Final de año. Llega el momento de revisar tus metas personales y cambiar hábitos. Y empiezas muy bien, cumpliendo todo lo que te has propuesto. Pero poco a poco lo vas abandonando, y es lo normal, le pasa a la mayoría de las personas: un estudio de la Universidad de Scranton concluye que un 30% desiste a las dos semanas y que solo el 19% de las personas logran sus propósitos de año nuevo. Todos podemos conseguirlo, pero no basándonos solo en la fuerza de voluntad.
Ponerse propósitos demasiado generales o muchos, centrarse en los resultados y no en el proceso, ser demasiado rígidos o la falta de compromiso son algunas de los errores que pueden abocarte hacia la pérdida de motivación.
O tal vez no los alcanzas porque “a veces solo hacemos lo que yo llamo copiar y pegar, es decir, que todos los años ponemos los mismos propósitos y son los mismos los tuyos, los míos y los del vecino del quinto”, advierte Silvia Martínez Mendoza, psicóloga general sanitaria. Ella nos da 7 consejos para cumplir los propósitos.
1. Tener los objetivos claros
Antes empezar la dinámica para lograr los propósitos, la psicóloga recomienda tener los objetivos muy claros. Porque si no, al final, estamos ejecutando pasos, pero sin un sentido. “No se trata de empezar a andar y ya llegarás a algún sitio, sino de reflexionar y preguntarse: ¿esto que yo me propongo es para mí?, ¿ahora tiene sentido en mi vida?”. Debes plantearte “para qué quieres cambiar” (sentirte mejor contigo mismo, llevar una vida más saludable, entrar en esos pantalones...).
Saber por qué estableciste tus metas, aumenta la tasa de éxito. La psicóloga explica que cuando tienes un objetivo claro, es decir, sabes que lo quieres hacer por x motivos y porque te va a beneficiar, “dentro de un mes, cuando el ánimo empiece a decaer, esas razones van a seguir ahí para animarnos a continuar”.
Si nos fijamos metas porque simplemente toca a principios de año o influenciados por lo que otros esperan de nosotros, “no va a funcionar y esto nos va a hacer sentir frustrados y nos lleva a perder la confianza”. Así que tómate un tiempo para pensar en lo que realmente quieres lograr en 2022.
2. Metas realistas
Cuando ya tienes claro qué quieres conseguir, ahora toca definir cómo lograrlo. Se trata de diseñar un plan de acción con una estrategia de paso a paso para ser capaz de llevarlo a cabo. Debes ponerte metas concretas y realistas de acuerdo con tus horarios y estilo de vida. “Si no ponemos pasitos cortos y asequibles, nos vamos a decepcionar enseguida y lo vamos a abandonar”. Sé honesto contigo mismo y piensa bien cuándo y cómo vas a ejecutar las metas fijadas.
Por ejemplo, no empieces a entrenar cinco días a la semana, comienza con menos días, de forma progresiva, sin prisa y siendo constantes, especialmente si nunca has hecho ejercicio. O ve reduciendo progresivamente las calorías o los cigarros. Cuanto más específicas sean tus metas, más fácil será cumplirlas (en vez de decir quiero perder 10 kilos, mejor ponte 500 gramos a la semana).
3. Darse recompensas
En la ejecución del plan, a medida que vas alcanzado esas pequeñas metas, date recompensas (un regalito, un capricho, una felicitación...) para sentirte orgulloso. Porque es la manera de valorar el esfuerzo. “Si esperas al final para premiarte, se te va a hacer eterno. Las pequeñas recompensas facilitan el mantenerse motivado”.
Pero cuidado, que esa recompensa no suponga un castigo: “Si, por ejemplo, estás intentando reducir el peso, y para recompensar los kilos bajados te pegas una comilona, tal vez luego te sientas mal y lo que era un premio se convierte en un castigo mental. Estás poniendo una zancadilla a tu propio propósito”. Si te das un homenaje culinario para recompensarte, disfrútalo, y luego no te sientas mal, no te arrepientas.
4. Medir el progreso
A veces, la motivación decae porque no sabemos si estamos avanzando o si nos hemos estancado o qué ocurre. Es importante “no olvidarse de comprobar si estamos avanzando o no midiendo el progreso”. A ello ayuda el haber definido previamente submetas: establecer metas demasiado generales, como “hacer más ejercicio”, dificulta la medición de los logros.
Algunos indicadores son menos tangibles para medir la evolución, pero también se deben tener en cuenta. Por ejemplo, si se intenta dejar de fumar, “además de contar la cantidad de cigarros que progresivamente ya no fumas, a nivel interno contabiliza cuántas veces me acuerdo de fumar, qué ansiedad me provoca posponer un cigarro, si cuando veo a otras personas fumar me dan ganas o ya no...”. Si fuera hacer ejercicio, no solo se trata de registrar la forma física, sino “también la satisfacción que me produce o el estar más ágil”, propone.
5. Intentar ser flexibles
Como este tipo de propósitos no se consiguen de un día para otro, resulta primordial ponerse pequeñas metas durante el proceso. Y si un día te sales de lo planeado, no importa. Sigues adelante sin torturarte mentalmente por ello. Porque te quedan muchos otros días para seguir con ello. Sé compasivo contigo mismo cuando tengas un desliz, recomienda la psicóloga.
“Si te marcas un objetivo de manera muy rígida, lo único que vas a conseguir es acabar dejándolo porque te está generando mucha ansiedad mantenerte ahí”. Martínez subraya que cuando tienes claro cuál es tu propósito y el para qué lo estoy haciendo, “a lo mejor descubres también sobre la marcha que existen otras maneras de llegar a ese objetivo distintas a las que yo te habías propuesto y te resultan más agradables y fáciles”.
Conclusión: si un día no cumples con la submeta, no pasa nada. No quiere decir que no lo vayas a lograr. Al revés, piensa que esos “respiros” te facilitan continuar con el proceso.
6. El objetivo real
Silvia Martínez aconseja recordar todo el rato que “esto lo he elegido yo, por una serie de motivos, porque tiene unos beneficios y los voy a seguir queriendo alcanzar, aunque a veces no me apetezca”. No se puede poner la fuerza de voluntad como único motor. Si se falla mucho, revisa los puntos anteriores para comprobar por qué puede estar pasando, recomienda.
7. Ponerlo fácil
Reduce los obstáculos. Estás intentando establecer una nueva rutina y perder un viejo hábito y eso significa que en algún deberás superar dificultades. “A mí me dicen mucho en la consulta, si es que yo ya sé lo que tengo que hacer, ¿entonces por qué cuesta tanto? Quizá no estamos queriendo ver que este propósito no es mío o no estamos queriendo ver las dificultades. Vamos a poner facilidades”, señala la psicóloga.
Por ejemplo, si te gusta mucho comer, no compres alimentos que no debas tomar (o al menos que no estén a la vista) para no complicarte la ejecución del propósito. O si te has propuesto beber más agua, pon a tu alcance en la mesa de trabajo una botellita para recordártelo.
Si bien diciembre y enero son los meses clásicos para reflexionar sobre en qué mejorar, no te sientas presionado por el calendario. Nada te impide empezar tus propósitos en otra época: cualquier momento es bueno si te sientes con la fuerza y la motivación suficientes. Eso sí, en vez de concentrarte en el destino, pon el foco en el viaje para llegar a él.
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