Dentro de las enfermedades más prevalentes, o que más afectan a la población general en España, destacan dos en particular: la diabetes tipo 2 y la hipertensión. Y, lejos de reducir su alcance, ambas están aumentando progresivamente con el paso de los años.
De hecho la hipertensión en particular no solo ha aumentado, sino que se ha duplicado en todo el mundo en los últimos 30 años: la enfermedad ya afecta a más de 1.200 millones de personas en todo el mundo, y 720 millones de ellas no recibieron tratamiento alguno durante el pasado año 2019, según el análisis más completo publicado hasta la fecha por parte de The Lancet.
Para el estudio, los investigadores tuvieron en cuenta prevalencia, diagnóstico, tratamiento y control de la hipertensión a lo largo de los años en casi 200 países de todo el mundo. En total, se analizaron datos de más de 100 millones de personas de 184 países diferentes para elaborar el nuevo trabajo.
Se sabe que latensión arterial alta o hipertensión se relaciona con más de 8,5 millones de muertes en el mundo cada año, dado que es el principal factor de riesgo para sufrir un accidente cerebrovascular o ictus, y también colabora en el riesgo de otras enfermedades como la cardiopatía isquémica, la enfermedad renal o las enfermedades vasculares en general.
Reducir la hipertensión lograría reducir entre un 35% y un 40% el número de ictus totales, entre un 20% y un 25% el número de infartos de corazón, y hasta un 50% la insuficiencia cardíaca.
Durante la pasada década de 1990, 331 millones de mujeres y 317 millones de hombres sufrían hipertensión. Treinta años después, durante el pasado 2019, esos números aumentaron exponencialmente, hasta los 626 millones de mujeres y 652 millones de hombres diagnosticados de hipertensión. Y la mayor parte de los casos se habrían dado en países de ingresos medios y bajos.
En total, los investigadores revisaron 1.201 estudios representativos de la población mundial, en los cuales participaron 104 millones de personas de 184 países (el 99% de la población mundial). En todos los estudios analizados se midió la tensión arterial, y se desecharon aquellos donde se usaban datos autoinformados de los participantes. Se definició hipertensión como una tensión arterial sistólica (o "tensión alta") igual o mayor de 140 mmHg, y una tensión arterial diastólica (o "tensión baja") igual o mayor de 90 mmHg; o bien tomar medicación para la hipertensión, en cuyo caso se daba por hecho el diagnóstico de hipertensión en la persona estudiada.
Si bien es cierto que algunos países han mantenido buenos niveles de prevalencia, como es el caso de España, Canadá, Suiza y Reino Unido, no todos los estados occidentales han tenido la misma suerte: Paraguay, Hungría o Polonia mantienen unas tasas elevadas, y sin mejoras.
Asimismo, en general, los países de ingresos altos y algunos de ingresos medios han mejorado significativamente tanto el tratamiento como el control de la enfermedad: Canadá, Corea del Sur, Islandia, Estados Unidos, Costa Rica y Alemania han mejorado en este aspecto. Otros, sin embargo, han tenido pocos cambios en tres décadas: la mayoría de los países del África subsahariana y Oceanía.
La hipertensión es una enfermedad fácil de diagnosticar y relativamente fácil de tratar, según exponen los mismos investigadores, dado que los medicamentos son de bajo coste. Sin embargo, el 41% de las mujeres y el 51% de los hombres con hipertensión desconocían su diagnóstico en 2019, y más de la mitad (53% de mujeres y 62% de hombres) no recibieron tratamiento alguno.
En todo el mundo, la hipertensión solo se mantuvo bajo control en menos de 1 de cada 4 mujeres y en 1 de cada 5 hombres que llevaban tratamiento médico.
En este aspecto, algunos países de ingresos medios como Costa Rica, Kazajstán, Sudáfrica, Brasil, Turquía o Irán sí lograron grandes mejoras en cuando al tratamiento y control de la hipertensión se refiere, durante las últimas tres déacadas estudiadas. Los investigadores destacan algunos factores, como la sanidad universal y el fortalecimiento de la atención primaria, entre otros.
Cómo mejorar la hipertensión
Según el profesor Majid Ezzati, del Imperial College de Londres y autor principal del nuevo estudio, existen claras diferencias en el manejo de la hipertensión entre los países de ingresos altos, medios y bajos. Sin embargo, su análisis sugiere que es posible llevar a cabo mejoras significativas en este aspecto, incluso en países con ingresos bajos.
La prevalencia mundial de la hipertensión, a nivel global, se ha duplicado. Sin embargo, las tasas han disminuído en países de ingresos altos (España, Alemania, Canadá, Suiza y Reino Unido, entre otros), pero han aumentado o se han mantenido en muchos países de ingresos bajos y medios, destacando los de Oceanía.
Algunos países, como Canadá y Perú, tenían la proporción más baja de personas que viven con hipertensión en 2019, con solo 1 de cada 4 individuos con dicho diagnóstico. En caso contrario, más de la mitad de las mujeres de Paraguay y Tuvalu sufrían hipertensión, y más de la mitad de los hombres de Argentina, Paraguay, Tayikistán y varios países de Europa central y oriental (Hungría, Polonia, Lituania, Rumanía, Bielorrusia y Croacia) sufrían la enfermedad.
Sugiere, por otro lado, que los países de ingresos medios y bajos deberían reducir ayudas por parte de los países con mayor poder adquisitivo. Así mismo, también cabría el desarrollo de políticas que permitan a las personas de los países más pobres tener acceso a alimentos más saludables, reduciendo la ingesta de sal, y haciendo más accesibles y asequibles algunos alimentos como frutas y verduras.
Para finalizar, destaca, el acceso a una cobertura sanitaria universal y una atención primaria de calidad también serían claves en la detección, tratamiento y control de la hipertensión.