Cuando en la jornada del jueves el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, explicaron que se han detectado en el último mes 104 casos positivos de COVID-19 "importados" desde zonas con "epidemias activas" como Estados Unidos o América Latina, lo que muchos se preguntaron fue cómo pudieron llegar a España pese al estado de alarma. Lo cierto es que sí ha habido vuelos transoceánicos con cuentagotas, y los casos que se han escurrido a través de las fronteras arrojan sombra sobre lo que puede ocurrir cuando se abran a partir del 1 de julio.
Sanidad, en realidad, ha tirado de eufemismo: la pandemia en América del Norte, Central y del Sur no solo está activa, sino que es su epicentro mundial y atraviesa su peor momento, según confirmaba la Organización Mundial de la Salud (OMS) a primeros de junio. Los dos países más afectados por la enfermedad transmitida por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 son EEUU (más de 2 millones de contagiados y 113.000 muertes) y Brasil (más de 800.000 contagiados y 40.000 muertes). Lo verdaderamente alarmante sin embargo es que sus gobernantes, Donald Trump y Jair Bolsonaro, han subestimado insistentemente la crisis sanitaria e impulsan un desconfinamiento a marchas forzadas.
Otros países americanos han optado por restricciones mucho más severas: es el caso de Perú, que ordenó el confinamiento con solo unos setenta casos detectados y que pese a todo no ha podido evitar la tercera mayor incidencia del continente con 200.000 positivos. Precisamente esta severidad es lo que ha convertido en un calvario la repatriación de unos 300 españoles y peruanos residentes en España que, atrapados en suelo peruano desde marzo, han tenido que fletar su propio vuelo charter desde Lima. Muchos de ellos habían tenido que recorrer miles de kilómetros por carretera para poder embarcar rumbo a Madrid, una exposición lejos de ser óptima en una zona activa de pandemia.
La reactivación de los vuelos internacionales a partir del próximo 1 de julio debe manejarse con extrema precaución, insistía Illa en sede parlamentaria. La previsión, con muchas dudas, pasa por restablecer el tráfico aéreo con el resto de Europa, sustituyendo la cuarentena de quince días actual por el control y rastreo preventivo. Los turistas, como ya adelantaba El ESPAÑOL, tendrán que rellenar un formulario electrónico en el que declararán estar libres de síntomas y de virus; serán controlados "visualmente" y con termómetros a la llegada; y serán objeto de seguimiento con mecanismos como por ejemplo las llamadas aleatorias que ha estado practicando Baleares.
El intercambio de viajeros con América, por otro lado, se antoja más complicado. Pero es una cuestión que el Gobierno no puede dilatar indefinidamente porque, como reconocía Simón, muchos españoles tienen vínculos familiares y laborales en la región. Sin embargo, restablecer los vuelos más allá de las excepciones en vigor exigirá acordar medidas con cada país en particular, un quebradero de cabeza frente a un mecanismo común como es el espacio Schengen para los europeos. Por otro lado, los viajeros que ha llegado a España con salvoconductos laborales o de emergencia han sido objeto de una supervisión que incluía asegurarse de que cumplían la cuarentena y la realización de tests que han permitido intervenir a tiempo.
Nada de esto estará en vigor el 1 de julio: con un total de 3,36 millones de contagios en el continente, 1,3 millones de ellos en Latinoamérica, el personal de los aeropuertos tendrá que hacer frente a la vuelta de los viajeros con medios mucho menos individualizados. Según informa El País, el Aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez usará cámaras térmicas para medir la temperatura, una medida que el propio Simón ha considerado que "no es la panacea" porque no detecta casos asintomáticos. Galicia, Andalucía y Canarias han pedido "pasaportes sanitarios" o "pruebas antes de embarcar" para quienes lleguen desde Europa y el Norte de África, pero ninguna de estas medidas está aún contemplada, ni siquiera en la 'prueba piloto' que lleva a cabo Baleares con turistas alemanes.
California: repunte por casos importados
La posibilidad de reactivación de los focos de epidemia a través del turismo es una realidad que se ha comprobado en casos recientes como el del norte de California. El brote de más de 50.000 contagios, según un estudio publicado recientemente en Science, no se produjo por transmisión comunitaria, sino por la entrada de varias cepas genéticas del SARS-CoV-2 distintas en el estado. Muy particularmente, por el crucero Grand Princess, que realizó dos viajes por la bahía de San Francisco extendiendo un virus cuya ancestralidad se remonta al estado de Washington, a Europa y finalmente a la propia China.
La migración en el mundo post-COVID
La crisis mundial provocada por el coronavirus provocarán un 'repunte' de las migraciones a corto plazo, según un trabajo de investigadores de la Universidad de Sídney (Australia) publicado en la revista Nature –Scientific Reports. Según un modelo elaborado en base a los movimientos migratorios históricos después de grandes catástrofes que abarcan desde la II Guerra Mundial a la reciente crisis del ébola en África, los países que antes controlen la transmisión del virus y reactiven su economía recibirán rápidamente flujos de migrantes. "La gente afectada por el colapso económico o por un empeoramiento de su salud se planteará reubicarse a corto o incluso a largo plazo en regiones más seguras", escriben.