Cuando se acude al médico, independientemente del motivo, es probable que uno de los signos en los que se fije sean las uñas incluso cuando los síntomas, por ejemplo, parecen ser de resfriado. Tiene todo el sentido del mundo: las uñas pueden dar una gran información acerca de la salud general.
Cambios en el color, en la forma, en la textura o incluso en la rapidez en su crecimiento pueden informarnos sobre si algo no va bien en nuestro organismo. Parte del deterioro es producto del envejecimiento natural. Pero en otros casos, las uñas pueden llegar a informar de posibles enfermedades agudas o crónicas, desde una insuficiencia renal hasta una enfermedad pulmonar o hepática, entre otros ejemplos.
Un cambio de coloración en las uñas, ya sea de la misma uña o de las zonas subyacentes, requiere de cierta atención. Un ejemplo son los hongos en las uñas u onicomicosis, un tipo de infección a largo plazo que puede provocar una coloración amarillenta, verdosa o incluso marronosa dependiendo del tipo y el tiempo de infección.
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Por otro lado, una afectación renal o hepática también puede provocar cambios en la coloración, volviéndolas de color blanquecino o amarillento en las puntas. Finalmente, una coloración azulada o violacea aguda puede ser indicativo de una mala perfusión, es decir, de mala circulación sanguínea, secundaria a enfermedades tanto pulmonares como sanguíneas, en muchos casos agudas y que requirieren de atención médica urgente.
Cambios de forma
Otro de los cambios a tener en cuenta es la forma de las uñas, como la aparición de curvaturas inusuales que podrían indicar bajos niveles de oxígeno sanguíneo. Esto puede ser sintomático de una enfermedad pulmonar, cardíaca o hepática.
Por su parte, las uñas blandas, débiles y quebradizas pueden ser signo de enfermedad reumática, falta de minerales o vitaminas -siendo el déficit de hierro la causa más común-, o incluso asociarse a la exposicion repetitiva de las uñas al agua.
Pueden aparecer cambios dentro de la uña, surcos longitudinales o transversales. Los primeros no son patológicos, y pueden aparecer a menudo con la edad a partir de los 60 años, pero los surcos transversales sí pueden indicar una enfermedad: son las conocidas como líneas de Beau, asociadas al crecimiento de las uñas.
Cambios de crecimiento
Habitualmente las uñas de las manos crecen de media alrededor de 3,47 milímetros por mes en las manos, y 1,62 milímetros por mes en los pies. Esto puede darnos información sobre posibles enfermedades: cuando una persona está enferma, el organismo no prioriza el crecimiento de las uñas y lo paraliza temporalmente.
En este caso, las mencionadas líneas de Beau son uno de los cambios más comunes en el crecimiento de las uñas. Son "crestas" o "surcos" horizontales que atraviesan toda la uña a causa de una pausa en su crecimiento. Habitualmente se relacionan con enfermedades graves o procesos febriles. Si dichos procesos son repetitivos, o existe alguna enfermedad crónica, se pueden observar múltiples líneas de esta índole en las uñas.
Cabe destacar que estas líneas no provocan enfermedad por sí mismas, sino que son un signo indirecto y desaparecen cuando se soluciona la causa. Dada la lentitud de crecimiento de las uñas, algo que puede cambiar entre personas, pueden tardar varios meses en desaparecer.