio sea la causa que reduce la mortalidad.
Las claves para convertirse en una persona longeva
Para conseguir ser una persona longeva es necesario adoptar un enfoque integral de la salud y el bienestar, apostando por realizar una actividad física y regular, pero acompañándola de una alimentación saludable, con una dieta equilibrada y nutritiva, rica en frutas, verduras, hidratos y proteínas, y evitando el consumo de alimentos procesados y grasas saturadas.
Además, los expertos coinciden a la hora de asegurar que es necesario mantener la mente activa y cuidarla a través de actividades que supongan un reto para el cerebro, mejorando así el estado de la función cognitiva y previniendo la aparición de enfermedades neurodegenerativas. También son necesarias las relaciones sociales, ya que las conexiones a nivel emocional y social ayudarán a mejorar el bienestar general.