La espina bífida es un trastorno que afecta a entre ocho y diez bebés de cada 10.000 nacidos en España, según datos de la Federación Española de Asociaciones de Espina Bífida e Hidrocefalia (FEBHI), y es una de las principales razones por el que se suplementa con ácido fólico a las embarazadas en nuestro país. Este nutriente, también llamado vitamina B9, es fundamental para garantizar la correcta formación del tubo neural del feto, el embrión de lo que será la médula espinal y el encéfalo.
El déficit de ácido fólico puede llevar a que este tubo no se cierre correctamente y los nervios queden expuestos. Esto es lo que provoca el 95% de los casos de espina bífida, una malformación que permite una apertura entre las vértebras del bebé y provoca una lesión medular de por vida. En función de la altura a la que se encuentre, puede causar trastornos del sistema locomotor, parálisis de las extremidades inferiores y problemas genito-urinarios. Si está cerca de la cabeza, puede provocar hidrocefalia, una acumulación de líquido que daña el cerebro.
Dado que el problema se presenta en el primer trimestre de gestación, esta lesión se ha convertido en una importante candidata para la cirugía intrauterina, en la que se interviene directamente en quirófano para restaurar y cerrar el tubo neural del gestante. Según aclaran desde el hospital King's College de Londres, el centro mundial de referencia para estas operaciones de vanguardia, no es una operación curativa al 100%: el niño siempre quedará con algún tipo de secuela.
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Sin embargo, su bienestar se incrementará enormemente con esta intervención temprana, con grandes posibilidades de que pueda mantener la movilidad y la autonomía para el resto de su vida."No se cura la enfermedad pero sí disminuir las secuelas. Es decir, va a mejorar mucho el pronóstico de la enfermedad y la calidad de vida futura de niño. Normalmente, este tipo de cirugía -en la espina bífida- se les ofrece a las madres para las que el aborto no es una opción", explicaba a EL ESPAÑOL la doctora Francisca Molina, pionera en la cirugía fetal en España.
Molina aprendió la técnica en el propio centro londinense, donde el diario The Guardian ha podido asistir a una de estas operaciones de gran precisión. La operación fue realizada por el neurocirujano Bassel Zebian asistido por una docena de profesionales, entre ellas la Dra. Marta Santorum-Pérez, experta en medicina fetal formada en la Universidad de Santiago de Compostela. La madre se encuentra anestesiada en la mesa de operaciones, relata la reportera, y "oculta por sábanas quirúrgicas" a excepción del vientre.
La operación
"Se realiza una incisión a lo ancho del abdomen. El útero, una esfera reluciente, es extraído fuera del cuerpo. Los cirujanos realizan tres minúsculas incisiones que serán empleadas como puertos quirúrgicos. Primero, sin embargo, se drena el líquido amniótico y se rellena el útero con dióxido de carbono, un gas que evitará que el bebé se desplace flotando durante la operación", describe la periodista.
"La charla relajada da paso a los susurros de concentración a medida que la cámara laparoscópica se introduce a través del cuerpo, iluminando el útero desde el interior como un globo rojo veteado de venas. El mundo del bebé aparece en escena en tres grandes pantallas, que serán usadas para guiar la operación. Una gran burbuja con aspecto de ampolla, el defecto causado por la espina bífida, aparece en la espalda del babé".
"Un par de herramientas quirúrgicas se introducen por los dos otros puertos restantes y Zebian comienza a cortar la burbuja, dejando al descubierto la piel y el tejido que se entrelaza con la médula espinal. Lo corta con una precisión increíble mediante laparoscopia. La médula queda liberada, es reintroducida por el orificio en el canal espinal, y Santorum-Pérez cose un parche protector de biocelulosa por encima, seguido de una segunda película de silicona para ayudar a que la piel vuelva a crecer".
La operación duda cuatro horas, al término de la cual se vuelve a rellenar el útero con el líquido amniótico, se sella y se reintroduce en el abdomen de la madre, que podrá ser dada de alta en pocos días si todo evoluciona correctamente. Según recuerdan los expertos, realizaron la primera de estas operaciones hace solo cuatro años: en este tiempo, han evolucionado el procedimiento tras descubrir que extraer el útero aumenta la probabilidad de supervivencia del feto.