Víctor Amat llegó arrasando el escenario de la psicología en España con su primer libro, Psicología Punk. Contra el pensamiento positivo y naif. El éxito de su enmienda a los mensajes edulcorados y simplistas sobre salud mental fue instantáneo. Ahora, el terapeuta, profesor y excampeón de Europa de kickboxing regresa con Autoestima punk: Cómo acabar con la autoestima happy flower. El estilo no ha cambiado: directo, lenguaraz y brutal en ocasiones, pero con mucha ternura bajo la chaqueta de cuero con tachuelas.
Como punk genuino, a Amat le molesta un poco haberse convertido en ídolo de masas. "No quiero parecer pretencioso, pero hostia, me da la sensación de que mucha gente se ha subido al carro de criticar la psicología naif y el movimiento Mr. Wonderful. Se ha movido la balanza", valora. Lo que le disgustaría, explica, es llegar al punto en que "se banalizara" la tendencia a la iconoclastia. "Y lo bonito de todo esto era un poco ir contra cultura, en contra de la corriente", rememora sobre sus días rebeldes.
Es importante subrayar que, como sostienes, la 'psicología punk' no es apta para todos los pacientes. Es cuestión de adaptar el tratamiento.
Efectivamente. Mucha gente lo interpreta como si yo me posicionara absolutamente en contra en contra de esos modelos que se han usado durante años, y no es así. Lo que pretendo es que la persona tenga un pensamiento crítico: que en lugar de culparse a sí mismo cuando algo no le va bien, también se plantee culpar a la teoría.
[Waldinger, el sabio de Harvard que ha hallado la fórmula de la felicidad tras 84 años de estudio]
La culpa es un tema recurrente al hablar de autoestima. ¿Nos culpamos por no cambiar la parte de nosotros que percibimos como defectuosa?
Bueno, esto forma parte de un tipo de mentalidad. Se nos ha hecho creer que todo depende de nosotros, y si algo no funciona, nos cuestionamos a nosotros en lugar de a la sociedad o al establishment. Es un enfoque que ha perdido toda la cordura, porque no somos responsables de todo lo que nos pasa. Esa es la gran falacia.
La palabra clave 'autoestima' es un imán para atraer lectores. ¿Por qué estamos tan obsesionados con ese concepto?
Es que si te han dicho: Tío, tienes baja autoestima. Lo que tienes que hacer es empezar a gastar el dinero para ser feliz y subírtela. ¡Eso vale hasta para vender un acondicionador para el pelo! ¡'Porque tú lo vales'! Los adolescentes siguen en las redes sociales a tipos mazados con tatuajes en un Lamborghini que dicen: Yo soy un hombre de verdad. Pero la autoestima no es esto, la autoestima es precisamente ver a un fulano así y decir: Oye, yo no quiero ser tú.
Mencionas a los 'psicólogos regañones' como Jordan Peterson, que llena el Wizink Center en Madrid. ¿Por qué nos atraen estos perfiles?
Bueno, ya sabemos que Madrid está muy polarizado, y este discurso completamente derechista, que nos dice que deberíamos ser como un marine, puede atraer...Y eso pese a sus incongruencias. Sabemos que él mismo sufrió una depresión terrible y fue ingresado por abusar de las benzodiacepinas. Yo creo que todo el mundo está a la búsqueda de un discurso que nos dé certezas. Soportamos muy mal la incertidumbre. Y cualquiera que venga a un gran pabellón ofreciéndonos eso, lo va a llenar.
Afirmas que 'la salud metal también es estar mal'. ¿El malestar también puede ser un indicador positivo?
Sí. Creo que es muy importante no mitificar la salud mental como la ausencia de malestar. Al contrario. Si yo he perdido un familiar, me he divorciado o he hecho una mudanza, lo normal es que eso me angustie y me entristezca. Eso es un indicador de salud. Hemos llegado al punto en que al mínimo malestar buscamos algún recurso que nos lo resuelva. ¡Y fíjate que tiro piedras contra mi propio tejado! Esa frase que se ha popularizado, "todo el mundo debería ir al psicólogo"... ¡No, en absoluto, no todo el mundo tiene por qué ir al psicólogo!
Apuntas a factores económicos e ideológicos detrás de la obsesión por la autoestima, por ser 'la mejor versión de nosotros mismos'.
Eso te lleva a una idea desafortunada: que todo depende de tí, que si alcanzas 'tu mejor versión' todo va a funcionar perfecto. Al contrario, la búsqueda de la perfección te hace padecer muchísimo. La buena autoestima es saber decir: Oye, que no necesito tener una mejor versión, no soy un sistema operativo.
Es como el mito del 'Doctor Jekyll y Míster Hyde': tratar de escindirnos de la parte de nosotros que nos disgusta solo aumenta el sufrimiento.
¡Me encanta la metáfora! Es una dicotomía: si tú depositas tu autoestima en la mitad de tí que piensa que deberías ser de una determinada manera, lo normal es que sufras, porque es más fuerte que tú y no vas a poder ganar. Lo que yo intento ofrecer es una alternativa: que el Doctor Jekyll y Míster Hyde se sienten a la mesa y traten de colaborar, no eliminarse el uno al otro.
También apuntas que "nadie es emocionalmente autónomo". ¿Es indispensable que los demás nos valoren para tener buena autoestima?
Ésa es la paradoja que yo propongo: para que tú puedas ser una persona autónoma, tienes que haber dependido de una manera óptima de otros, es decir, de tus cuidadores. Y esto se convierte en un laberinto de difícil salida, porque casi nadie ha obtenido de sus padres una educación perfecta. Siempre vamos a buscar en el otro un tipo de validación, y eso no es tener baja autoestima, es ser humano.
¿Confundimos a veces el tener una 'alta autoestima' con el narcisismo o los trastornos límite de personalidad?
Exacto. Hay que encontrar el punto previo a estar encantado de conocerte independientemente de lo que opinen todos los demás. Obviamente es bueno que, en ciertas situaciones, tú confíes más en tus posibilidades de lo normal. Pero siempre vamos a necesitar un poco de contragolpe para poder hacer un buen combate.
¿Tratar de desarrollar habilidades que no tenemos o corregir lo que percibimos como defectos nos puede hacer más daño que bien?
Claro, e incluso propongo una idea que es un poco happy flower. ¡Que yo también soy muy contradictorio! [Ríe]. Lo que yo propongo es que aquello que no te encaja, lo que tú consideras que no está bien en tí, puede ser muy bueno para los demás y convertirse en algo interesante. Yo, que he sido boxeador, un personaje de barrio, he intentado hacer algo con esa agresividad que sea útil para los demás. Es lo que yo llamo apañar la autoestima: aunque no estoy del todo contento conmigo, puedo estar razonablemente satisfecho de no ser un absoluto gilipollas [Risas].
La salud mental de los jóvenes empeora año tras año. ¿Cuál es tu percepción del problema?
Responder a preguntas multifactoriales es muy difícil, pero yo pienso que en este momento los adultos también estamos perdidos, y no podemos acompañar a los jóvenes. Por eso cuaja el discurso de Jordan Peterson, viene a decir: Oye, que aquí lo que hay que hacer es poner orden. Buscamos certeza en un bando, pero eso no es pensar de una manera crítica. Al final todos tienen un punto de razón y de sinrazón. Yo creo que lo importante es estimular a los jóvenes para que reflexionen de forma crítica y que luego hagan lo que quieran, pero teniendo la información.
También es angustioso para los padres y madres: darles poco apoyo es malo pero protegerles demasiado también.
Es lo que decíamos, que los padres están perdidos porque no saben qué hacer. Si pongo límites, soy un mal padre porque no soy amigo de mis hijos; pero si soy muy amigo, pierdo toda autoridad. En la crianza, hay que encontrar el punto en el que 'dormimos tranquilos': al final, el padecimiento por la educación de los hijos no te lo vas a ahorrar. Y como adultos, debemos ser conscientes de que los vínculos con nuestros padres nos marcan para toda la vida. La cuestión es convertirlo en algo interesante. ¡Nuestra marca personal!
Por resumir: ¿Cómo puedo saber si lo que yo considero que son problemas de autoestima lo son realmente, o es solo naturaleza humana?
El problema aparece cuando yo intento subirme la autoestima sin éxito. Los psicólogos, con buena intención, hemos empezado a decir: Esto te pasa porque tienes un problema de autoestima. ¿Qué ha ocurrido? Que la persona ha intentado resolver su autoestima en lugar del problema que estaba causando esta percepción. Ha habido un desplazamiento. Si tú tienes un problema de pareja o laboral, tienes que atender a eso. Y si manejas con tus recursos esa dificultad, obviamente tu autoestima subirá. Yo no lo definiría como el arte de estar bien, sino como el arte de estar razonablemente bien contigo mismo.
Afirmaste que la vida es un "siete sobre diez". ¿Mejorar nuestra autoestima puede hacernos llegar al ocho?
No. Yo creo que la gran autoestima es sacar un 7 perfecto. Siempre nos han comparado para perder: con tu primo que sacába mejores notas, con el que era campeón de fútbol...Igual el camino de autoestima es decir: deja de compararte, asume que hay cosas que otros hacen mejor, y que los demás tampoco son perfectos. Yo abogo por empatizar un poquito más en redes: a veces escribo sobre mis miedos o mi mala leche porque pienso que la gente se merece saber que que no eres solo lo que quieres mostrar.