El debate sobre una posible cuarta dosis de la vacuna Covid se está pareciendo bastante al que hubo con la tercera dosis entre finales del verano y comienzos del otoño pasado. Al principio se tomó con escepticismo; posteriormente, fue incorporándose en los países (que se la pueden permitir) de forma tímida y acabó generalizándose.
Reino Unido ha comenzado a ofrecer este 'refuerzo del refuerzo' a mayores de 75 años y otros grupos vulnerables. Francia lo anunció primero para mayores de 80 años y luego su extensión todos los de más de 65. Alemania la tiene para mayores de 70 años, personas en residencias, inmunodeprimidos y vulnerables sanitarios, mientras que Dinamarca, Hungría y Suiza llevan ya un tiempo ofreciéndola.
En España, como en Italia, está circunscrita a las personas con algún tipo de inmunosupresión: personas con cáncer en tratamiento, trasplantados tanto de órgano sólido como de progenitores hematopoyéticos, pacientes con VIH y otros que hayan recibido algún tipo de tratamientos con medicamentos como el rituximab, indicado para varias enfermedades, entre ellas, la esclerosis múltiple.
Los pocos datos que hay hasta el momento sobre la eficacia de la cuarta dosis proceden de Israel, el primer país en ofrecerla de forma masiva. Y son un tanto dispares: por un lado, investigadores del Sheba Medical Center, pionero en los estudios sobre eficacia de las vacunas Covid, reportaron recientemente que, a pesar de que generan inmunidad y son seguras, solo tiene unos beneficios marginales en individuos jóvenes y sanos como el personal sanitario en que las ha estudiado.
Por otro lado, una investigación preliminar con datos reales en 1,1 millones de personas mayores de 60 años, que comenzaron a recibir su cuarta dosis a partir del 2 de enero, concluyen que la tasa de infección en aquellos en los que ya había pasado un mínimo de 12 días desde su inoculación era dos veces menor que los que habían sido pinchados entre 3 y 7 días antes, o aquellos que solo tenían la tercera dosis.
Los autores apuntaban que la protección seguía aumentando tras el día 12 e incluso señalaban que un análisis preliminar en individuos entre los 20 y los 59 años mostraba los mismos resultados frente a infección. Además, las tasas de enfermedad grave fueron cuatro veces menores.
A estos estudios se han unido otros que comprueban la progresiva pérdida de protección tras la tercera dosis. Un análisis de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido muestra que la efectividad de la tercera dosis se ha reducido después de entre 10 y 15 semanas, si bien ese nivel depende de la vacuna que fue inoculada en la pauta primaria: si fue la de AstraZeneca, llegará como mucho al 40% de protección; si fue cualquiera de ARN mensajero, al 60%.
Los CDC, las agencias de salud pública de Estados Unidos, establecieron que la eficacia de los refuerzos para evitar visitas a urgencias e ingresos eran del 87% y 91%, respectivamente, cifras que bajaron al 66% y 78% tras cuatro meses.
Esperar a las nuevas vacunas
Sin embargo, las principales sociedades científicas de salud pública se inclinan por esperar a vacunas de nueva generación, que incluyan epítopos presentes en las nuevas variantes pero no en la original (en la que se basan las actuales). De ellas es la que desarrolla la española Hipra una de las más adelantadas: en la compañía cuentan con obtener la aprobación a finales de la primavera, mientras que Pfizer y Moderna las han anunciado para después.
"En una población con una incidencia tan alta, tres dosis y un remanente de inmunidad [adquirida por infección natural] importante, vacunar ahora sabiendo dentro de unos meses van a llegar nuevas vacunas que incluyan al menos dos variantes y se ajustarán mejor a lo que hay circulando, entendemos que es posible diferir esta decisión para dentro de unos meses", valoran desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (Sespspgs), y reconocen: "la de Hipra es la que tiene mejor pinta ahora mismo, habrá que estar atentos".
Y es que la incidencia acumulada en España –436,54 puntos, según los datos publicados este martes– es notablemente inferior a la que reportan otros países europeos: Francia, Italia y Reino Unido están por encima de los 1.000 casos por 100.000 habitantes; Alemania, por encima de los 3.000; Suiza, de los 4.000.
Solo la llegada de una nueva variante que tuviera los niveles de letalidad de delta o que mostrara escape inmunitario a las tres dosis podría cambiar este panorama, consideran desde la sociedad científica. "Pero, con lo que sabemos ahora, podemos esperar a que llegue una época del año distinta (el otoño) o herramientas vacunales que puedan antojarse mejor que las actuales".
Una opinión parecida muestra Jonay Ojeda, vocal de Comunicación de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, Sespas. La cuarta dosis "no está entre los temas que estamos valorando" porque no consideran que la evidencia científica actual lo sustente.
"Que no la tengamos de momento no significa que no podamos tenerla en un futuro", matiza, "pero la situación o la efectividad de las vacunas tiene que reevaluarse". Con una tendencia descendente en los contagios a pesar del repunte de la semana pasada, "necesitamos una evaluación más fina de la efectividad. La inmunidad natural ha jugado un papel importante en esta sexta onda y eso repercutirá en la efectividad que nuevas dosis de refuerzo puedan tener".
Sobre la inclusión de nuevos antígenos, Ojeda sostiene que, "en el futuro, se irá adaptando el calendario vacunal a otras vacunas, de segunda o tercera generación, pero ahora mismo no conozco evidencia científica que sustente una dosis de refuerzo sobre la dosis de refuerzo".
Vacunas individualizadas
Más allá de la salud pública, otros especialistas han mostrado sus dudas frente a frecuentes dosis de refuerzo, como la Sociedad Española de Inmunología, que se inclinaba por individualizar esta posibilidad basándose en tests de inmunidad celular, la que ofrece protección frente a la enfermedad grave.
No obstante, África González, expresidenta de esta asociación y catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, ha apuntado en Infosalus la posbilidad de extender esta nueva dosis más allá de los 350.000 inmunosuprimidos que viven en España y generalizarla entre la población mayor.
La misma opinión sostiene Lizzet Canchucaja, miembro del grupo de trabajo de vacunas de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, que recomienda comenzar a ofrecer esta cuarta dosis a aquellos en los que ya han pasado cinco meses desde el refuerzo. Fue a finales de octubre cuando se le empezó a ofrecer a los más vulnerables, por lo que muchos ya estarían en disposición de recibirla nuevamente.
"Los ancianos, que son los más vulnerables ya que su sistema inmunitario está debilitado, se beneficiarían de esta cuarta dosis, no solo los inmunosuprimidos", apunta, estableciendo los 65 años como la edad de corte para ofrecerla.