"No hay nada más que podamos hacer". "¿Quiere que hagamos todo lo posible?". "Todo irá bien". Hablar de "lucha" o "batalla". "No sé por qué han tardado tanto en venir".
Estas son algunas de las palabras y frases que un médico no debería pronunciar ante alguien con una enfermedad grave, según un informe publicado en la revista médica Mayo Clinic Proceedings.
En su lugar, ofrecen fórmulas como "la terapia ha sido inefectiva para controlar el cáncer pero tenemos la oportunidad de centrarnos en tratamientos que mejorarán sus síntomas y, esperamos, su calidad de vida".
También es recomendable decir "vamos a discutir las opciones disponibles por si la situación empeora", "estoy aquí para apoyaros a lo largo de este proceso" o "afrontaremos juntos esta difícil enfermedad".
Nadie duda de que las palabras tienen un impacto enorme en una persona gravemente enferma.
"Un caso que me ha marcado recientemente fue el de un paciente con un aneurisma de aorta abdominal intervenido con una prótesis. Dicha prótesis produjo una fístula en el intestino y el paciente perdía sangre. Por diversas circunstancias no se podía volver a intervenir al paciente", comenta Javier Moreno, médico internista.
"Un médico le dijo a él y a su esposa: 'Ya no podemos hacer nada, pasas a paliativos'. Al poco tiempo volvió a ingresar […]. Me comentó nada más verme: 'Me dijeron que por esto del aneurisma me iba a morir pero no me muero'. Tuvimos que reevaluar el caos, hacerle una transfusión de sangre, pautar antibióticos… y sobre todo explicar con cautela la situación".
Moreno recuerda lo que le dijo ese paciente antes de irse dado de alta: "Era la primera vez en meses que me tratan como a una persona".
Moreno es coordinador del grupo de formación de la Sociedad Española de Medicina Interna, SEMI, y señala que la enseñanza de la buena comunicación con el paciente en la universidad es muy dispar.
En la formación MIR señala la descripción de las competencias de comunicación –al menos en el programa vigente de Medicina Interna– es "vaga".
Sin embargo, "en los últimos años, el estudio y conocimiento de las competencias transversales o soft skills se está desarrollando como parte de los currículums de los médicos en formación, algo que me parece extremadamente importante".
De hecho, el nuevo programa formativo de Medicina Interna, pendiente todavía de ser aprobado por el Ministerio de Sanidad, pretende enmendar esa vaguedad. "Hace especial énfasis en esta y otras competencias clínicas, aportando incluso instrumentos de evaluación".
Médicos quemados
Este mayor interés por abandonar la actitud típica de House es percibida por todos los entrevistados para este reportaje. "Pienso que los médicos son cada vez más conscientes de la importancia de la comunicación y en los últimos años se le está dando más relevancia", señala Álvaro Golvano, psico-oncólogo del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac).
"También hay que entender que la carga de trabajo puede influir en esa pérdida de atención al detalle en la comunicación con los pacientes. Como médico, a menudo dispones de poco tiempo para las consultas y en muchas ocasiones es fácil que lo primero que se pierda es esa calidad de la comunicación".
Golvano explica que la buena comunicación reduce la incertidumbre y la sensación de desprotección de los pacientes y las familias. Además, "una mejor relación médico-paciente ayuda a consolidar la adherencia a los tratamientos".
Sin embargo, considera que, si bien las palabras son importantes, lo es más "saber qué persona tienes delante y qué necesidad de información tiene y es capaz de procesar. Hay pacientes que ponen límites a la información que necesitan y hay que darles ese espacio".
Para Antonia Gimón, presidenta de la asociación de pacientes de cáncer de mama Fecma, lo importante es que el médico evite "tratar al paciente como un ser inferior o un ignorante".
"En ocasiones, quizá con más frecuencia de lo que fuera deseable, la paciente no recibe la respuesta adecuada a sus dudas, a sus preguntas; porque el médico está plenamente satisfecho del trabajo que ha realizado con esa paciente, pero la paciente siente algunas consecuencias (dolores puntuales, por ejemplo) y quisiera recibir una respuesta más satisfactoria".
Las habilidades comunicativas dependen mucho de la persona: algunos explican a la perfección "y hay otros médicos que tienen algunas dificultades para hacerse entender".
Eso sí, si esa comunicación no es eficaz, "esa mala relación con la paciente puede contribuir a incrementar el estrés, problemas laborales añadidos y causa agotamiento emocional".
Más allá de las palabras, los gestos también son importantes. Elena Élez es oncóloga en el Vall d'Hebron y coordina la sección +MIR de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), y recuerda cómo, en su etapa formativa en el hospital, "teníamos una sesión mensual sobre comunicación médico-paciente, nos explicaban que había que mirar a los ojos, enseñar las manos, transmitir la máxima cercanía posible… aunque la manera en que tenemos organizadas las consultas, con una mesa y un ordenador de por medio, a veces hace de barrera física".
También tiene grabado a fuego lo importante que es evitar las palabras en negativo y ofrecer siempre una solución. "No tenemos por qué hablar de curación sino ofrecer un plan: vamos a hacer esto y esto otro. La incertidumbre no es buena. Si no tenemos un plan en el momento de hablar con el paciente, hay que buscarlo con él".
En lo que coinciden Élez y Moreno, los dos médicos de este reportaje, es que la comunicación se aprende delante del paciente. "Cada cual tenemos nuestra manera de comunicar", reconoce la oncóloga, "pero el foco siempre tiene que estar en la persona que tienes delante".