Este sábado, como a diario desde hace casi dos meses, en las calles de las distintas ciudades han vuelto a sonar los aplausos de la mayoría de la población. El agradecimiento para los sanitarios se mantiene a pesar de las luchas políticas, las muertes y afectados por el Covid-19 y, sobre todo, a pesar de que muchos ven más cerca que nunca el final de esta pandemia.
Quizás los destinatarios de este reconocimiento preferirían ahora que los aplausos se tornaran en otras actitudes, casi todas en torno a una palabra: responsabilidad. Grupos de personas que quedan para verse, gente que camina sin mascarilla y barrios enteros que se echan a la calle sin mantener la distancia de seguridad. Para cualquiera podría ser una falta de civismo; para ellos, la posibilidad de que se repita una pesadilla que no ha terminado.
Es domingo y, aunque el tiempo no acompaña, a la mayoría de la gente no se le ha olvidado que durante casi dos meses hemos vivido en un confinamiento en el que las únicas salidas permitidas en fin de semana -salvo para las personas que trabajan sábados y domingos- eran para ir a las farmacias y supermercados de guardia.
Por eso, es previsible que la mayoría de la gente salga a dar un paseo o a hacer ejercicio en su domicilio. Por desgracia, no todos cumplirán las normas repetidas una y mil veces de mantener la distancia social, extremar la higiene de manos y, si se puede, llevar mascarilla. Los que seguro que sí lo harán serán los muchos médicos, enfermeros, cajeros, farmacéuticos, limpiadores y otras profesiones que, literalmente, han arriesgado su vida durante la pandemia para el país pudiera seguir en pie.
Muchos de estos profesionales no podrán opinar nada sobre cómo sale la gente a la calle desde que está permitido. De los sanitarios, de los que existe un estudio específico, al menos 35 han fallecido, pero podrían ser más y más de 35.000 han estado infectados por el Sars CoV-2 en algún momento.
Picaresca suicida y asesina
"Para nosotros, que hemos visto y vemos cada día la cara mas terrible de esta enfermedad, supone una sensación muy dolorosa. La picaresca que aumenta el riesgo de contagio al saltarse las normas de prevención es suicida y asesina: te puedes contagiar tú y puedes contagiar a los demás. No valen excusas ni alegar ignorancia. Sólo saldremos de esta si todos somos disciplinados y solidarios, y lo mejor es serlo voluntariamente", declara a EL ESPAÑOL Antoni Trilla, miembro del comité científico que asesora al Gobierno en el manejo del Covid-19 y jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona.
Este 10 de mayo se cumplen 8 días desde que se inició el alivio del confinamiento -dos días antes de entrar en la fase 0- y el 51% de la población española espera con ansia que llegue el día de mañana: la fase 1 para bastantes provincias y territorios. Algunos parecen haberse olvidado de lo que se vivía en hospitales y centros de salud de todo el país hace poquísimo tiempo -en zonas todavía se vive-.
Pero el chasco que han sufrido Madrid y otras provincias tras solicitar pasar de fase sin cumplir los requisitos para hacerlo puede ser aún mayor según avance la desescalada si los casos vuelven a aumentar. Y en esta ocasión, no se podrá achacar el fracaso -o al menos no tanto- a gobernantes autonómicos y regionales. Por una vez, todos coinciden: es clave la responsabilidad individual.
A pesar de que el Ministerio de Sanidad sólo obliga al uso de mascarillas en el transporte público, el propio director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, decía en su segunda comparecencia de este viernes que "eran recomendables" si no se podía garantizar la distancia de seguridad.
Porque esa es la medida más importante, junto con la higiene de lugares públicos y privados y el casi constante lavado de manos, para que los 604 nuevos casos notificados este sábado sigan bajando y bajando hasta que sean un número anecdótico. Al menos, hasta que venga una segunda ola.
Responsabilidad particular
Por esta razón, y por primera vez desde el inicio de la epidemia -mucho antes de declararse el estado de alarma- tanto las autoridades sanitarias como médicos y otros sanitarios y ciudadanos que han vivido de primera mano la pandemia están apelando a la responsabilidad particular.
Y no lo hacen por capricho, lo hacen porque no quieren volver al punto de inicio. "Estos días he visto gente con las mascarillas en la cabeza, de babero, gente que las lleva y se las quita cuando se encuentra con otra persona y para a hablar con ella", se quejaba a EL ESPAÑOL Federico Arribas, de la Sociedad Española de Epidemiología, que trabajó como rastreador de contactos al inicio de la pandemia y es ahora una figura clave en la planificación de la desescalada.
Simón, en sus ruedas de prensa del inicio, que ahora parecen fósiles de la prehistoria, también apelaba a la responsabilidad individual, antes de que una serie de órdenes lo regulara todo:"Hay que mantener la distancia de seguridad y la etiqueta respiratoria".
Y volvieron el viernes a decirlo. Lo hizo el ministro Illa: "La disciplina social individual es muy importante". "No podemos poner contra las cuerdas a los sanitarios otra vez", apostilló Simón.
"Me preocupa mucho la desescalada, yo creo que somos un pueblo peculiar y quizás no mantengamos la distancia física", señalaba a EL ESPAÑOL el portavoz de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), Francisco Polo.
Es algo que preocupa mucho a los sanitarios. "La gente se va a confiar, muchos van a pensar que esto está ya bajo control", relataba el pediatra de atención primaria en un centro de salud madrileño Aser García Rada.
Eso sí, este experto cree que la responsabilidad individual es fundamental, pero en el contexto de unas políticas adecuadas. "No se puede culpar solo a la gente de los nuevos brotes si no se implementan las medidas políticas adecuadas para intentar evitarlos, como el establecimiento de un adecuado sistema de rastreo de contactos", puntualiza.
"Es de sentido común. Si yo evito contagiarme, ayuda a reducir el virus en toda mi comunidad. Es un tema de conciencia social y respeto", apunta Arribas, que recuerda que hay que "extremar las precauciones".
Como muchos a lo largo de estos días, Arribas ha visto corrillos de gente hablando y jóvenes que parecen haber quedado. "Hay que acabar con el mito de que no pasa nada con los jóvenes, hay chavales que han acabado en la UCI", destaca.
Si nos acogemos estrictamente a la orden que regula la fase 0, una persona cualquiera puede salir a la calle a caminar seis horas al día sin mascarilla. Tampoco tienen por qué usarla las personas que reparten mercancía a domicilio.
Pero tampoco se puede parar a hablar con nadie en la calle ni quedar para verse, aunque sea con la excusa de caminar juntos. Y eso es exactamente lo que está pasando en muchas ciudades, según comentan distintos ciudadanos en las redes sociales y según se puede ver en cada paseo individual.
El médico Javier Blanquer, del Centro de Salud de San Blas, explica a este diario que los especialistas de atención primaria -entre otros- se están dejando la piel "trabajando con estrategias" para que la ciudadanía pueda salir, pero no todos los ciudadanos están teniendo ese mismo respeto. "Se están aprovechando de una serie de licencias y es un desprecio para el resto de ciudadanos. Hay desinformación y un libertinaje que falta el respeto al resto de personas", concluye refiriéndose a la ruptura de las normas por parte de mucha gente.
Sin refuerzo policial
Las fuerzas de seguridad del Estado no han desarrollado un refuerzo de los controles por haber pasado de fase y aunque se siguen viendo muchos controles en las carreteras, no son tantos los que se ven en las calles. Desde que los responsables técnicos de Policía, Guardia Civil y Ejército no comparecen en la rueda de prensa de por la mañana, tampoco se difunde tanto el número de infractores diarios de las reglas del postconfinamiento, aunque el Ministerio de Interior cuelga los datos todos los días en su cuenta de Twitter.
Un Guardia Civil comentaba a este diario: "Ya no sabemos qué hacer con tanta gente, ahora es imposible, que hagan lo que quieran", señalaba. Un policía nacional, por su parte, decía sobre la situación: "Depende de las zonas... hay sitios donde la gente pasa de todo, esperemos que no lo paguemos, al igual que me llama la atención la de gente que anda sin mascarilla... supongo que también influye mucho el no haber sido conscientes de la realidad y verlo como algo lejano", informa Brais Cedeira.
Uno de los principales problemas es que, de tener esto alguna consecuencia -la circulación actual de virus es baja tras casi dos meses de encierro- se tardará en ver las consecuencias. "No va a haber un brote visible hasta dentro de varias semanas, éste puede empezar a verse cuando empiecen a aumentar los ingresos hospitalarios", añadía García Rada.
Por esta razón, salir a la calle sin mascarilla, acercarse a hablar con alguien a menos de dos metros de distancia y, por supuesto, no lavarse las manos, no sólo puede aumentar tu riesgo de contraer la enfermedad, sino también el de que toda tu provincia tenga que olvidarse de las vacaciones.
El médico y colaborador de EL ESPAÑOL Roberto Méndez -que ha estado dos meses atendiendo casos de Covid-19 en su centro de salud y domicilios- publicaba este viernes una columna con el título ¡Irresponsables! en la que se dirigía precisamente a esta población general. "¿Qué parte de "solo pasear máximo 2 personas convivientes no entendemos"? ¿Qué parte de "deporte individual" no ha quedado clara? ¿Quién ha dicho que salir a pasear implica ir en grupo y no dejar distancia?", se lamentaba.
No sólo España está preocupada por esta situación. El alcalde de Milán, como se contó en este diario amenazó a sus ciudadanos con volver a cerrar los restaurantes que vendían comida para no consumir dentro del establecimiento, precisamente una de las medidas incluidas en la fase 0 española.
Y de nuevo Fernando Simón mencionaba el tema en sus respuestas a los periodistas en otra de sus comparecencias: "En cuanto a la picaresca, tenemos que tener mucho cuidado. Todos tenemos que entender que después del esfuerzo que hemos hecho no podemos permitir que unos pocos lo tiren por tierra. Pido por favor a toda la población que entiendan lo que nos jugamos".
En definitiva, la desescalada parece venir acompañada de un "sálvese quien pueda". En efecto, la irresponsabilidad no puede controlarse con ninguna medida legislativa excepto en estado políticos a los que nadie querría volver en España. Por eso, grabarse a fuego las recomendaciones de Sanidad y hacerlas propias es hoy más importante que nunca.