Se trata de uno de los motivos más frecuentes de consulta a partir de cierta edad. Personas que se acercan al centro de salud con una cita para Enfermería con el objetivo de que les midan la presión arterial. Un acto tan cotidiano como inútil: un estudio señala que la fluctuación en las lecturas a lo largo del tiempo es tan alta que solo lleva a confusión.
El equipo de Harlan Krumholz, director del Centro para la Investigación y Evaluación de Resultados de la Universidad de Yale, tomó los datos de las mediciones de más de medio millón de estadounidenses entre 2014 y 2018: casi 8 millones de lecturas de la presión arterial realizadas en consulta, con una media de 13 visitas por paciente a lo largo de un periodo de casi dos años y medio.
Para el estudio, compararon las mediciones de dos visitas que se hubieran realizado con menos de 90 días de diferencia. El resultado: una fluctuación de 12 mm Hg entre ellas, superior a la que consiguen los antihipertensivos (que logran reducirla 10 mm Hg).
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Krumholz considera que esta variación puede estar empujando a los médicos a prescribir o incrementar la dosis de la medicación antihipertensiva de forma innecesaria, y que "hay una necesidad clínica de ir más allá de la evaluación episódica clínica y usar las lecturas ambulatorias y domésticas como alternativas fuera de la consulta para establecer un diagnóstico de hipertensión y de control de la presión".
De hecho, un buen puñado médicos y enfermeros han tomado las conclusiones de este estudio para criticar que se siga realizando la toma de la tensión en la consulta. "El control de la tensión por enfermería de atención primaria es una actividad tan inútil como peligrosa porque desinforma", advertía Abel Novoa, médico de urgencias y coordinador del grupo de Bioética de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, Semfyc.
Por su parte, el cardiólogo Geoff Barnes apuntaba que las medidas ofrecen "demasiada variación para una métrica de calidad. ¡Estandaricemos las lecturas desde el hogar, no las clínicas!"
Pero este trabajo, publicado en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, es tan solo el último que cuestiona la validez de las lecturas de la presión arterial. El debate lleva décadas abierto, pero se ha recrudecido a partir de 2017. Ese año, el Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón publicaron la última actualización de las guías clínicas para la prevención, detección, evaluación y manejo de la presión arterial en adultos.
Esta guía levantó una amplia polémica porque bajó el umbral de la hipertensión a 130 mm Hg en la presión diastólica e incluso marcó 120 mm Hg como límite de un estado pre-hipertensivo. De golpe y porrazo, multiplicaba el número de hipertensos que necesitaban tratamiento, algo que fue duramente criticado en su momento. La actualización de la guía europea, que fue posterior, mantuvo el umbral en 140 mm Hg.
Pero la guía americana no solamente bajaba el umbral sino que también daba unas directrices muy estrictas sobre cómo se debía toma la presión arterial. Se sabe que varía notablemente en cada latido, pero también dependiendo de la estación del año, la calibración del dispositivo, etc. Pero una gran parte de esa variación se atribuye a las propias circunstancias de la toma.
Por ejemplo: el paciente ha llegado apurado a su cita, el día anterior cenó alimentos con una alta carga de sodio, se le toma la tensión en un ambiente tranquilo o alterado… Todo eso alterará la medición. Por ello, en los últimos años los médicos han hecho especial hincapié en la toma "correcta" de la tensión arterial.
Cómo tomar la tensión arterial
Así, la guía de la Asociación Americana del Corazón advierte que los errores a la hora de tomar la tensión en consulta "son comunes y pueden conducir a una estimación incorrecta del verdadero nivel de la presión arterial".
Por ello, entre otras recomendaciones, señala que el paciente debe estar relajado, sentado en una silla al menos los cinco minutos previos a la toma. No debe haber realizado ejercicio, fumando o tomado café en la media hora anterior, debe haber vaciado su vejiga y el brazo tiene que estar apoyado, a la altura del corazón. Durante la toma, ni el paciente ni el profesional sanitario deben hablar.
El dispositivo debe ser calibrado con cierta periodicidad y su manguito debe tener un tamaño adecuado al brazo. En la primera visita al médico se debe realizar la toma en los dos brazos y repetirla a los dos minutos.
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No se trata de algo baladí. El cardiólogo Franz Messerli apunta en un artículo de la revista JAMA Medical News and Perspectives que desde al menos 1990 está documentado que la forma de tomar la tensión de los médicos es "malísima". Por eso, la propia Asociación Americana del Corazón desaconseja las mediciones en consulta.
Frente a la toma de la tensión en consulta se recomiendan otras alternativas como el uso de un holter de tensión arterial o MAPA, un dispositivo portátil que realiza mediciones periódicas durante 24 horas, o la medida de la presión arterial en casa por el propio paciente, eso sí, bien formado en el procedimiento.
Messerli recomienda estandarizar el proceso pidiendo a los pacientes que se tomen tres medidas consecutivas, ya que la primera siempre es demasiado alta. Esto se haría dos veces al día (mañana y noche) en dos días de la semana previa a la cita con el médico.
Con todo, la polémica sobre la toma de la tensión arterial está lejos de acabar. Los resultados en la variabilidad de las mediciones obtenidos en el estudio de Krumholz, basado en datos observacionales, son muy parecidos a los obtenidos en ensayos clínicos, donde la estandarización y el cuidado es mucho mayor, sugiriendo que la variación entre las tomas tampoco se explica completamente por la 'torpeza' de los sanitarios.
Además, la medición casera tiene otros sesgos que deben ser tenidos en cuenta, como la tendencia de los pacientes a 'embellecer' sus resultados para que se parezcan más a las obtenidas en la consulta (que serán más altas) o, directamente, a no realizarlas cuando deberían.