En los últimos días se ha formado un lío tremebundo que tiene como protagonista a las mascarillas caseras. En internet han surgido un montón de proyectos colectivos y particulares que ofrecen mascarillas elaboradas con distintos materiales -desde algodón hasta papel de cocina- para hacer frente al coronavirus Sars CoV-2. Ante la escasez de material, las autoridades se han hartado de repetirnos que es conveniente dejar las mascarillas quirúrgicas y las FFP2 y FFP3 para sanitarios y enfermos. Entonces, ¿tiene sentido taparnos la boca y la nariz con cualquier trapo antes que no llevar nada?
Vayamos por partes. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el uso de mascarillas comerciales son claras. El organismo sólo las aconseja en personas sanas en el caso de que presenten los síntomas característicos de la Covid-19 (tos o estornudos) o en el caso de que cuidemos a alguien con riesgo de contagiarse fácilmente. "Las mascarillas sólo son eficaces si se combinan con el lavado frecuente de manos con una solución hidroalcohólica o con agua y jabón. Si necesita llevar mascarilla, aprenda a usarla y eliminarla correctamente", dice la organización.
Es decir, las principales medidas de protección siguen siendo el lavado de manos, mantener una distancia de seguridad, y evitar tocarse la cara. "Las autoridades sanitarias consideran que, cumpliendo estas medidas, el uso de mascarillas no es necesario porque son las que, con la evidencia actual sobre el virus, parecen suficientes", explica a EL ESPAÑOL Gemma del Caño, farmacéutica, especialista en seguridad alimentaria y divulgadora. "En mi opinión el debate se está centrando en mascarillas caseras sí o no, cuando debería enfocarse en si sabemos usar las mascarillas en general. Y la realidad es que no queremos escuchar la respuesta: un elevado porcentaje de la población no lo sabe hacer", remacha.
Hace apenas unos días, los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC), que hasta la fecha no habían recomendado su uso, se pronunciaba a favor de la utilización de mascarillas caseras (elaboradas con bufandas o pañuelos, por ejemplo) como "último recurso". Esto es, "en entornos donde no hay máscaras faciales disponibles" ni equipos de protección individual (EPIs) para sanitarios. Además, según el organismo, estos objetos deberían utilizarse "en combinación con un protector facial que cubra el frente (hasta la barbilla) y los lados de la cara".
¿Cambio de criterio?
Así, en otros países afectados por la pandemia también existe el debate. Esta misma semana, el diario Washington Post publicaba una tribuna en la que Jeremy Howard, investigador de la Universidad de San Francisco, citaba una ristra de artículos científicos y defendía el uso de mascarillas caseras para ayudar a reducir los contagios y "aplanar la curva". No es el único medio en Estados Unidos que ha ahondado en la cuestión. El periódico The New York Times también publicaba otro artículo en el que sostenía que si bien las mascarillas no reemplazan a otras medidas como el distanciamiento social o el lavado de manos, "pueden ser mejor que nada".
Lo cierto es que en el mundo de la ciencia, las cosas no son siempre blancas o negras. También existen los grises. Y cada vez conocemos más aspectos sobre cómo se producen los contagios por el coronavirus Sars CoV-2. El 16 de marzo, un estudio de la revista Science apuntaba que los casos no detectados de coronavirus fueron los responsables de la rápida expansión del virus en Wuhan. Y ayer mismo, la OMS alertaba sobre la urgencia de detectar casos asintomáticos para intentar frenar el avance de la pandemia de una vez por todas. Estos casos son, según la organización, los responsables de la mayoría de los contagios que se producen en todo el mundo. Es lo que se conoce en cine como plot twist o giro de guion.
Entonces, ¿tiene sentido el uso de mascarillas caseras en un contexto en el que existe falta de material sanitario para los profesionales, cuando no sabemos si estamos contagiados y podemos expandir el virus? "Las mascarillas caseras pueden disminuir las gotitas que eliminamos al hablar o toser", reconoce Del Caño. "Llevábamos años diciendo que debemos tosernos en la parte interior del antebrazo cubriendo con ello boca y nariz. Esto en el fondo, se podría considerar un 'mascarilla casera' y hasta ahora no se estaba practicando", lamenta.
Distintos trabajos científicos han abordado la cuestión y han analizado la efectividad de las mascarillas profesionales y las caseras. Un estudio publicado en la revista Plos One en 2008 ya sostenía que el uso de cualquier tipo de mascarilla podía ser útil para reducir la exposición viral y el riesgo de infección.
Así, otra investigación publicada en 2013 también trató de analizar la eficacia de las mascarillas caseras en un contexto de pandemia, como alternativa a las mascarillas comerciales. Los resultados apuntan que la mascarilla quirúrgica es tres veces más efectiva para evitar la transmisión que la casera. "Nuestros hallazgos sugieren que una mascarilla casera sólo debe considerarse como último recurso para prevenir la transmisión de gotículas de individuos infectados, pero sería mejor que no tener protección", concluyen los investigadores.
Estas conclusiones se alinean con lo que también apunta Beatriz Novoa, investigadora del CSIC, a la agencia Sinc. "No garantizamos al 100% la eficacia de una mascarilla casera frente al virus. Sin embargo, sí son una barrera ya que los virus se pueden encontrar en aerosoles y en gotitas de saliva", dice la experta en Inmunología y Genómica. "Deberíamos usar siempre protección cuando estemos atendiendo a mayores o al ir a la compra, pero dejar las mascarillas buenas para los que más lo necesitan", añade.
Una sensación de falsa seguridad
Por su parte, Del Caño advierte de que el uso de mascarillas caseras puede ser también peligroso. "En el momento en que salimos de casa, nos sentimos más seguros con el uso de mascarillas, aunque sean caseras, y 'eso es mejor que nada'. Vale, pero que ese 'nada' no sea saltarnos las medidas anteriores porque tanto las caseras como las que no, nos pueden dar una falsa sensación de seguridad", advierte la experta.
La farmacéutica apunta que las mascarillas en sitios como el supermercado deben ser utilizadas para no contagiar a los demás. De la misma forma, no evitarán que podamos infectarnos si nos saltamos a la torera las recomendaciones que se han hartado de repetirnos las autoridades sanitarias. "Si la usamos mal, pensando que es para no contagiarnos, la tocamos con las manos y tocamos algo (da igual con guantes o sin ellos) y somos un positivo asintomático, estamos poniendo en riesgo a la población", ejemplifica la también especialista en seguridad alimentaria.
"Si no practicamos las medidas de prevención dadas y no utilizamos correctamente las mascarillas, estamos expuestos y exponiendo. Sé que es más sencillo decir 'ponte una mascarilla aunque haga poco', pero no debemos dar un mensaje tan simplista porque las medidas son muchas y hay que seguirlas a rajatabla", insiste. Así, lo que debemos tener claro es que las mascarillas homologadas deben ser utilizadas de forma prioritaria por sanitarios, enfermos y personal expuesto. "Hasta que consigamos protegerles a ellos, nosotros deberíamos priorizar otras medidas. Y si se quiere añadir a todas esas medidas la mascarilla casera, vale. Como un recurso más, no como El Recurso", finaliza.