La hepatitis desconocida en niños podría estar vinculada a un "efecto perverso" de la Covid
Los confinamientos y el uso de mascarilla podrían haber expuesto en mayor medida al adenovirus a los niños que padecen la hepatitis desconocida.
2 mayo, 2022 17:05Noticias relacionadas
La principal teoría que tienen los especialistas para explicar la hepatitis aguda infantil, de la que se han detectado más de 200 casos en el mundo, es la de que un "adenovirus" unido a "un efecto perverso de la covid" —que ha provocado que haya niños inmunodeprimidos por el aislamiento que han mantenido durante casi dos años que ha limitado sus defensas— les hacer estar más expuestos a este patógeno.
Así lo ha detallado el especialista en Microbiología del Hospital Zendal de Madrid, Pablo Barreiro, que es profesor de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), que ha incidido en que los dos centenares de casos de esta hepatitis que se conocen "pueden ser solo la punta del iceberg".
La mayor parte de esos dos centenares de casos, relata, se han diagnosticado a niños de 2 a 7 años y cerca del 10% ha requerido un trasplante hepático; en España los últimos datos que hay son 8 casos confirmados de esa hepatitis grave sin vínculo epidemiológico, aunque desde enero se han investigado 22 casos, lo que avala la idea de que "hay más, pero sin síntomas no tan graves y, por eso, han sido más difíciles de detectar", detalla.
Desde que esta situación empezó a conocerse por diferentes países hace varias semanas "han circulado muchas teorías" como el vincular esta hepatitis a un alimento "que es algo que se ha descartado" ya que no es posible que todos esos niños diferentes países hayan consumido lo mismo, a la vez y de la misma partida. Tampoco se puede tratar de "un tóxico" porque "hay mucha distancia entre los afectados" y "se han descartado los virus que provocan otras hepatitis", relata Barreiro.
Adenovirus y Covid
"Sí coincide que los casos han surgido poco a poco en los países en los que se empezaban a levantar las restricciones impuestas por la covid", explica y recuerda cómo desde Gran Bretaña, donde se comunicaron los primeros casos, fueron creciendo por Dinamarca, Países Bajos, Estados Unidos y España, entre otros, a medida que también se "normalizaba" la vida y se levantaban medidas impuestas en pandemia.
La otra coincidencia entre los casos de hepatitis "al menos en el 80%" es la presencia de un adenovirus específico, que se ha denominado 41F "y con eso empieza a encajar alguna pieza", detalla. Los adenovirus, ha explicado el especialista, están presentes en nuestras vidas desde la primera infancia "y causan enfermedades víricas menos graves, en parte porque los niños, en general, no tiene desarrollados tantos receptores" a esos virus.
Con lo que sí que cuentan son los "receptores" a algunos adenovirus "con los que se infectan y su propio sistema inmunitario desarrolla en poco tiempo la cura" que es "algo que cualquier padre ve con sus hijos cuando empieza a llevarlos a una guardería o a relacionarlos con otros niños".
Ecosistema alterado
Sin embargo "tenemos que ser conscientes de que vivimos en un ecosistema" y "en los dos últimos años lo hemos alterado" y eso "tiene consecuencias". "En estos dos años los niños más pequeños no han tenido contacto con otros o lo han tenido con mascarilla y no se han infectado de forma natural" con lo que "ahora, al volver a la situación anterior la infección es más grave" y llega a afectar al hígado "algo que sabíamos que podía ocurrir pero no se veía".
Así, admite, la covid ha podido tener "un efecto perverso" en estos casos, porque la protección de los niños "ha hecho que no estén expuestos al mecanismo natural de inmunidad".
Por eso, en la comunidad científica están convencidos de que "ha habido muchos más casos, pero muy leves, ni se habrán dado cuenta" porque los sistemas inmunitarios de los niños infectados han podido combatir al adenovirus "pero en los casos graves no ha sido así".
Así, alerta, esta hepatitis es solo una de las enfermedades en las que los científicos están pendientes de saber "cómo reacciona el ecosistema humano a este cambio abrupto de dos años" y "lo siguiente será ver que ocurre con las alergias", advierte Barreiro.