Este mes abre sus puertas la Clínica Universidad de Navarra (CUN) en Madrid. Se podría decir que es un hospital privado más de los muchos que operan ya en la capital, pero la expectación con la que se está esperando esta apertura, así como lo impactante de sus instalaciones -una superficie de 46.000 metros cuadrados situados en el kilómetro 7 de la A-2-, indican que algo hay de especial en esta apertura. Por resumirlo en sólo dos características, se trata del primer hospital privado propiedad de una universidad que abre en la capital y es también el primer centro hospitalario del Opus Dei en Madrid, aunque ya contaban con un policlínico que se integra ahora en las nuevas instalaciones.
Su director médico, Jesús San Miguel, es un referente en la medicina española. Especialista en oncohematología -experto sobre todo en cánceres de la sangre, como el mieloma-, hace tres años era el elegido por la Sociedad Americana de Hematología (ASH) para impartir en su congreso anual la Ham-Wasserman Lecture, un honor rara vez otorgado a un científico extranjero. Un año antes, este defensor a ultranza de la sanidad pública sorprendía a todos anunciando su marcha del Hospital Universitario de Salamanca -donde fue jefe del Servicio de Hematología más de 20 años- a la primera sede de la CUN, en Pamplona.
Allí lleva cuatro años como director médico, cargo que también ocupará en la nueva sede de Madrid, que ha visitado varias veces durante su construcción y donde le paran a menudo a pocas semanas de su apertura. "¿Ves esa mujer con la que me he quedado un rato hablando antes de empezar? Es un referente a nivel europeo, lleva 20 años trabajando fuera de España y nos la traemos", comenta misterioso.
En Madrid existen ya varios hospitales privados, de distintos tamaños y que abarcan todas las especialidades médicas. ¿Por qué abrir uno nuevo?
La Clínica Universidad de Navarra (CUN) es un hospital universitario, como lleva implícito en su nombre, y es un centro sin ánimo de lucro en el cual los excedentes económicos que pueda haber son reinvertidos en el paciente. Por esta razón, nos gusta decir que nuestros accionistas son los pacientes. Como hospital universitario, como institución académica, para nosotros la clave está en preguntarnos por qué pasan las cosas y si no podemos hacer algo más por los enfermos. En definitiva, aspiramos a que esté muy unida la asistencia la investigación. Por eso quizás es muy singular que la CUN en su sede original hiciera una apuesta muy decidida por tener un centro de investigación propio como es el CIMA, porque queremos generar conocimiento, estar en la vanguardia y aportar al paciente lo mejor de cada uno de nosotros.
Pero esto hay más centros sanitarios -sobre todo públicos- que lo incluyen en su filosofía...
Es que yo creo que la sanidad pública española es una sanidad extraordinaria. De hecho, nuestro modelo se parece mucho al de los grandes hospitales públicos donde asistencia, investigación y docencia se conjugan [desde el curso 2018-2019 la CUN en Madrid será también campus universitario de un centro de posgrado de la Universidad de Navarra]. Nosotros no venimos a quitar nada a nadie, venimos a aprender de la gente, a poder trabajar codo con codo. Creo que en España con esta sanidad que tenemos, es positivo el poder sumar y trabajar conjuntamente con centros públicos y privados. Puede hacer que los enfermos estén mejor atendidos, y esto es lo que pretendemos.
Pero, entonces, ¿qué características concretas de su modelo servirían de reclamo a un potencial paciente de la nueva clínica en Madrid?
Vuelvo a insistir en ese modelo de hospital universitario, donde la investigación es primordial. Se trata de usarla para saber por qué pasan las cosas en los enfermos, por qué un paciente responde y otro no. ¡Algo tiene que haber para que siendo la misma enfermedad, incluso el mismo subtipo, unos respondan y otros no! Para mí ésta es una de las claves de la filosofía de la CUN, esta introspección que tenemos hacia el enfermo, el preguntarnos siempre algo, intentar dar siempre un paso más. Otra característica que destacaría de nuestro modelo es el trabajo en equipo y la subespecialización, que no son términos opuestos. Un ejemplo es la colaboración departamental. A mí me sorprendió mucho cuando empecé a trabajar aquí que si yo pedía una consulta interdepartamental no sólo tenía el reporte por escrito de otro especialista, sino que siempre me llamaba por teléfono. No es tanto que todo el mundo aporta, sino que se es sinérgico y eso viene de que las cosas se hablan y esto para nosotros es vital.
¿Algo más?
Sí. Otro aspecto es que hacemos una medicina de alta resolución. En Pamplona es habitual que el paciente venga de lejos y para nosotros es clave tratar de resolver todos sus problemas en el mínimo tiempo posible, si es posible en 24 horas. Es algo que forma parte de nuestra filosofía, a lo que probablemente nos ha llevado la distancia. Otra característica diferenciadora es el análisis al que sometemos todo nuestro trabajo, cómo ejercemos la autocrítica y buscamos la calidad. Recuerdo una anécdota que me ocurrió hace un tiempo. En la CUN cada paciente tiene su médico de referencia, pero lo ven distintos especialistas. Yo vi a un enfermo y pensé que en un momento determinado las cosas no se habían hecho todo lo bien que podían haberse hecho, así que acudí a su responsable final. Al comentárselo, no recibí ninguna excusa, más bien todo lo contrario. Me explicó que era consciente y que se había puesto en marcha la comisión de seguimiento de calidad. Es algo que se convoca cuando hay dudas, se analiza todo y se reúne a todos los médicos que han intervenido en el caso, que pueden hacer sus matizaciones. Todo queda por escrito y lo ven los organismos externos que evalúan nuestra calidad, como la Joint Comission [una entidad internacional de acreditación de centros sanitarios]. Afortunadamente, en aquel caso todo acabó bien, pero es un buen ejemplo de algo en lo que creo firmemente: que el gen que tenemos que llevar los médicos es el de la insuficiencia, el opuesto al de la autosuficiencia.
Y más allá de la filosofía, a efectos prácticos, ¿qué notará un paciente de la CUN en Madrid?
Destacaría la cantidad de recursos humanos no médicos que se dedican a la atención de los pacientes, especialmente en enfermería y enfermería subespecializada. El equipo de enfermería es muchas veces el primero en detectar los problemas del paciente y alertar y eso hace que la medicina dé un salto de calidad. Otro aspecto destacable son los servicios básicos del hospital; tanto la limpieza como la parte de hostelería están internalizadas, sus empleados forman parte del equipo de la CUN. Pero un paciente de la CUN también lo notará en la falta de masificación: el tiempo medio de un paciente nuevo en este hospital es de alrededor de una hora; de uno en revisión, media hora.
En una reciente entrevista en EL ESPAÑOL el expresidente de la SEOM, Miguel Martín, decía que tratarse un cáncer grave en un hospital pequeño era una aberración. Se puede pensar que este nuevo centro es aún pequeño, ¿qué lo diferencia de la sede original en Pamplona?
Lo importante a la hora de tratarse el cáncer es hacerlo con médicos que tengan experiencia. Se trata de una enfermedad que requiere de una aproximación multidisciplinar y eso nosotros lo cumplimos a rajatabla. De hecho, uno de nuestros proyectos es convertir la CUN, tanto la sede de Pamplona como la de Madrid, en un instituto oncológico. Es un sitio donde están los oncólogos médicos, los radioterapéuticos, el urólogo, el hepatólogo, el hematólogo... ese equipo multidisciplinar en el que todos van a aportar no sólo con el reporte escrito, sino también con el teléfono. Al paciente que llega a Madrid se le ve de forma simultánea en las dos sedes y esa es una de las mayores fortalezas de nuestro centro.
Pero, entonces, si una persona acude a la nueva CUN de Madrid, ¿usted me garantiza que va a recibir la misma asistencia que en Pamplona?
Absolutamente. Es que no va a haber un equipo de Madrid y otro de Pamplona, es un único equipo. Si una persona viene, por ejemplo, con un cáncer, le va a ver el equipo de oncología de la CUN. Su médico de referencia estará aquí, pero su caso se compartirá con el jefe de servicio de la sede de Pamplona. Por poner un ejemplo personal, si alguien viene a este centro con un mieloma yo lo voy a ver, quizás no el mismo día, pero en seguida. Y desde luego, la decisión de tratarle de una u otra forma o de incluirle o no en un ensayo clínico pasará por mí.
Pero a efectos prácticos son dos hospitales distintos...
A veces en un mismo hospital la gente está muy lejana. Incluso en un mismo departamento, en dos despachos contiguos. En nuestro caso no va a ser así, es una de las claves de nuestra fortaleza. El Departamento de Oncología de la CUN, que ahora lo forman 14 profesionales, van a pasar a formarlo 28. Por eso hablamos de un hospital con dos sedes, aquí reportamos al mismo propietario, que es la Universidad de Navarra y compartimos accionistas, que para nosotros son los pacientes, ya que somos un hospital sin ánimo de lucro, donde los excedentes se reinvierten y no se reparten beneficios.
Usted ha pasado la mayor parte de su carrera en la sanidad pública. Le voy a pedir que se moje: ¿pública o privada?
Me pide que escoja entre sanidad pública o privada y yo le respondería como cuando me preguntan si prefiero la investigación clínica o básica. ¡Yo soy un investigador traslacional, que está a caballo entre las dos! Así que a la pregunta de si sanidad pública o privada, mi respuesta es sanidad buena, que resuelva los problemas, que sea coste eficiente, que dé buena atención al paciente y que haga al país lo más asequible posible el enorme coste sanitario. Lo que desde luego tiene que ser la sanidad es universal, no puede haber nadie que por un tema económico no tenga acceso a la sanidad. Pero los adjetivos público o privado... tienen connotaciones. Yo le puedo decir que cuando veo un paciente en Pamplona no sé si es privado totalmente, si viene cubierto por una aseguradora o si me lo ha transferido un hospital público [en la sede navarra, la CUN mantiene conciertos con centros públicos]. A nosotros nos encantaría asistir a una parte de la población para ayudar a la sanidad madrileña, qué duda cabe.
Se lo voy a plantear de forma más concreta. Si una persona tiene una enfermedad grave, ¿usted le recomendaría ir a un hospital público o privado?
Pero sí ya le he contestado [ríe]. Si usted tiene una dolencia importante, lo primero que le diría es que tiene suerte de vivir en España porque hay pocas sanidades como la que existe en este país. Lo segundo, es que si usted viene a la Clínica Universidad de Navarra le vamos a tratar de maravilla, le vamos a dar una asistencia excepcional.
En cualquier caso, la CUN es un hospital privado. ¿Diría usted que es caro?
Le diría que a mí sí me parece cara, pero es que yo soy de Soria [vuelve a reír] y gastar me cuesta mucho. A mí lo que me preocupa mucho es que no valoremos lo costosa que es la sanidad en general. En España, que no somos un país de muchas creencias, pensamos sin embargo que el dinero de la sanidad viene del cielo y no, viene de los bolsillos de los contribuyentes. Por eso, tanto los que estamos en función privada como en pública, tenemos una gran responsabilidad a la hora de utilizar los recursos. En la CUN se controla que el gasto se ajuste y, pese a todo, me gustaría que fuera todavía más barata. Yo ampliaría los conciertos con la sanidad pública para que pudieran venir muchas más personas. Esto, que ocurre en la sede original de la CUN, hace que el poder adquisitivo de un paciente en Pamplona sea muy variado. También es asequible con los seguros médicos [En Madrid van a poder acceder al centro los clientes de Acunsa, Sanitas, Mapfre, DKV y Cosalud, con distintos grados de acceso según su póliza].
Hablando precisamente de seguros, en la misma entrevista que le comentaba antes, denunciaba Miguel Martín que ciertas aseguradores no cubren los medicamentos más innovadores frente al cáncer. ¿Puede suceder que un paciente acuda a la CUN y usted le diga "Lo siento, no le puedo tratar, su seguro no le cubre el medicamento que necesita"?
En primer lugar, es cierto que existe ese problema. Yo creo que la accesibilidad a los medicamentos caros debería ser un acuerdo entre todos, porque el paciente que está siendo tratado en la clínica privada también está pagando sus impuestos y tiene su seguridad social. Creo que habría que hacer una política en medicamentos innovadores, que involucrara a las aseguradoras y al Gobierno, porque además estos fármacos salen más caros a estas compañías que a la parte pública, porque compran menos. Todos tendríamos que rendir cuentas al Gobierno, también los hospitales privados. Dicho esto, yo nunca le diré a un paciente que necesita un fármaco que no se lo puede permitir y que se vaya a casa. Cuando yo tengo un enfermo en esa situación -aunque insisto en que es algo que debería solucionarse a nivel global-, lo que hago es llamar al médico del centro de referencia público en su enfermedad. El 80% de los pacientes que veo los llevo a medias con otros centros médicos, públicos y privados. Yo me preocupo y garantizo que va a recibir el tratamiento que necesita.
En su modelo ustedes exigen exclusividad a sus médicos. ¿Qué tiene de malo que trabajen a tiempo parcial en otros centros, no es bueno compartir experiencias?
Creo que la exclusividad permite dedicar todo el tiempo necesario al enfermo y a preguntarse por qué pasan las cosas, que es en lo que consiste la investigación. También a formar otros médicos, a la docencia. Todo esto requiere mucho tiempo y no es contrario a compartir experiencias, más bien al revés. De hecho, creo que un médico que trabaja -por ejemplo- en un hospital público por la mañana y otro privado por la tarde no lo hace tanto por compartir experiencias, es más bien como si un operario trabajará un turno en la Volkswagen y otro en la Ford.
Han anunciado grandes fichajes para la CUN en Madrid, ¿puede adelantarnos alguno? ¿Cómo han logrado atraerlos, les pagan más?
Económicamente, lo que les ofrecemos es que no pierdan dinero. Todos los sueldos tienen un fijo y un variable, que depende de los compromisos a los que lleguemos, que pueden centrarse en la carga asistencial, la vertiente innovadora, aquello en lo que el profesional quiera marcar la diferencia. Hay un dato curioso, que también nos distingue de otros hospitales. En la CUN, los puestos no son vitalicios. Cada tres años se evalúa al jefe de servicio y puede cambiarse, sin que esto quiera decir que lo esté haciendo mal. Es algo que yo no entendía cuando entré y que es muy normal en EEUU. Es algo que cuesta porque en España ante la sociedad puede considerarse un demérito, nunca ante la institución. A pesar de estas condiciones, hemos conseguido traernos a grandes profesionales. Muchos no se los puedo decir todavía, pero sí algunos: viene el jefe del Servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid, Antonio González; viene el que fue durante 19 años jefe de servicio de Urología del Morales Meseguer de Murcia, Bernardino Miñana... como no le puedo indicar más nombres, le daré pistas: el jefe de Pediatría es el jefe de Servicio de uno de los cuatros hospitales más grandes de España; en general, la mitad de los jefes de servicio se trasladarán de Pamplona y la otra mitad son fichajes, tanto de hospitales públicos de Madrid como de Barcelona.
Una pregunta inevitable. La CUN es un centro corporativo del Opus Dei, ¿qué significa esto, a efectos prácticos, para un paciente?
El que esta clínica sea una obra corporativa del Opus Dei no significa otra cosa que somos coherentes con nuestra identidad cristiana. Ésta dice que el enfermo es un ser que merece toda nuestra atención y todo nuestro esfuerzo, tanto en el plano profesional como en el humano. Este espíritu cristiano nos hace volcarnos más con el enfermo, nos lleva al respeto y al cariño. Nos debería llevar también a ser honestos profesionalmente, a tener esa sensación de insuficiencia que le comentaba antes. Por supuesto, con todo esto que le estoy diciendo, ¿cómo no se va a respetar la libertad religiosa de los demás? Hace poco me contaban en la sede de Pamplona como habían cambiado la posición de los muebles en una habitación para que la cama estuviera orientada a La Meca. Contamos con una capellanía de asistencia cristiana, pero está abierta a la atención a otras confesiones y, por supuesto, en la comida se respeta el credo del paciente, si es que éste incluye restricciones alimentarias. Y esto se aplica tanto a los pacientes como a los profesionales, más de la mitad de los jefes de servicio de la CUN no son del Opus Dei y en las entrevistas no se les pregunta por sus creencias, aunque sí se les dice obviamente donde vienen.
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