El análisis de 3,4 millones de personas ha demostrado que las variantes genéticas también influyen en el consumo de tabaco y alcohol. Así, a la 'excusa' de que bebemos o fumamos porque nuestro entorno lo hace se le podrá sumar también la influencia de nuestros genes. Y es que el estudio que se ha publicado en la revista Nature ha identificado casi 4.000 variantes genéticas vinculadas a ambos comportamientos.
Se trata de un trabajo fruto de la colaboración de investigadores de decenas de instituciones de diversos países agrupados en el GSCAN. Este consorcio ya había publicado un estudio similar en 2019, aunque fue con una muestra más pequeña (1,2 millones de personas) y con unos resultados menos preocupantes que los de este último macroestudio.
Para ello, los autores han analizado los datos de 60 estudios de asociación del genoma completo (GWAS, por sus siglas en inglés). Estos representaban a casi 3,4 millones de personas que, a su vez, correspondían a cuatro grupos de ascendencia: africana, americana, asiática oriental y europea. En este sentido, destacan que más del 20% del grupo poblacional era de ascendencia no europea.
Los investigadores denuncian de esta forma que los GWAS anteriores en los que se comparan datos genéticos para identificar genes potencialmente relevantes se centraron en gran medida en individuos de ascendencia europea. Sin embargo, la mayoría de los individuos de tres de los cuatro grupos de ascendencia estudiados en este caso viven en Estados Unidos y Europa. Por tanto, comparten rasgos similares en cuanto a su disponibilidad a la hora de consumir tabaco y alcohol.
El presente trabajo hace uso de la información de estos biobancos poblacionales, que incluyen muestras biológicas, información clínica y hábitos de vida, para identificar variantes genéticas asociadas al número de bebidas alcohólicas consumidas por semana. Por su parte, también se han estudiado una serie de conductas relacionadas con el tabaco, como ser fumador regular, la edad de inicio del uso regular de tabaco, número de cigarrillos fumados durante el día o haber conseguido dejar de fumar tras su consumo regular.
"El consumo de alcohol o tabaco son conductas que se ven afectadas por múltiples factores. A nivel biológico, parte de la predisposición a su consumo se debe a la existencia de múltiples variantes genéticas de efecto muy pequeño distribuidas a lo largo del genoma". Quien destaca la importancia de nuestros genes en el consumo de bebidas alcohólicas y tabaco es el investigador líder del grupo de Genética Psiquiátrica del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) y miembro de la Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones (RIAPAd), Javier Costas, en declaraciones a SMC España.
Costas asegura también que, aunque esta investigación servirá para análisis posteriores, ya se presentan resultados concluyentes que ponen en evidencia que muchas de las variantes genéticas identificadas lo hacen a través de tipos celulares implicados en el sistema de recompensa cerebral, de acuerdo con los mecanismos propuestos para adicciones.
Además, esta investigación viene a desmontar el 'mito' de que según donde nazca o crezca una persona tendrá más probabilidad de consumir alcohol o tabaco. Y es que la mayor parte de las variantes genéticas identificadas tenían efectos similares, independientemente de la ancestralidad y el origen geográfico de los individuos. Por ejemplo, en el caso del tabaco, los individuos en el 10 % superior de predisposición genética a uso de tabaco fuman como promedio el doble de cigarrillos por día que los del 10 % inferior: 14 cigarrillos frente a 7.
Una de las 3.823 variaciones identificadas, conocida como polimorfismos, genera en quién la tiene una sensibilidad mucho menor a los glucósidos, que son precisamente las moléculas que le confieren al lúpulo su sabor amargo. Además, esta variante también se relaciona con la dependencia del alcohol, por lo que se podría retroalimentar la persistencia de algunas personas a la hora de consumir la cerveza.
"Se ha conseguido generar un conjunto de información genética de gran valía para una mejor comprensión de los mecanismos de predisposición genética al consumo de alcohol y tabaco, así como de sus consecuencia", destaca Costas acerca de este trabajo que será de gran ayuda en la conocida como medicina de precisión.