Cuando acabe 2022, se calcula que 30.948 personas habrán recibido una noticia que suele resultar devastadora: el diagnóstico de un tipo de cáncer de muy mal pronóstico a pesar de los importantes avances experimentados en su manejo: el cáncer de pulmón.
Los datos no son buenos. No sólo porque el cáncer de pulmón es el tercero más diagnosticado en España -sólo por detrás del de mama y el de próstata-, sino por las cifras de supervivencia que, según se acaba de saber por un estudio recién publicado, no son iguales para todos.
Según el documento de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) Las cifras del cáncer en España 2022, el cáncer de pulmón es el que más muertes produce en nuestro país y también a nivel mundial, causando el 18% de fallecimientos por esta causa.
Tradicionalmente ha sido un tipo de tumor más frecuente en hombres que en mujeres, pero las cifras se han ido equiparando en los últimos años. La razón tras estas diferencias es tan simple que asusta: los hombres solían fumar más y ellas han ido detrás, aumentando su hábito.
Así, y simplemente por una cuestión de incidencia -número de casos de cáncer nuevos diagnosticado al año-, tradicionalmente las mujeres morían menos por cáncer de pulmón que los hombres. A menos enfermedad, dictaba la lógica, menos fallecimientos.
A igualdad de cifras
Ahora, el trabajo publicado en la revista Journal of Thoracic Oncology ha pretendido responder definitivamente a esta cuestión sin trampas. Dilucidar si, a igualdad de cifras, mueren más las mujeres que los hombres y, sobre todo, por qué.
El trabajo analiza datos de más de 267.000 participantes residentes en New South Wales (Australia), voluntarios que participan en uno de esos estudios de los llamados prospectivos: la gente se apunta y se ve qué pasa a lo largo de los años.
Lo que pasó fueron 1.130 participantes diagnosticados con cáncer de pulmón mientras duró el estudio -entre seis y nueve años según el momento del reclutamiento-. De estos, 488 eran mujeres y 642 hombres, casi un 30% más.
Factores pronósticos
Lo que sucedió también es que, ajustando las cifras, las mujeres fallecían menos que los hombres. De hecho, los varones tenían un 43% más de riesgo de morir por cáncer de pulmón que las féminas.
Detrás de esta diferencia no hay otra cosa que factores pronósticos clásicos que se presentaban más en un sexo que en otro. Según observaron los investigadores dirigidos por Xue Qin Yu, de la Universidad de Sidney, las afectadas por cáncer de pulmón tenían a ser más jóvenes en el momento del diagnóstico y tener menos comorbilidades. Además, había más no fumadoras que no fumadores entre las personas diagnosticadas y lo mismo sucedía con el consumo pasivo de tabaco, más frecuente en los varones con cáncer de pulmón.
Más datos que favorecían a las mujeres: más personas de este género eran diagnosticadas con un subtipo concreto de cáncer de pulmón, el adenocarcinoma, un tumor de células no pequeñas y que tiene mejor pronóstico que el de células pequeñas. Además, entre las mujeres se vio que era más frecuente que se pudieran operar en los seis meses posteriores al diagnóstico.
Otro dato llamó la atención de los investigadores, éste ya más relativo a la propia biología del cáncer: las mujeres con adenocarcinoma tenían mejor supervivencia que los varones con el mismo tipo de tumor con independencia de su estatus de fumadoras.
El estudio también arroja un dato sobre la respuesta a la quimioterapia, que pareció ser mejor en las féminas que en los varones, por motivos no desvelados. Precisamente esto, la falta de explicación es el punto débil de estudio.
Es algo que suele ocurrir con todos los análisis prospectivos y que hace que estos trabajos no sólo respondan a preguntas, sino que también planteen nuevas cuestiones. En este caso, tal y como escribe la médica Claudia Poleri, del Hospital María Ferrer (Buenos Aires, Argentina), lo que surge es claro: ¿merece la pena estudiar el cáncer de pulmón con algo parecido a la perspectiva de género? A su juicio, la respuesta es clara: sí.