Iñaki Martín Lesende ha sido recientemente nombrado médico de familia 2021 por la Real Academia Nacional de Medicina, un reconocimiento que asume con la misma sencillez con la que comenta sus logros, como si los días tuvieran el doble de horas: médico asistencial, tutor de residentes, investigador en mil y un proyectos...
Uno se lo imagina escuchando a sus pacientes, dándoles el tiempo que requieren, sin interrumpirles, a pesar de que ese día, como tantos otros, acabe saliendo mucho más tarde del centro de salud.
En sus 34 años de carrera ha pasado de atender enfermedades a atender a las personas. Muchas veces, incluso, las dolencias con que le vienen sus pacientes no se pueden clasificar en una patología determinada, pero eso no quiere decir que no haya que prestarles atención, todo lo contrario.
Ha sido uno de los sanitarios que más ha trabajado por ver a la persona mayor como un todo, no como la suma de sus enfermedades. Por eso no habla de ninguna en concreto, sino de función: la persona tiene que seguir manejándose de forma independiente, ahí está la salud, no en los niveles de glucosa.
Tras la traumática experiencia de la pandemia, tanto para los mayores como para los propios médicos, es consciente de que todavía queda mucho por hacer. Una medicina más humana ha quedado más lejos que antes de la Covid, pero dedicará todos sus esfuerzos para conseguirlo.
- ¿Qué supone ser nombrado médico de familia 2021 en uno de los momentos de mayor presión sobre la atención primaria?
- Para mí ha sido un orgullo recibir el reconocimiento de una trayectoria profesional que empezó mucho antes, compaginando un perfil asistencial, de docencia, investigación…
Que haya llegado en la pandemia, cuando más sobrecargados estamos, cuando hay ciertas materias (investigación, docencia e incluso nuestra propia formación) que pasan a un segundo plano, aspectos relegados por la atención a la Covid… El que te reconozcan que cumples un perfil, encima con un premio tan importante, bienvenido sea en este momento. Tiene más valor que si me lo hubieran dado hace dos años.
- ¿Ya le han felicitado sus pacientes?
- Todos los días hay alguno que me lo dice. Además, se reservan hasta el final de la consulta, o han venido a conocerme, esto me ha gustado mucho. Los reconocimientos y enhorabuenas de mis compañeros y de los pacientes son los que mejor saben. Yo llevo poco más de un año en Indautxu (Bilbao) y hay gente a la que no hemos podido atender presencialmente, sobre todo gente mayor, y viene a conocerte, a saludarte. Es muy gratificante.
- Verónica Casado, que en su momento fue elegida mejor médica de familia del mundo, ha dejado de ser consejera de Sanidad de Castilla y León hace poco, y ella misma reconoce que la política ha sido más dura de lo que esperaba pero que no se arrepiente de dar el salto. ¿A usted ya le han tentado políticamente?
- Siempre he estado comprometido, fundamentalmente con dos organizaciones. Una es la propia mía sanitaria, cuando trabajaba en el Servicio Cántabro de Salud y ahora, en Osakidetza. Estás comprometido, aparte de la docencia de nuestros residentes, colaborando con el ministerio en temas tan vigentes como la fragilidad, con protocolos… Siempre he estado activo y participativo.
La otra organización ha sido la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) y Osatzen, que es la sociedad vasca, formando parte de sus grupos de trabajo. Hemos participado en el programa de la especialidad de Medicina Familiar, de revisiones, estrategias a nivel organizativo, etc.
Este reconocimiento, que da un poco más de visibilidad a la atención primaria en estos momentos tan difíciles, es una oportunidad que se me ofrece para proyectar la problemática de la atención primaria y esbozar soluciones. De ahí a pasar a otro rango… Pues participativo sí, pero no he tenido ocasión ni nadie me propone cosas de esas de más alto nivel, como ha estado Verónica Casado.
- Con el caos que ha habido en la gestión de las bajas por Covid en atención primaria en la sexta ola, ¿debe replantearse el modelo?
- La atención primaria ya ha venido resintiendo antes de la pandemia toda la tarea burocrática que realizamos. Eso le quita valor en sí mismo a la asistencia. Las nuevas tecnologías han demostrado una utilidad inmensa en la prescripción: ya tenemos las recetas informatizadas, que no necesitan prescripciones in situ sino que se va a la farmacia directamente a recoger la medicación, también puedes detectar medicaciones inadecuadas…
Cuando das una incapacidad temporal, esto legalmente requiere un acto asistencial, pero sí es verdad que se ha visto que es perfectamente realizable la desburocratización. Ya no haces papeles que tiene que recoger el paciente y llevar a su empresa, incluso puedes entrar en un circuito web para solicitar tu baja sin pasar por nosotros cuando tienes algo tan concreto como la infección Covid, que sabes que va a ser un proceso leve si estás vacunado.
Quitando la gente que requiere una asistencia médica, se ha demostrado que se puede obviar el acto de la incapacidad temporal prescrita, de llamar al paciente, hacerla, te quita espacio para hacer algo de más valor por el médico de atención primaria.
Con ómicron, las bajas han supuesto, a nivel médico, una sobrecarga que no era ni asumible. Las agendas se reducen por toda esta tarea burocrática y no puedes llamar a personas que necesitan atención más rápida, te limita el espacio para atender presencialmente a los pacientes que lo necesiten…
- ¿Qué cara le ponen los médicos jóvenes cuando ven todo el papeleo al que tienen que enfrentarse?
- Casi tardan más en familiarizarse con toda esta tarea administrativa que en ver pacientes. Son tareas burocráticas que hay que saber dónde están, cómo hacerlas, etc. Siguen valorando la asistencia y ven que hay tareas que son obviables, que no aportan valor.
- Ninguno le ha dicho que se pasa a otra especialidad para no tener que enfrentarse a la burocracia.
- Lo que sí conozco son profesionales que han pasado a otros ámbitos de trabajo, por ejemplo, las urgencias extrahospitalarias, por no trabajar como estamos ahora trabajando en atención primaria. No es solo la sobrecarga sino también la burocratización.
Algunos sí nos comentan: yo me siento cómodo trabajando en urgencias, porque me viene un paciente, tiene un problema, se lo intento solucionar y ya está. Hay un pool de gente que se resiente más, tiene problemas psicológicos, están más desbordados, incluso algunos no pueden seguir… Es increíble cómo seguimos intentando hacer la mejor medicina que podemos, saliendo más tarde, llevándote problemas a casa… Todos queremos volver a la atención primaria de calidad y esperamos volver a ella.
- ¿Le da rabia cuando se predice el fin de la sexta ola por ver vaciarse los hospitales cuando la primaria sigue estando colapsada?
- Si salimos de la sexta ola, la normalidad o la situación de sobrecarga nos va a afectar a todos… También los hospitales sufren este colapso. Atención primaria atiende más del 90% de los problemas que presenta la población. En una situación de Covid llaman mucho la atención los indicadores, UCI, ingresos… Pero donde se está atendiendo nuevamente la mayoría de actividades en relación a la Covid, y solucionando la mayoría de ellas, es en atención primaria.
Su sobrecarga no ha empezado hace dos años, ni el déficit de profesionales, la burocratización... La pena es que esto no se ve: todos vemos la repercusión de la pandemia en las camas hospitalarias, en las UCI, pero en la atención primaria la gente ve que no tiene acceso, que no se le atiende presencialmente… La gente dice "es que no me cogen el teléfono". No: es que no hay capacidad para cogerte, estamos con otra cosa. O "no me ven presencialmente". Por supuesto que vemos, todo lo que es necesario, pero ahora, por protección, por protocolos, hay cosas que se pueden hacer telefónicamente. Cuando pase la pandemia tendremos que ver la mejora de la atención primaria para que no estemos como en los últimos años.
- ¿La pandemia ha reforzado el hospitalocentrismo de los políticos?
- El hospitalocentrismo está metido hasta la médula en toda la organización sanitaria, y sobre todo a niveles políticos. Es una pena porque la atención primaria es la clave del sistema sanitario de calidad y, sin embargo, la gente siempre mira al hospital, al especialista. En las nuevas organizaciones integradas de hospital y atención primaria, con gerencias únicas, también la atención primaria ha quedado como el hermano más desvalido.
Hay que potenciarla. A la hora de presupuestos, organización, importancia que se le da… De una vez por todas, en lugar de quitar presupuesto a la primaria o relegarla con respecto a otros sistemas sanitarios, hay que volver a dar recursos e importancia a la atención primaria.
- Las áreas integradas de gestión han sido un regalo envenenado para la primaria.
- Yo creo que sí. Tenemos que tener una sanidad moderna, hay que aprovechar las nuevas tecnologías, orientar la atención a las personas mayores, no tanto a la enfermedad… Si tú pones –y esta es la base de la organización integrada– al paciente en el centro, lógicamente tiene que haber una integración, una continuidad entre atención primaria y otros niveles asistenciales.
Lo que pasó con las organizaciones integradas es que, como tantas otras veces, la atención primaria quedó un poco relegada. La sede de las organizaciones integradas generalmente está en los hospitales, los servicios hospitalarios imponen la coordinación con atención primaria... La organización integrada tiene mucho valor pero hay que darle importancia a la primaria para estar al mismo nivel o incluso, y esto es una apreciación mía personal, un poco por encima del hospital.
- En sus más de 30 años de carrera, ¿qué es lo que más satisfacción le ha dado?
- Es difícil de contestar. La asistencia, para mí, es para lo que nos hemos formado, donde pones en práctica tus habilidades, te relacionas con tus pacientes. Yo he llevado bastantes ámbitos, pero sobre todo en el centro de salud.
La docencia me gusta mucho. Siempre he tenido residentes desde que empecé a trabajar como médico de familia, me gusta, te obliga a estar actualizado, compartir la atención, formarles… Desde hace unos años tengo estudiantes de 3º de Medicina, y es la primera vez que vienen a los centros de salud.
Tal vez donde haya destacado un poco y sea más reconocido es en la investigación, que hacemos desde la primaria para la primaria, en proyectos de atención a las personas mayores. Es lo que más te va a obligar a meter horas de tu vida personal, pero lo mismo que en otras especialidades ven cuadros muy específicos, en primaria vemos cuadros de todo tipo todos los días.
Había una investigación, la que a mí más me ha gustado siempre, que parte de profesionales de la propia asistencia de primaria, donde se han trabajado materias muy relevantes y actuales, la gente se ha llegado a hacer experta en esos ámbitos y donde se conectaba con las unidades docentes, se hacía una investigación muy atractiva.
Hoy en día, para investigar en primaria tienes que integrarte en estas estructuras más complejas, donde todavía la exigencia es mayor… Cada vez más los médicos de familia se han ido retrayendo de hacer investigación. En los programas de la especialidad antes tenías que hacer un proyecto de investigación, y eso se ha obviado porque era difícil, complejo y poco factible.
- ¿Cómo ha cambiado la salud del paciente desde que comenzó la asistencia?
- Antes estábamos muy centrados en la enfermedad y hoy en día muchos problemas no podemos etiquetarlos de una enfermedad concreta. Siempre ha sido importante la relación médico-paciente, manejar la incertidumbre, pero ahora tiene una complejidad mayor porque la población que atendemos habitualmente es mayor, que tiene un conjunto de enfermedades, polimedicación, donde el estado de salud lo tenemos que medir de una manera diferente. Ya no medimos la glucosa o si va bien la prótesis de rodilla, sino la función, cómo se maneja en el día a día.
Hay que cambiar la tecla: ya no valoras un catarro en un paciente de 20 años sino una persona con un entorno familiar, un soporte, con varias enfermedades, tienes el objetivo de un estado de salud bueno, orientado a la funcionalidad… Eso es un cambio que ha sido ineludible. Tienes que saber cómo medir los resultados, qué papel juega lo socio-familiar en el propio enfermar, etc. Por eso se ha hecho evidente que nos falta tiempo por cada paciente. Ha habido movimientos por un mínimo de 10 minutos por paciente, yo creo que cada uno necesita lo que necesita. Hacer una buena atención en muchos problemas hoy en día requiere más tiempo que antes.
Con todo esto (sobrecarga, burocratización, déficit de profesionales, otros que se marchan al extranjero o cambian de especialidad) tenemos que hacer una atención primaria atractiva, que nuestros residentes vean la atención primaria de la que estamos orgullosos. De calidad, donde tienes accesibilidad, continuidad, que te atienda el mismo grupo de profesionales a lo largo del tiempo. Donde se resuelvan los problemas, tengamos capacidad de poder hacer cosas...
Antes estábamos todos orgullosos de la atención primaria porque veías que todo eso funcionaba bien. Hay que volver a recuperarla para que la gente no se vaya, trabajemos a gusto, haya menos sobrecargas en nuestra vida… y eso va a llevar a ser más resolutivo.
- ¿Cómo ha cambiado el concepto de envejecimiento en estos 30 años?
- Ha cambiado muchísimo. Si te jubilas a los 65 años, te quedan 20 años de vida, un tercio de lo que has vivido. La concepción de la medicina ahora tiene unos objetivos comunes en torno a vivir bien, en un estado de salud bueno, con funcionalidad: que la persona siga siendo independiente. Eso es lo más importante. Cuando uno llega a la vejez, interesa que uno mantenga su autonomía, su funcionalidad. Cuando tienes una enfermedad crónica, vas dirigido a que no tenga eventos cardiovasculares, estás haciendo prevención para mantener ese estado de salud. El objetivo es mantener la función.
La estrategia de fragilidad del ministerio es importantísima, porque sirve para detectar personas que tienen más riesgo de perder la función. ¿Qué vas a hacer con ellos? Al final, algo tan sencillo como fomentar la actividad física; si es un frágil tienes que hacer un ejercicio más especial, multicomponente (ejercicio aeróbico, fuerza, flexibilidad); la dieta, hábitos nutricionales para tener salud, controlar la medicación, adaptar los procesos a los que se va adaptando una persona mayor…
A veces se ve complejo, tiene que ser súper difícil manejar, pero las estrategias de salud son básicas. Tienes que conocer los problemas que más les afectan: los síndromes geriátricos, las caídas, la incontinencia, el propio inmovilismo, la fragilidad, etc. Tienes que saber cómo promover el envejecimiento activo, y luego tu sistema sanitario tiene que estar adaptado a ello.
- Hay una campaña ahora que se llama 'Soy mayor, no idiota', que lucha contra la tiranía del cajero y la despersonalización de la atención en los bancos. ¿Teme que esté pasando algo parecido con la salud y la atención telefónica que ha precipitado la pandemia?
- En general, los más jóvenes se manejan mejor para pedir una cita con el médico, sacar su certificado digital, sacar sus propias historias clínicas e informes… Se ha cuidado que las personas mayores puedan tener cita web, etc. Pero yo creo que hay hacerlo más todavía, porque a veces aprecias que puede haber un poquito de marginación con las nuevas tecnologías de personas mayores.
Durante la pandemia, en los momentos de confinamiento poblacional, hacíamos videoconferencias. Yo estuve ingresado pero pude hablar con mi familia, cosa que las personas mayores no podían. Parecen cosas muy básicas pero muchos mayores no son capaces de ver la imagen de un familiar y eso supone un hándicap.
- ¿Cree que la sociedad española, en general, y la vasca, en particular, cuida de sus mayores?
- Creo que sí. Cuida de los grandes problemas de salud. Si entras en cualquier web de un servicio de salud, en mi caso Osakidetza, verás que los problemas de los mayores, como es la medicación, el ejercicio físico, las caídas… tienen un protagonismo importante.
Para mí la atención al mayor no necesita más visibilidad a nivel poblacional pero sí más actuación a nivel asistencial. Nosotros, como garantes de salud, tenemos que saber como manejar estas cosas, que la persona mayor no es difícil manejarla pero igual requiere otras valoraciones diferentes, que te centres en aspectos fundamentales. Tenemos que dar grandes pasos, dos o tres cosas que tendríamos que tener más desarrolladas y no lo estamos.
- La pandemia ha puesto de relieve la fragilidad de las personas mayores. ¿Cuál es la principal lección que hemos aprendido sobre el cuidado de los mayores?
- Hemos visto que el sistema sanitario no estaba bien preparado para lo que nos ha venido. Deberíamos estar preparándonos para tener una atención primaria más sólida y capaz de afrontar esto, con todas las ayudas que hemos dicho (presencialidad, mayor organización, incremento de profesionales, etc.). Si ya estaba tocado el sistema sanitario, esto lo ha hecho más evidente, y tenemos que ponernos las pilas ya.
A nivel de personas mayores, las residencias han sido las más golpeadas al principio de la pandemia, pero también hemos visto que el tema de la fragilidad ha sido muy importante, los confinamientos han evitado la actividad física y la socialización. El aislamiento empeora la salud en personas mayores, ya no digo nada si tienen necesidades. Hay experiencias para aprovechar la televisión o recursos sociales más inmediatos para fomentar la actividad física… Esto está por venir.
Hay unas características de la prevención primaria de control de patologías crónicas que no han dado abasto, no se ha podido atender. Ya hay datos sobre el retraso del diagnóstico del cáncer. Todo esto que hemos dejado de lado, el control de las patologías que llevábamos en el centro de salud y la prevención y la promoción, va a desencadenar una avalancha de personas de peor situación. Mal control de las enfermedades crónicas, retrasos diagnósticos… Van a ser muy importantes, es una lección monumental para recuperar las características de una sanidad que teníamos, fuerte, bien presupuestada y organizada, con profesionales adecuados y en número adecuado.
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