Puede que a estas alturas la procrastinación haya conseguido que borres de la lista alguno de tus propósitos de año nuevo, pero después de conocer el método japonés que acaba con la pereza en solo un minuto podrás retomarlos sin miedo. Postergar la realización de una tarea por falta de ganas es una constante en la vida de muchas personas aunque según este estudio británico, basado en datos de la OECD, España es el quinto país del mundo menos perezoso. Para afirmarlo, se han basado en cifras de horas trabajadas al día, los pasos que caminamos, nuestros pedidos de comida a domicilio o las búsquedas que hacemos en Internet.
Una de las causas que está detrás del fracaso a la hora de adquirir o mejorar nuestros hábitos es la excesiva carga que nos imponemos. Es decir, pretendemos dar un giro de 180 grados a algún aspecto de nuestra vida de repente: pasar de una vida sedentaria a ir al gimnasio durante dos horas o de tener una casa desordenada a pretender que parezca la de Marie Kondo. Introducir bruscamente una rutina diaria requiere de una gran energía y acaba cansándonos, provocando que lo dejemos y que nos sintamos también culpables y frustrados por ello.
Por eso, esta propuesta solo nos exige un minuto diario, para que sea fácil y progresivo vencer la pereza y establecer rutinas que sean duraderas. Se trata del método Kaizen o regla del minuto, una técnica que nació en Japón y fue descrita por Masaaki Imai. Su nombre viene de kai (cambio) y zen, un concepto relacionado con la sabiduría, y su traducción podría ser la de un proceso de mejora continua que se puede aplicar a nuestra vida personal, a la productividad en los métodos de optimización laboral e incluso a la crianza de los hijos.
Cómo lo ponemos en práctica
El método basa su éxito en ponerle una especie de trampa al cerebro para que no perciba las tareas como un reto arduo o imposible, sino como un esfuerzo mínimo que nos llevará un único minuto al día. Imai promulgaba que cualquier meta, por muy lejana que pueda parecernos, está a nuestro alcance y solo hay que dar el primer paso, que no tiene que ser ni siquiera largo. Es más sencillo escribir un libro si pensamos en dedicarle un minuto diario que si nos planteamos invertir dos horas.
La regla del minuto consiste en reservar esos 60 segundos cada día, a la misma hora, para invertirlos en el nuevo hábito que queramos adquirir. El cerebro no va a rechazarlo al ser un período corto de tiempo, así que la pereza no hará acto de presencia y nos iremos acostumbrando poco a poco a la nueva rutina. Según la teoría de Willian James, filósofo y uno de los padres de la psicología moderna, bastarían 21 días para que interioricemos esas nuevas costumbres y las realicemos con éxito insertadas en nuestras rutinas.
La motivación necesaria
Si tirar la toalla con los propósitos nos llenaba de culpabilidad y sensaciones negativas, poder ir cumpliendo con ellos a diario nos generará el sentimiento contrario. La motivación y la positividad servirán de combustible para que podamos, casi sin darnos cuenta, ir aumentando el tiempo dedicado a la actividad a la vez que surgen las ganas de ir superándose. Conviene tener claro que, como decía Masaaki Imai, no hay nada malo en que el primer paso del camino largo sea corto, pero tampoco es bueno acelerar en exceso la marcha.
Tener prisa por cumplir con nuestro objetivo podría devolvernos a la casilla de salida, así que la calma es la mejor compañera en este periplo hacia las nuevas rutinas, aumentando el tiempo progresivamente cuando ya tengamos el hábito interiorizado pasados esas tres semanas, como mínimo. Superada la etapa del minuto podrás aumentarla a cinco, por ejemplo, teniendo en cuenta que debe ser un aumento paulatino y llevarnos, con el tiempo, hasta completar la exigencia temporal de cada tarea.
¿Por dónde empezar a aplicarlo?
Decíamos antes que una de las aplicaciones del método japonés para librarte de la pereza tiene que ver con la crianza infantil. Recoger los juguetes al acabar el tiempo de juego suele ser una pesadilla para los padres, así que podría ser un buen objetivo para trabajar ese hábito. Los pequeños tendrán 60 segundos para intentar guardar lo que hayan sacado de su sitio e incluso llevar una cuenta atrás, a modo de reto, puede motivarlos durante la tarea.
También podemos aplicar el método Kaizen a mejorar resultados en el ámbito académico o para fijar hábitos saludables, pero quizás las pequeñas victorias sean ideales para empezar a ponerlo en práctica. Emplear esos 60 segundos al día para contestar a los WhatsApp que te han dado pereza o a aquel correo comprometido. Es buena idea invertirlos en algo tan desagradecido como hacer la cama o recoger la ropa que nos hemos quitado para ponernos el pijama. Tirar productos caducados de la nevera o la despensa, meter los platos en el lavavajillas o reciclar son otras de las buenas opciones para empezar.
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