Existen varios factores dietéticos y estilos de vida que se relacionan con un mayor riesgo de cáncer de colon como dietas ricas en carnes rojas y procesadas, alimentos ricos en grasas saturadas y grasas trans, y ricos en azúcares y carbohidratos refinados. Además, un bajo consumo de frutas, verduras y fibra también influye negativamente.
Es importante destacar que estas asociaciones no significan que estos alimentos causan cáncer de colon, sino que están relacionados con un mayor riesgo. La prevención de esta enfermedad implica una combinación de una dieta equilibrada y saludable, ejercicio regular, un estilo de vida activo y, en algunos casos y a partir de cierta edad, la detección temprana a través de pruebas de detección.
Uno de los aspectos más importantes en la prevención es llevar un estilo de vida saludable, como reducir el consumo de carne roja, aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra como frutas, verduras y granos enteros, mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente y evitar el consumo excesivo de alcohol. También es importante seguir los consejos de un médico como la realización de una colonoscopia a partir de los 50 años de edad.
Hay que tener en cuenta también que este tipo de cáncer es el segundo más frecuente en España, después del cáncer de próstata. También es el segundo más letal, alcanzando los 11.021 fallecimientos en 2021, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Teniendo en cuenta lo mucho que influye el factor nutricional en la aparición de esta enfermedad, hay que prestar especial atención a aquellos alimentos que puedan parecer saludables, mientras que sus ingredientes dicen lo contrario.
Miel y mermeladas
La miel cuenta con un alto contenido de azúcares simples. Según una extensa revisión de estudios, llevada a cabo en 2012 en Reino Unido por diferentes universidades, la relación entre altos índices glucémicos y el aumento de riesgo de cáncer colorrectal está clara. Por ejemplo, cuando los azúcares simples se consumen en exceso, se almacenan en el cuerpo como grasa, siendo este uno de los diferentes factores que influyen en la aparición de la enfermedad. Aunque además, el exceso de azúcar también estimula la liberación de insulina.
Este exceso de glucosa se convierte en el principal alimento de las células cancerosas, que a su vez se relaciona con la obesidad, otro de los factores asociados al cáncer colorrectal. Este exceso de azúcar también estimula la liberación de insulina, la cual estimula el crecimiento de las células del tumor. Además, los azúcares añadidos pueden aumentar la inflamación, lo que también puede contribuir al desarrollo de cáncer de colon. Por lo tanto, se recomienda limitar el consumo de mermelada para reducir el riesgo de cáncer de colon.
"La aparición del cáncer colorrectal es multifactorial. Propensión genética, sedentarismo, una dieta inadecuada. Mientras que la genética no podemos controlarla, la alimentación sí y ahí es donde hay que incidir para prevenir", destaca Lucía Fernández, enfermera en el Hospital Universitario Infanta Sofía de Madrid.
De hecho, además de la amplia concienciación que hay en España sobre las colonoscopias regulares a partir de cierta edad, la dieta mediterránea parece tener cierta influencia positiva sobre la aparición y prevalencia de esta enfermedad. Tal y cómo revelan algunos estudios, como el llevado a cabo por la Universidad de California, en EEUU. De hecho, algunas revisiones sugieren que verduras, frutas, alimentos con fibra y ciertos micronutrientes tendrían el poder de proteger de la aparición de este tipo de cáncer. Un factor nutricional que se suma a otros malos hábitos como el tabaquismo y el consumo de alcohol en exceso.
Tostada de pan blanco
El pan blanco, ese con el que elaboramos las tostadas durante el desayuno de cada mañana, también se asocia con el cáncer de colon debido a sus altos índices de insulina. Esto es porque el pan blanco está hecho de harina blanca refinada, que se descompone rápidamente en azúcares simples en el organismo. Esto provoca un rápido aumento de los niveles de insulina, promoviendo así el crecimiento de células cancerosas en el colon. "Se considera al pan blanco un alimento con muchas calorías y poco nutrientes", insiste Fernández.
Por eso, lo más correcto para el organismo sería comer pan integral, con grano entero. Además, en el caso del pan tostado, el método de preparación tiene cierta influencia. Cuando el pan se tuesta, se produce una reacción química conocida como acrilamida, la cual se ha relacionado con un mayor riesgo de padecer ciertos tipos de cánceres, como el de colon.
Esta reacción química se produce cuando los alimentos se cocinan a altas temperaturas, produciendo esta sustancia a partir de los azúcares y los aminoácidos que se mezclan. De igual modo, esta sustancia química puede dañar el ADN y aumentar el riesgo de cáncer. Por esta razón, se recomienda no tostar el pan y tratar de evitar otros alimentos que se cocinen a altas temperaturas.
Jamón de York
Aunque el jamón de York ha sido siempre un alimento típico de las dietas de adelgazamiento y también de las dietas blandas cuando duele el estómago, por lo que suele ir ligado a una dieta saludable, este es un embutido y como tal, y por eso no goza de la simpatía de los nutricionistas. Todos los embutidos son considerados carnes procesadas y, por lo tanto, aumentan el riesgo de sufrir cáncer colorrectal. Esto es lo que afirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2015 cuando emitió un informe que recogía datos de varios estudios en este sentido. "La carne procesada se refiere a la carne que se ha transformado a través de la salazón, el curado, la fermentación, al ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación", explican en su página web.
Esto se debe en parte a que estos productos contienen altos niveles de grasas saturadas y sales, que se han asociado con un mayor riesgo de enfermedades del corazón y cáncer. "En principio, si tu dieta en general es saludable y te comes una o dos lonchas de jamón al día, probablemente no te afecte. [...] Cuando los sanitarios o los políticos damos un consejo a la población general no podemos meternos en los casos específicos, así que el mensaje claro debe ser 'carne procesada: cuanta menos, mejor'", explicó Lucía Martínez, dietista-nutricionista en este artículo de EL ESPAÑOL.
El fiambre de jamón de York en el supermercado, entre sus ingredientes, su porcentaje de carne es lo que más llama la atención, alrededor de un 55%, siendo el resto agua, almidones, dextrosa de maíz, sal, proteínas de soja y aromas. Por eso es catalogado como carne procesada, requiriendo para su elaboración un procesado más agresivo.