La acidez de estómago, más conocida en términos médicos como pirosis o dispepsia, da lugar a diversos síntomas como quemázon, ardor, sensación de que sube líquido o gas desde el estómago hacia el esófago y la boca, e incluso en ocasiones dolor de pecho que puede llegar a confundirse con un dolor cardíaco en algunos casos.
La acidez no es una enfermedad como tal, pero si se repite sí puede provocar problemas. En personas sanas aparece puntualmente, sobre todo tras comidas copiosas, pero cuando aparece repetidamente sí que llega a producirse un mal funcionamiento del esófago y un reflujo gastroesofágico como tal, siendo este una enfermedad real que precisa tratamiento médico.
El origen de la acidez puede ser diverso, pero en personas sanas las comidas copiosas son la principal causa, con la excepción del embarazo, donde también se produce este síntoma debido a una relajación muscular del esófago y el cardias o boca del estómago; además, el útero y su aumento de tamaño también provocan un aumento de presión del abdomen, facilitando la acidez estomacal. Por su parte, se sabe que existen alimentos irritantes que también colaboran en el desarrollo de la acidez, tales como café, cítricos, picantes, chocolate, cebolla, alcohol o alimentos grasos. Algunos fármacos también pueden colaborar en dicha acidez, siendo irritantes directos o indirectos.
Qué funciona y qué no contra la acidez de estómago
Para paliar esta acidez estomacal existen múltiples métodos, tanto farmacológicos como no farmacológicos. En el caso de los segundos, la recomendación principal es evitar las comidas copiosas, masticar bien los alimentos y sobre todo evitar alimentos calientes, irritantes o picantes.
Por otro lado, también es recomendable evitar acostarse, agacharse o hacer ejercicio justo después de comer, dado que todo ello puede contribuir a la acidez. Así mismo, el control del estrés, evitar el tabaco y el alcohol es esencial como método para evitar la pirosis.
Sin embargo, cabe destacar que no existe evidencia científica respecto al consejo de evitar algunos alimentos asociados al reflujo gastroesofágico, tales como cafeína, cítricos, bebidas carbonatadas o grasas. Pero, si se identifica que alguno de estos alimentos sí causa reflujo a un individuo en particular, sí está indicado retirarlo de la dieta.
Por su parte, respecto a los métodos farmacológicos o medicamentos, existen algunos mejores que otros:
Antiácidos
Son los fármacos más conocidos y empleados para la acidez estomacal ocasional, como ya explicamos al comparar el Almax (antiácido) y el omeprazol (inhibidor de la bomba de protones). De hecho, el Almax es una mezcla de sales de magnesio y sales de aluminio, siendo estos los principales componentes de los fármacos antiácidos en general.
Según la evidencia científica actual, son eficaces contra la acidez ocasional, siempre tomados cuando ya se produce tal acidez y no de forma preventiva. De hecho, su uso crónico no está indicado. Alivian los síntomas de forma rápida, pero no ayudan a mejorar la posible alteración de la mucosa estomacal si la acidez estomacal se produce de forma repetida y ya ha provocado lesiones.
Se sabe que las sales de aluminio por separado pueden provocar estreñimiento, y las sales de magnesio diarrea. Por ello, es común encontrarlos en forma combinada, aunque no es posible saber qué efectos adversos provocarán. En general, los antiácidos son seguros, y se aconseja tomarlos 30-60 min después de las comidas, siendo su efecto de hasta 3 horas; si se toman en ayunas, su efecto apenas llegará a durar entre 20 y 60 minutos.
Antisecretores
Por otro lado están los antisecretores, que suelen indicarse cuando la acidez estomacal ya se vuelve repetitiva, al menos más de dos veces a la semana. Funcionan evitando la secreción de ácido estomacal. Su uso está indicado tanto a corto como a largo plazo, como tratamiento y como prevención de la acidez estomacal, al contrario que los antiácidos, cuyo uso solo debe ser como tratamiento puntual y no crónico.
En este caso existen dos tipos de fármacos, los antihístamínicos H2 (siendo la ranitidina el más usado), y los inhibidores de la bomba de protones o IBP (siendo el omeprazol el más usado). En el primer caso, actualmente la ranitidina se ha retirado en España y a nivel internacional en sus formas orales, pero no en sus formas intravenosas.
Respecto al omeprazol y derivados, han demostrado ser eficaces contra el reflujo gastroesofágico, y superiores a la ratinidina y sus derivados a corto y largo plazo y en los casos de inflamación de esófago o esofagitis. Son fármacos bien tolerados y suelen causar reacciones adversas leves y transitorias. Sin embargo, su uso a largo plazo actualmente es polémico por las reacciones adversas que se han descrito recientemente, pero por el momento su uso a corto plazo es totalmente seguro. Así mismo, cabe recordar que muchos de los efectos adversos estudiados suelen darse por un mal uso del fármaco, y no cuando se ha recetado correctamente por parte de un médico.
Respecto a la ranitidina y sus derivados, a pesar de estar retirada en la actualidad, cabe destacar que es un fármaco de segunda línea que solo debe usarse cuando falla el omeprazol y sus derivados. También son eficaces contra los síntomas de acidez y en caso de reflujo gastroesofágico, pero inferiores al omeprazol. De hecho, en casos diagnosticados de reflujo gastroesofágico, han demostrado ser útiles de forma puntual como forma de alivio rápido, como alternativa a la suspensión de omeprazol o derivados, o en casos del llamado "escape ácido nocturno".
Aún así, respecto a los antisecretores en general y su uso a largo plazo, el omeprazol y sus derivados han demostrado ser más efectivos en general para aliviar la acidez o pirosis, tanto a corto como a largo plazo. Y el esomeprazol en particular ha demostrado ser ligeramente superior al resto de derivados.