El pasado 27 de febrero, el número de contagios de Covid en la Unión Europea alcanzó su punto más bajo de la última ola: 215.453 casos, seis veces menos que el pico de millón y medio alcanzado justo un mes antes. A partir de ahí, la tendencia se invirtió y los casos han comenzado a crecer de nuevo: el viernes se notificaron 639.827.
En pleno descenso de la sexta ola ya nadie parecía hacerse ilusiones anunciando que sería la última pero hasta los más pesimistas se daban la Semana Santa como margen de respiro, confiando en que el progresivo levantamiento de medidas en los países del continente, entre ellos España, no frenaría tan pronto esa tendencia a la bajada.
Expertas como la viróloga del CSIC Margarita del Val apuntaban al próximo otoño como posible fecha de inicio de esa hipotética séptima ola de la Covid. Ya nadie salió a acusarla de agorera; al contrario, puede haber pecado de optimista.
Como si se tratara de una advertencia final, la tasa de incidencia acumulada invirtió su tendencia justo el último día en que los datos se comunicaban diariamente: si su descenso llevaba ralentizándose durante semanas hasta llegar a estancarse, el pasado viernes dio un pequeño respingo.
El ascenso ni siquiera es de medio punto, pero no podía ser más simbólico, tocando el suelo en 430 casos por cada 100.000 habitantes, muy alejados de los poco menos de 50 puntos de principios de octubre, que permitieron un respiro a los servicios sanitarios durante dos meses.
Esta vez, la sincronización con Europa ha sido poco menos que milimétrica. Ya es una gran mayoría de países los que están viviendo un aumento de casos en los últimos días: Francia, Reino Unido, Alemania, Italia o Bélgica han notificados ascensos lentos pero sostenidos, mientras que en Países Bajos ya se han disparado los casos.
Curiosamente, Dinamarca, uno de los primeros en levantar restricciones (el pasado 1 de febrero), se encuentra todavía en un descenso pronunciado, a pesar de que su incidencia todavía es ocho veces mayor que la española.
Las advertencias que está dando el virus en los últimos días han llegado incluso a China, que sufrido su peor brote desde 2020 pasando de 119 casos diarios a 3.122 y ha decretado el confinamiento de la ciudad de Shenzhen, de 17 millones de habitantes.
Más casos, menos restricciones
A pesar de las altas cifras de incidencia que siguen registrándose a lo largo y ancho de Europa, crece el escepticismo sobre su impacto en la salud de la población, siguiendo el adagio de que 'ómicron es más leve'.
Así, cada vez son más los países que han tenido su 'día de la libertad': en Dinamarca fue el 1 de febrero; en Reino Unido se anunció el 21 del mismo mes; en Francia, ayer lunes (aunque se mantiene la mascarilla en el transporte público); Alemania prevé hacerlo la próxima semana. Todos ellos con incidencias, como mínimo, el doble de grandes que la española.
Frente a la tendencia a desligar el impacto de la Covid del número de contagios surgen otras señales que nos indican que no debemos subestimar lo que viene: las hospitalizaciones ya están creciendo en algunos países. En Reino Unido, Países Bajos y Bélgica lo hacen de forma más o menos tímida, mientras que en Francia el descenso de los ingresos se ha frenado. España, de momento, sigue reduciendo a buen ritmo el número de camas ocupadas con pacientes Covid, aunque de forma más lenta que hace un mes.
El dato de los ingresos es peliagudo. Por regla general, comienzan a crecer tiempo después de que lo hagan los casos: el 50% de las hospitalizaciones se produce entre tres y nueve días tras el inicio de los síntomas. Y, a pesar de la levedad de ómicron, esta nueva proto-ola sigue al pie de la letra lo que ya sabemos con las anteriores.
La pregunta es: ¿por qué han comenzado los casos a aumentar tan pronto en Europa (y posiblemente lo hagan también en España)? La retirada de las restricciones ha jugado un papel importante pero algunos especialistas van más allá y apuntan a BA.2, sublinaje de ómicron que poco a poco ha ido convirtiéndose en la variante más extendida en el continente.
Así lo apunta el epidemiólogo Eric Feigl-Ding en Twitter, ligando el aumento de casos y hospitalizaciones en Inglaterra a la prevalencia de BA.2, ya mayoritaria en todas las regiones. A nivel mundial, este sublinaje ya supone el 70,6% de los casos, según el último informe de evaluación rápida del riesgo de Ministerio de Sanidad, específico de este sublinaje.
En el mismo se apunta que BA.2 parece "ligeramente más transmisible" que BA.1 (el sublinaje que se hizo prevalente en España) y, si bien la infección con otros miembros de la familia ómicron proporcionan un alto grado de inmunidad, "la probabilidad de que BA.2 se imponga al resto de linajes circulantes en este momento se considera muy alta". El riesgo asociado a este linaje se considera bajo para la población general y moderado para la vulnerable.
Su presencia a lo largo de la geografía nacional es dispar, aunque está creciendo en todas las comunidades: en Castilla y León hay un 19% de nuevos casos que probablemente sean BA.2 (determinados por un marcador específico en las PCR realizadas), mientras que en Canarias es el 75,2%.
Con todo, la efectividad de las vacunas parece no verse modificada con este nuevo sublinaje. Frente a enfermedad grave, tanto la pauta completa como la dosis de refuerzo se muestran altamente eficaces. En términos de transmisión, la pauta completa no es efectiva pero el refuerzo logra evitar la infección sintomática en un 67%.
El 49,15% de la población de la Unión Europea ha recibido su dosis de refuerzo. España está algo por encima de ese porcentaje, si bien más del 90% de la población mayor de 60 ha recibido ya su dosis. Dinamarca, Países Bajos y Portugal son algunos de los países con mayor cobertura de terceras dosis, ligeramente por encima del 60% de la población. Esto implica que BA.2, al igual que anteriores sublinajes de ómicron, tiene espacio suficiente para circular, mucho menos para causar estragos.
Más allá de esta subvariante, los científicos no dejan de avisar sobre los problemas que pueden suponer nuevas mutaciones del SARS-CoV-2. El argumento de que los virus evolucionan para ser más leves y transmisibles ha sido tomado como un dogma, y no puede estar más alejado de la realidad: virus como el VIH y el ébola están ahí para demostrarlo.
Así lo advierte un comentario publicado este lunes en la revista Nature, la publicación científica más prestigiosa del mundo. "Argumentamos que la menor gravedad de ómicron es una coincidencia y la rápida evolución antigénica en curso es probable que produzca nuevas variantes que puedan escapar de la inmunidad y ser más severas", indican sus autores.
Frente al levantamiento de restricciones y la vuelta a la normalidad social e informativa, la realidad es que el virus sigue presente de forma masiva. Cada día se diagnostica más de un millón de casos de Covid en todo el mundo. Con una circulación tan amplia, solo parece cuestión de tiempo que el virus nos dé nuevas sorpresas.