"La resistencia a los antimicrobianos es una de las mayores amenazas para la salud pública mundial". Así lo advierte un informe reciente de la OCDE, que estima que cada año mueren 75.000 personas, en los países que integran la organización, a causa de este problema. La cifra, además, no parece que se vaya a ir reduciendo. Todo lo contrario. El documento avisa que si no se toman medidas contundentes, la coyuntura irá in crescendo en los próximos años.
Para atajarlo, hay que comprender que la resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno que viene predispuesto por varios factores, entre ellos la sobremedicación y automedicación, la toma incorrecta de los antibióticos y el empleo inadecuado de bactericidas en los animales. Actualmente, existen líneas de actuación que abordan cada uno de ellos, pero hay un bastión que parece complicado de conquistar: la falta de nuevos antibióticos.
Tal y como refleja el estudio de ISGlobal, Los cuatro frentes de batalla contra la resistencia a los antibióticos, desde 1987 no se ha lanzado ninguna clase nueva de antibióticos. A modo de explicación, el documento emplea una metáfora muy acertada: "Es como si en pleno siglo XXI usáramos bayonetas para combatir a un ejército equipado con cohetes teledirigidos".
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Los reportes que realiza la OMS periódicamente sobre el estado clínico y preclínico del desarrollo de antibacterianos confirman lo expresado. El último, editado en 2022, apuntaba que más del 80% de los nuevos antibióticos aprobados en 2021 pertenecían a clases de antibióticos existentes en las que los mecanismos de resistencia están establecidos.
Ausencia de grandes farmacéuticas
Asimismo, denunciaba la falta de interés que parecen mostrar las grandes farmacéuticas. Según constaba, el desarrollo de antibióticos sólo viene impulsado por pequeñas o medianas empresas. "Ninguna gran industria farmacéutica está desarrollando antibióticos", confirma Bruno González-Zorn, jefe de la Unidad de Resistencia a los Antimicrobianos de la Universidad Complutense de Madrid.
No se puede obviar que existe una complejidad en el desarrollo de nuevos antibióticos. Sin embargo, como disemina el experto, los propios mecanismos del mercado son los que están detrás de que llevemos más de 35 años sin nuevos antibióticos en el mercado. "Si una farmacéutica tarda 15 años en desarrollar un antibiótico y luego le tiene que decir al mundo que lo utilice lo menos posible y que si se usa mucho va a generar resistencia, preferirá desarrollar moléculas contra el colesterol, la obesidad o la calvicie, que tendrá clientes durante mucho tiempo", sentencia.
El escaso volumen de ventas parece languidecer en comparación con los esfuerzos que requiere sacar nuevos antimicrobianos al mercado, algo que también destacaba un artículo de Nature. Titulado ¿Por qué las grandes farmacéuticas han abandonado los antibióticos? indicaba que los gigantes del sector habían abandonado la investigación por las malas expectativas de negocio.
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El caso de la tuberculosis es un ejemplo claro de lo expuesto. En enero de este año, Médicos Sin Fronteras publicaba en The New England Journal of Medicine los resultados de su ensayo clínico para mejorar el tratamiento de la tuberculosis resistente a los medicamentos. Era el primer gran logro contra esta enfermedad en 50 años.
"Hasta hace relativamente poco, no se habían introducido nuevos tratamientos para la tuberculosis ¿Por qué? Porque la enfermedad afecta fundamentalmente a personas que no tienen recursos para hacerle frente", denunciaba Bern-Thomas Nyang'wa, director médico de la entidad e investigador jefe del ensayo.
Enfoque 'One Health'
Para paliar esta situación, González-Zorn confirma que la Unión Europea está en vías de pactar nuevos modelos que impulsen la investigación en antibióticos. Además de ser asesor de la OMS, se encuentra actualmente en la European Health Forum (EHFG), la principal conferencia sobre temas de salud en Europa.
Ha intervenido como ponente de One Health in action: addressing antimicrobial resistance (Una sola salud en acción: hacer frente a la resistencia a los antimicrobianos) y junto con otras personalidades de renombre ha debatido cómo los sectores agrícola, ambiental, de salud animal y humana pueden trabajar juntos para vencer la situación.
"Tenemos que abandonar el sistema en el que el beneficio de la empresa dependa de la cantidad de moléculas que venda", avanza. "Hay distintos modelos que se están barajando, como dotar de un gran premio a la farmacéutica que lance un nuevo antibiótico o darle un beneficio constante durante unos determinados años".
Como aduce la OMS, "la falta de nuevos antibióticos pone en peligro los esfuerzos mundiales por contener las infecciones farmacorresistentes". Urge encontrar nuevos modelos de negocio que atraigan a la industria farmacéutica hacia su rol en el One Health. Se intentó hace poco con la propuesta de alargar el tiempo de patente (el periodo que la empresa comercializa algo en exclusividad), pero como confirma González-Zorn parece que no funcionó.
No obstante, no ceja su optimismo y confía en encontrar la solución que subsane uno de los errores que nos han llevado hacia donde estamos: "Se ha infravalorado la importancia de seguir innovando en los antibióticos".