Si los niños empezaron a salir el día 26 de abril, en horario restringido y acompañados de un sólo progenitor por paseo y estamos a día 12 de mayo, ¿se hubiera visto a estas alturas el rebrote que algunos vaticinaban por la ruptura parcial del confinamiento? Según Fernando Simón, puesto que ya han pasado dos semanas.
Entonces, ¿por qué sigue pidiendo prudencia el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias? La realidad, por mucho que duela, es que el riesgo de repunte probablemente no se reducirá a cero nunca, ni siquiera cuando estemos en la ansiada fase IV de la desescalada.
Desde el principio de la pandemia, se ha hablado de que existe una posibilidad que cada vez es más certeza de que el virus vuelvan a resurgir en sucesivas olas u ondas epidémicas, algo que mucha gente -sin evidencia científica al respecto- ha situado para el próximo otoño.
Para esa fecha, dicen los más optimistas, el sistema sanitario estará reforzado, el rastreo de contactos será el pan nuestro de cada día y los casos no crecerán como en esta mortífera primera ola.
Pero ningún científico ni autoridad pública las tiene todas consigo; de hecho, casi todos subrayan la posibilidad de que haya un nuevo repunte de casos; ¿equivaldría eso a la segunda ola?
Para saberlo, lo primero que hay que preguntarse es qué diferencia hay entre repunte de casos y segunda oleada. El microbiólogo de la Clínica Universidad de Navarra Gabriel Reina señala a EL ESPAÑOL que lo primero es un preludio de lo segundo.
El repunte se da cuando hay un aumento en la actividad del virus; cuando su presencia empieza a crecer de forma exponencial estamos ante una nueva onda epidémica, explica el experto.
Y esa ola se puede producir en otoño, sí, pero también antes. "Depende de cómo se lleve el desconfinamiento", comenta Reina, que apunta a los casos de repunte observados en otros países e incluso en Wuham, el epicentro del nuevo coronavirus que salió de la cuarentena después de ocho semanas.
Preocupa China, preocupa -y mucho- Singapur y preocupa Japón. Pero si a alguien le suena todo ello muy lejano, no hace falta irse tan lejos, en Alemania se ha registrado un repunte de casos muy significativo.
Así, no es de extrañar que la vicepresidenta Montero arrancara su intervención en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros recordando que otros países han sufrido un rebrote durante la desescalada y se suma al llamamiento de Sanidad a respetar el distanciamiento: "En España todavía podemos evitarlo". "Tenemos que seguir haciendo caso de las recomendaciones de los expertos actuando con la prudencia necesaria".
El que parece uno de los principales problemas en este sentido, es que no está muy claro el límite que marca el paso de rebrote a segunda ola. "Lo importante es que se pueda atajar de forma precoz, que haya sistemas de vigilancia y, sobre todo, que se alargue en el tiempo", apunta Reina.
La microbióloga del CSIC Margarita del Val relataba en una entrevista a Radio Nacional de España que a la fase exponencial "se pasa muy rápido" y recomendaba dejar de pensar que la segunda oleada va a venir en otoño. "Hay que actuar pensando que puede venir en dos semanas", decía hace ya siete días.
Sin querer ser alarmistas, los sanitarios e investigadores piden que no se baje la guardia. "Es suficiente que haya un pequeño desacierto para que venga una segunda oleada", subraya Reina.
El objetivo no tiene que ser llegar a casos cero, algo que nadie maneja entre sus previsiones, sino que la cifra de casos notificados siga bajando como hasta ahora, que ese número cada vez se parezca más a la de casos reales -algo a lo que se llegará con la generalización de los test de PCR a enfermos sintomáticos y sus contactos- y que se pueda frenar ese paso de repunte a ola. "Es muy difícil contenerlo", enfatiza el microbiólogo de la CUN.
En todo caso, Reina cree que hay otros factores que influirán en un posible control de un rebrote, que tanto circunstancias externas como la temperatura hasta otras como las infraestructuras de las que disponemos ahora y antes no pueden evitar que se repita lo ocurrido en la primera oleada.
Pero tampoco se puede descartar que esto incluso empeore, es lo que ocurrió con la gripe de 1918 e incluso con la mucho más reciente gripe A, que se controló en verano y volvió más virulenta en otoño e invierno.