"Un nuevo trastorno mental aparece en los casos de abuso". Con este titular, el 9 de octubre de 1992, The New York Times se hacía eco de la primera vez que saltaba a la palestra el síndrome de Munchausen por poderes, aquel en el que los padres infligen daño a sus hijos por la sensación de control que obtienen al cuidar de alguien enfermo. Más de treinta años después, el trastorno vuelve a la actualidad a través del caso de Gypsy Rose, quizá, la víctima más famosa de este síndrome. Después de toda una vida bajo la dominación de su madre, terminó matándola. Tras ocho años en prisión, acaba de ser puesta en libertad.
Gypsy Rose y su madre, Dee Dee Blanchard, parecían tener una vida idílica en Springfield, un pequeño pueblo de Misuri (Estados Unidos). Ella parecía una madre devota entregada a su hija, que al parecer sufría de múltiples enfermedades, entre ellas, leucemia, epilepsia, distrofia muscular, problemas de visión, disfagia y discapacidad mental.
Todo era mentira. No obstante, las artimañas de Dee Dee llegaban hasta límites insospechados. Por ejemplo, peleó hasta el infinito para conseguir que pusieran un tubo de alimentación a su hija, una de las artimañas favoritas de aquellos que sufren este trastorno. A través de él, pueden controlar a placer lo que comen sus víctimas e introducirles todo tipo de drogas y tóxicos para acrecentar los problemas.
La situación llegó al punto de que, el 14 de junio de 2015, Gypsy asesinó a su madre junto a Nicholas Godejoh, un novio que había conocido por Internet. La sorpresa fue cuando todos los allegados a la joven descubrieron que podía andar, ver, comer y que tenía pelo. Ni la leucemia ni ninguna otra enfermedad era verdad. Todos esos años había sido víctima del síndrome de Munchausen por poderes, un punto que jugó en su favor a la hora de dictaminar condena. En lugar de la perpetua, consiguió un trato con la fiscalía por homicidio en segundo grado.
Dos tipos de Munchausen
"Hay dos tipos de síndrome de Munchausen, uno en el que es la persona la que afirma estar enferma y se autolesiona y otra en el que otra persona se lo hace a los demás", explica Lara Ferreiro, psicóloga y profesora de psicopatología. "Este último siempre va a implicar a una persona que ejerce poder, una figura dominante, con otra que no tiene esa capacidad", continúa.
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Aunque en la noticia de The New York Times —que implicaba a una madre de acogida temporal que había 'enfermado' hasta la muerte a tres niños— los expertos médicos afirmaron que "nunca habían oído hablar de esa afección", un estudio reciente publicado en la revista Psychosomatics sí ha encontrado antecedentes antiguos.
"Es probable que el primer caso reportado en la literatura médica haya sido documentado en 1593 por el cirujano alemán Guilhelmius Fabricius Hildanus. En su informe cuenta el relato de un niño de entre 15 y 18 meses al que los padres le habían estado insuflando aire entre la piel y el cráneo usando un pequeño tubo para lograr una cabeza que imitase la hidrocefalia congénita", describe el texto.
"Es un trastorno difícil de diagnosticar porque muchas veces puede pasar desapercibido y porque hay grados dentro de la enfermedad", dice Ferreiro. Sus palabras concuerdan con una investigación sobre el tema publicada en Springer Nature en 2019: "Muchas de las personas con trastorno facticio impuesto a otro (nombre técnico de la enfermedad) tienen la capacidad de parecer superficialmente 'normales'. Es común que en una entrevista psiquiátrica básica y/o las pruebas psicológicas puedan sugerir que no hay psicopatología presente".
En el caso de Dee Dee, cada vez que temía ser pillada, cambiaba de médico. También se valía de que habían sido víctimas del Huracán Katrina —algo que se puso en duda, pero resultó ser cierto—, y afirmaba haber pedido todos los historiales médicos de su hija. Sólo en una ocasión un doctor escribió en un informe el término síndrome de Munchausen, pero antes de que pudiera hacer más, madre e hija habían desaparecido.
Mujeres con trastorno psiquiátrico
Según una revisión llevada a cabo por profesionales de la Universidad de Cambridge, en casi todos los casos de Munchausen por poderes, los perpetradores son mujeres. "Lo pueden padecer tanto hombres como mujeres, pero al final implica más a las madres por el rol de género que tienen de cuidar a sus hijos", matiza Ferreiro.
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El mismo estudio desgrana que, de los casos analizados (108), en el 28% el agresor tenía un trastorno psiquiátrico, como depresión o trastorno de la personalidad. Mientras, el 36% había sufrido previamente abuso por parte de un familiar.
Respecto a Dee Dee, se sospecha que su madre pudo haber ejercido con ella lo mismo que repitió con su hija, aunque en menor grado. "Podría ser perfectamente. Personas que sufren mucho en la infancia, que experimentan maltrato físico o abusos sexuales, más tarde se lo hacen a sus hijos", apunta la psicóloga. "Luego esta gente también tiene mucha necesidad de afecto y atención, de ahí la necesidad extrema de cuidar a alguien. Eso les da satisfacción".
En el estudio de Cambridge, la mayoría de los casos acabaron con la separación de víctima y agresor. El 12% acabó con la muerte de la víctima y en tan sólo un 10% el perpetrador recibió terapia a posteriori. Precisamente, el trabajo de Springer Nature lo que viene a describir es la necesidad de trazar un tratamiento psicológico para estas personas. El problema es, como el mismo texto recalca, que no hay suficiente evidencia de que sea efectivo.
El reto de la terapia
Sí que hay más seguridad acerca de las terapias para los niños, como fuera el caso de Gypsy. Según matiza Ferreiro son víctimas extremadamente vulnerables: "Un trauma infantil así tiene un proceso de recuperación muy desafiante". La experta habla de muchísimo autocuidado personal y, sobre todo, de reconstruir toda la identidad de la persona.
Días antes de abandonar la prisión, Gypsy concedió una entrevista a la revista People en la que hablaba de su terapia y mostraba su arrepentimiento por su crimen. "Era una enferma y, por desgracia, no tenía la suficiente información como para darme cuenta. No se lo merecía. Merecía estar donde estoy, sentada en prisión cumpliendo condena por un comportamiento criminal", expresaba.
Es el mismo relato que ha mantenido en todas sus apariciones públicas, como en el documental que acaba de estrenar la cadena Lifetime, The Prison Confessions of Gypsy Rose Blanchard (Las confesiones desde prisión de Gypsy Rose Blanchard) y el anterior, Mommy Dead and Dearest (en España se puede ver en HBO Max).