"Todavía mi semen es de fuerza, ¡vamos a por la niña!". Así de expresiva fue la intervención que José Ortega Cano nos regaló hace unas semanas en televisión y que se hizo viral a toda velocidad. Con este pronunciamiento, Ortega Cano quería hacer saber a Ana María Aldón —con quien acaba de firmar el divorcio— y a toda España que sigue siendo a sus 68 años el aguerrido torero que fue en su juventud. Incluso hoy en día la cantidad y la calidad del semen eyaculado sigue siendo uno de los factores con los que muchos hombres miden su virilidad y su buen estado de salud.
Sin embargo, quizás es el momento de replantearnos esta vara medir porque algunos de los factores que caracterizan a este fluido se encuentran en decadencia en todo el mundo. Las sospechas sobre este fenómeno dieron comienzo en el año 1992 cuando un estudio danés, que había analizado hasta 61 investigaciones entre los años 1938 y 1991, declaró: "Ha habido un genuino declive en la calidad del semen en los últimos 50 años". Desde entonces, otros estudios y organismos han dado cuenta de esta problemática.
Ahora bien, se debe hacer una distinción entre esta bajada de la calidad del semen y la infertilidad masculina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la infertilidad, tanto en el hombre como en la mujer, como "un trastorno del aparato reproductor consistente en la incapacidad para lograr el embarazo después de doce meses o más de relaciones sexuales regulares sin protección". Es decir, que aunque la calidad del semen descienda, si con tales características puede dar lugar a un embarazo, no se habla de infertilidad.
El semen desde los 80
"Sí, se ha observado en los últimos años una disminución de la cantidad y la calidad de los espermatozoides", explica Alfonso de la Fuente, director médico del Instituto Europeo de Fertilidad. "En torno al 40% de los casos que llegan a las clínicas de fertilidad se deben a un problema en el hombre. Sin embargo, el problema para concebir que más observamos en las clínicas sigue siendo la edad de la mujer, cada vez más tardía". La prueba a través de la cual se examina la calidad del semen recibe el nombre de seminograma.
La concentración de los espermatozoides, su movilidad, su vitalidad y su morfología son algunos de los aspectos más importantes que se observan en este análisis. Los valores que se utilizan como referencia están establecidos por la OMS, que aparecen publicados en el informe WHO laboratory manual for the examination and processing of human semen. Pues bien, en los últimos años se ha observado que la OMS ha bajado el listón en cuanto a lo que se consideran unos valores normales de calidad del semen y esto es lo que considera De la Fuente como una de las grandes pruebas de que esta decadencia es real.
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La primera edición de este manual se publicó en el año 1980 y la última, el pasado 2021. Entre ambas fechas se han producido un total de seis ediciones en la que los estándares para el análisis de semen han ido descendiendo poco a poco. En 1987 se consideraba que un mililitro de semen tenía que tener, por lo menos, 20 millones de espermatozoides y se consideraba normal que un hombre expulsara dos mililitros de este fluido. La última edición contempla que una eyaculación normal es de 1,4 mililitros y en cada mililitro deberían haber al menos 16 millones de espermatozoides.
Lo mismo pasa con la movilidad de los espermatozoides —el porcentaje de aquellos que son móviles—, cuyo valor de referencia ha pasado del 50% al 30% entre 1987 y 2021, la vitalidad —el porcentaje de los que están vivos—, que ha pasado del 75% al 54% de 1999 a 2021, y la morfología normal, que ahora debe encontrarse a partir del 4%, mientras que en 1987 se había fijado en el 50%. De todas formas, estos límites han pasado de llamarse de referencia a límites de decisión, debido a que la OMS recomienda que se observen en mayor medida las condiciones específicas de cada caso.
Mejorar el semen
Además de los estándares que fija la OMS, se han realizado algunos estudios que han observado esta decadencia en el semen. Un grupo internacional de investigadores —y en el que figura la colaboración española de la Universidad de Murcia— publicó este artículo en el año 2017 en la revista Human Reproduction Update en el que se daba cuenta de un declive "significativo" en la concentración de espermatozoides entre 1973 y 2011. El estudio, que se realizó con datos de hombres de Norteamérica, Europa y Australia, cuantificó el descenso entre estas dos fechas en un 52,4% menos de concentración espermática.
Sobre la calidad del semen en España se publicó un artículo en el año 2008 que tuvo un gran impacto en los medios al declarar que gallegos, andaluces y madrileños tenían el mejor semen del país y catalanes, valencianos y vascos, el peor. Se le bautizó como el I Estudio Nacional del Semen en Jóvenes y fue elaborado por el Institut Marquès en Barcelona. Este estudio, además, sostenía que el 57,8% de los jóvenes españoles presentaban un semen de calidad inferior a lo que la OMS considera normal. El estudio contó con 1.239 jóvenes de entre 18 y 30 años de 17 comunidades autónomas, pero sólo admite contar con datos estadísticamente significativos para los hombres de esas seis comunidades.
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Pero, ¿qué puede estar ocasionando esta devaluación del semen? Algunos de los factores a los que se achaca con más frecuencia son la exposición a la contaminación atmosférica o a las sustancias químicas, pero también a hábitos poco saludables como el tabaco, el alcohol o, incluso, usar ropa interior ajustada que aumente la temperatura de los testículos. Todos estos factores podrían ser modificables, pero de la Fuente cree que la situación no cambiará: "veo muy difícil que podamos revertir la situación en poco tiempo porque estamos muy sumergidos en este estilo de vida que afecta a este aspecto".
Contar con un semen más pobre no predispone a sufrir más enfermedades, sino que más bien es el mal estado de salud lo que hace que este fluido se debilite. "Siempre se ha dicho que la actividad sexual es un lujo. Es decir, que cuando decae el estado de salud, lo primero que se suprime es esta función sexual", cuenta de la Fuente. Si bien el semen no es el principal indicador para determinar cuán buena es nuestra salud o cuán jóvenes somos, Ortega Cano sí tiene razón en una cosa: tener un semen de fuerza es una buena señal.