La demencia es una de las principales preocupaciones de salud pública en todo el mundo, y anticipar los pacientes de mayor riesgo es clave para prevenir la enfermedad, tratarla y ralentizarla en la medida de lo posible. A día de hoy, las terapias frente a la enfermedad de Alzheimer y otras demencias no han demostrado ser curativas. La mejor y mayor esperanza es la de retrasar los síntomas más graves y ganar años de vida vividos con salud.
Se sabe que el estilo de vida es clave para reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer y la demencia, y mantener a raya los diversos factores de riesgo cardiovascular y metabólicos sería uno de los pilares básicos de la prevención frente a las enfermedades neurodegenerativas. Destaca especialmente la hipertensión arterial, que ya se había relacionado con un mayor riesgo de sufrir demencia. Ahora, según los resultados de un reciente estudio publicado en el European Heart Journal, ya sabemos por qué se produce esta perjudicial relación.
Se calcula que más de mil millones de personas en todo el mundo sufren hipertensión arterial, y más del 40% de los españoles adultos se encuentra afectado según la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Sin embargo, un significativo porcentaje de casos ni se ha diagnosticado ni se controla. También se sabe que la hipertensión arterial es una patología vascular capaz de producir una gran variedad de daños a nivel orgánico general, incluyendo al sistema nervioso.
[El nuevo síntoma que 'anuncia' que podrías sufrir demencia dentro de unos años]
Un equipo internacional de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Jagiellonian (Cracovia, Polonia), dirigidos por el biólogo médico Mateusz Siedlinski, ha descubierto qué áreas cerebrales tienen más probabilidades de sufrir daños cuando se sufre hipertensión arterial. Los investigadores usaron una combinación de datos genéticos, de imagen y análisis observacionales de 33.000 personas registradas en el Biobanco de Reino Unido.
Gracias a este enfoque combinado, el equipo de Siedlinski pudo identificar qué partes del cerebro se ven más afectadas por la hipertensión a largo plazo. También pudieron observar cómo se producen los cambios estructurales que, en última instancia, darán lugar a una degeneración de la función cognitiva, la cual finalmente será visible en imágenes de escáner cerebral.
Los investigadores plantearon como hipótesis que las zonas dedicadas a la memoria o las habilidades cognitivas serían las más afectadas por la elevada presión arterial. Y sus hallazgos fueron verificados posteriormente al estudiar un grupo de pacientes en Italia que sufrían de hipertensión: las áreas cerebrales identificadas eran precisamente las más afectadas.
Presión arterial y daño cerebral
Anteriormente se habría sugerido una asociación entre la cantidad de materia blanca cerebral total y la demencia, pero no con la función cognitiva. En este nuevo estudio se demostró que algunas regiones de la materia blanca desempeñan un papel más importante que otras en la salud cognitiva, por lo que medir la cantidad total en bruto sería un indicador poco fiable de deterioro neurológico.
Los investigadores se centraron en partes específicas de materia blanca, encontrando cambios en nueve áreas diferentes relacionadas tanto con la hipertensión arterial como con el empeoramiento de la función cerebral. Una de estas áreas sería el núcleo putamen, esencial para las respuestas a estímulos y el aprendizaje. Otras regiones involucradas se relacionan con la función ejecutiva, la toma de decisiones y la regulación emocional, así como tractos de materia blanca que actúan como canales de comunicación entre diferentes regiones cerebrales.
También se vio que los cambios estructurales a nivel cerebral eran principalmente consecuencia de una diferencia entre la presión sistólica o "alta" -cuando late el corazón- y la presión diastólica o "baja" -la presión entre latidos. Una elevada presión arterial sistólica, y la diferencia entre sistólica y diastólica, se relacionarían más con el deterioro cognitivo. En cambio, una presión arterial diastólica más elevada parecía tener cierto efecto protector cuando se tiene en cuenta la presión sistólica.
Estos datos podrían explicar los resultados mixtos observados en estudios previos donde no acababa de verse clara la relación entre hipertensión y deterioro cognitivo. No solo afecta la tensión arterial elevada, sino también las diferencias entre tensión sistólica y diastólica.
Los investigadores sostienen que sus resultados pueden ser útiles para encontrar nuevas formas de tratar el deterioro cognitivo en personas diagnosticadas de hipertensión. Estudiar los genes y proteínas estructurales cerebrales puede ayudar a comprender mejor la relación entre hipertensión y deterioro cognitivo, escriben, además de poder predecir quién desarrollará pérdida de memoria y demencia más rápido en el contexto de una hipertensión arterial mal controlada.