El nombre de Brendan Fraser, conocido por interpretar al protagonista de La Momia, ha vuelto a la actualidad. Lo ha hecho gracias a la nueva película de Darren Aronofsky, The Whale, en la que da vida a un hombre con obesidad mórbida. Su esfuerzo para subir de peso le ha valido la admiración de los amantes del cine de método, comparándolo con el De Niro de Toro Salvaje, pero también ha vuelto a reabrir el debate sobre algunas de las prácticas que llevan a cabo los actores para adaptarse a sus papeles.
"Hay que tener un poco en cuenta cuánto ha subido y en cuánto tiempo, pero subir de peso, así porque sí, no va a ser nunca algo saludable. Hablamos de trabajo, pero nadie en su sano juicio diría: 'ah, voy a engordar 20 kilos porque me apetece'", explica al respecto el dietista-nutricionista Pablo Zumaquero, que concluye con un contundente: "No, esto no es sano".
Al hilo de lo expresado por el especialista, hay que matizar que Fraser no ha tenido que engordar de forma natural hasta llegar a los 300 kilos de su personaje. El actor aclaró en una entrevista para Vanity Fair que, si bien sí tuvo que subir considerablemente de peso, gran parte del aspecto se consiguió a base de prótesis.
Sandra Moñino, nutricionista en Nutriciónate, también se muestra disconforme con estas prácticas por parte de los actores. "Esto es una temeridad desde el punto de vista médico y nutricional", sentencia. "Nosotros vemos el peso como algo físico, pero es más bien un rasgo de nuestra salud, de cómo nos encontramos en cada momento de nuestra vida".
Daños graves
Ambos expertos ponen en el horizonte de las subidas y bajadas de peso drásticas los problemas de salud que provocan, algo con lo que coincide Dámaso Rodríguez, profesor del grado de Enfermería de la Universidad Francisco de Vitoria y vicedecano del Colegio de Nutricionistas de Madrid. Según enumera, entre los riesgos está la inflamación del organismo, el colesterol, sarcopenia, formación de cálculos biliares, anemia, pérdida de masa ósea, insuficiencia renal, piel escamosa y desvitalizada, fragilidad capilar y somnolencia.
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Este dietista-nutricionista matiza que "por hacerlo una vez, las probabilidades de sufrir consecuencias relevantes para la salud son bajas", aunque reconoce que, en el caso de engordar, ya se va a provocar la síntesis de tejido graso, culpable de estimular las citoquinas, sustancias proinflamatorias.
"Es que no estamos hablando sólo de desajustes en analíticas, sino que se ha visto que cambios bruscos pueden conducir a la inflamación del organismo, causa relacionada con el cáncer", advierte Moñino, que no duda en calificar estas prácticas de "locura". "Sabiendo lo que implica, yo nunca lo haría, ni aunque me pagaran todo el dinero del mundo", opina la nutricionista.
Las palabras de la experta recuerdan al testimonio de Tom Hanks cuando anunció que padece diabetes tipo 2. Lo hizo en una entrevista para Radio Times, en la que confesó que, a su ya mala dieta, había que sumarle los cambios radicales de peso a los que se había sometido para algunas de sus películas.
El efecto Christian Bale
Al parecer, para Náufrago, Hanks tuvo que subir 20 kilos para la primera parte de la película —según confesó lo hizo a base de una alimentación basada en carbohidratos, comida rápida y sedentarismo— y, en un periodo de cinco meses, tuvo que adelgazar más de 30. Según ha dicho, no volverá a modificar su peso por ninguna otra película nunca más.
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En el otro lado de la moneda están los que no 'aprenden'. Christian Bale es el ejemplo perfecto. Para interpretar al protagonista de El maquinista tuvo que perder un total de 18 kilos, a una media de siete al mes. Tras eso, en un año, tuvo que engordar 50 para lograr enfundarse el traje de Batman en Batman Begins. Más tarde vinieron La gran estafa americana (más 19 kilos) y El vicio del poder (más 20 kilos).
Cuando se le preguntó por su truco para lograr subir y bajar de peso, el actor se mostró hermético. "Realmente, no hay mucho secreto. Uno come más o menos, según las necesidades de la película".
El que sí se ha mostrado más sincero para hablar de estas prácticas en el cine es Mario Casas, ejemplo al que recurre Zumaquero. "Mira, él contó que para engordar se puso a comer comida basura y confesó que le costó horrores y lo pasó muy mal para quitarse ese consumo tan habitual".
La salud mental
Con ello, el nutricionista pone sobre la mesa los problemas mentales que se pueden derivar de estas prácticas, la "mala relación que se crea con la comida". "Se genera en un amor odio que puede acabar en un trastorno de conducta alimentaria", advierte el especialista.
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Hilando con la salud mental, está el ejemplo que pueden dar estas prácticas, debate que suscitó hace unos meses el caso de Kim Kardashian y su dieta extrema para la Gala MET. Zumaquero, aquí, se muestra menos tajante. "Ella tampoco es que lo promoviera, si hubiera lanzado el mensaje de 'esto es lo mejor del mundo', sí se merecería un toque, la verdad".
Moñino no hace referencia explícita al caso Kim Kardashian, pero sí confiesa que a su consulta acuden bastantes personas confiando en las dietas milagro: "A la gente, a veces, le cuesta entender la relación entre los cambios de peso drásticos y la salud. Ven famosas que dan a luz y están estupendas, pero no saben que detrás de eso también hay operaciones".
Con todo lo expuesto, se abre una pregunta en el horizonte: ¿existe alguna manera de realizar estas transformaciones de forma saludable? Tracy Lockwood, una nutricionista que ha llevado los cambios de muchas estrellas de Hollywood, explicó para HuffPost que la clave para hacerlo es mediante la ingesta de alimentos de calidad.
Sin embargo, ninguno de los expertos consultados por este medio asevera que algo así se pueda hacer de una manera no dañina. "Saludable no va a ser nunca. Lo que se puede hacer es paliar los efectos", concluye Rodríguez.